El calor que la grada había brindado en la previa se congeló tan rápido cómo el pase cruzado de Ramos erró su destinatario, Griezmann salió a la carrera y Torres, en el segundo palo, hacía su primer gol en siete visitas en el Santiago Bernabéu. No se habían recuperado aún en el Real Madrid de la parafernalia anterior al choque, con el brindis a la afición de los méritos obtenidos en Zúrich.

Llega envalentonado el Madrid por la dinámica de las horas previas, y se llevaba un varapalo apenas transcurridos 50 segundos de partido. El partido intenso al que hacía referencia Simeone en la previa se debía tornar en más severo aún al compás de los acontecimientos. Con Isco y James haciendo las veces de extremos, apoyando el malacitano a Bale en sus acometidas, se llamaba a arrebato en las filas blancas, sabiendo que los minutos se restarían más deprisa ahora que la losa a levantar era mayor.

Varapalo inicial, arreón merengue

No había transcurrido un minuto de juego cuando Torres adelantó a los suyos

Recurría el conjunto blanco a la más antigua de las virtudes blancas. El acoso y derribo, la heroica. El Bernabéu rugió al unísono cuando Sergio Ramos conectó uno de sus cabezazos, uno más en la hoja de ruta del sevillano, tras una mala salida de Oblak. 19 minutos después del gol de Torres, llegaba el del camero, que encendía a la grada. La misma empresa, con 20 minutos menos de margen.

Desatados los de blanco, los protagonistas a excepción de Navas vivían en territorio rojiblanco. Cristiano, en dos ocasiones, levantó a los aficionados de sus asientos, pero los cuerpos de sendos defensores colchoneros impidieron el tanto de un Ronaldo ávido de gol.

El costado derecho de la ofensiva merengue era el elegido por el conjunto de Ancelotti para envidar a gol. Con Bale penetrando de forma habitual a pierna cambiada, los centros al corazón del área eran repelidos por una defensa colchonera bien armada en balones aéreos. El balón parado, gran suerte de los de Simeone, se convertía en arma de los blancos, que con una sucesión de córners intentaban hacer diana en los dominos de Oblak.

Una melé en el área del esloveno, con dos intentos de tacón de Cristiano y uno más de Bale, daban con los huesos de los zagueros rojiblancos, y levantaba suspiros entre los presentes, que veían al equipo volcado sobre un atlético que defendía con uñas y dientes su ventaja obtenida a la ribera del Manzanares.

El Atlético y Torres golpean de nuevo

La nula prisa de los rojiblancos a la hora de poner en juego el balón desesperaba a los merengues y sus aficionados, que protestaban cada segundo de demora por parte de los rivales. La caldera blanca ansiaba que el puchero recibiera el aderezo de un nuevo tanto era removida a la perfección por Simeone y sus futbolistas, que estiraban en contadas ocasiones, pero cuando lo hacían, era con vierto riesgo para la portería de Navas.

A balón parado la puso Koke buscando la cabeza de un amigo, y al despeje merengue y posterior pérdida blanca en línea de medios en territorio atlético, el final de los primeros minutos de juego llegó a la dinámica de ambos equipos. El Madrid, que había terminado dominando, esperaba que la segunda mitad fuera propiedad merengue.

Pero la historia, y el fútbol, tienen su particular visión de la película. Un error garrafal de Ramos en la salida posibilitó a Griezmann de nuevo, apenas 30 segundos después del pitido inicial, para habilitar a Torres. Con un recorte se deshizo de Pepe, y por debajo de las piernas superó a Navas. Varapalo tremendo para la grada blanca, y delirio para la colchonera.

El segundo gol de Torres desanimó a las tropas blancas, que habían dominado ampliamente en el primer tiempo

El fuenlabreño y su noche le daban la suya a los de Ancelotti, que acusaban el golpe. El único que se había mostrado impertérrito al gancho de Torres, Cristiano Ronaldo, avivó a los suyos. El portugués se adelantó a los demás en un centro desde la izquierda para rematar a la red el servicio de Bale. De nuevo, a tres goles vista el objetivo, aunque con mucho menos tiempo para llegar al mismo.

La lesión de Pepe obligó a Ancelotti a mover ficha, mientras que Simeone lo hizo por voluntad propia. El servicio de Torres había sido más que válido, y el argentino relevaba a su hombre en el frente para situar a Arda de enlace con los de arriba. Con el turco en punta, cambiando las posiciones con Griezmann, los defensores blancos perseguían sombras, y los minutos transcurrían en territorio merengue.

Intento si fe

El futbolista otomano le dio un poso de calma a los suyos que consiguieron dominar los siguientes instantes a placer, con una presión eficiente y el balón lejos del área de Oblak. El esloveno volvía a entrar en juego para detener cómodamente un cabezazo forzado de Ramos. Se arremolinaban de nuevo los pupilos de Ancelotti alrededor de los dominos del centroeuropeo.

De nuevo a balón parado, aunque en esta ocasión Benzema desde el suelo, el conjunto blanco llevaba peligro al arco del Atlético. Apatía blanca ante la complicada empresa. Ni la grada ni los jugadores se mostraban receptivos ante la idea de una posible remontada. La escasez de ocasiones animaba a los rojiblancos a irse al ataque, y a Simeone a sumar nuevas piezas ofensivas.

Ni remontada ni victoria

Con Turan en el campo, el Atlético dominó y salvó la segunda mitad sin apenas recibir peligro

Con Arda en el campo, la situación vivida en la primera mitad se vio totalmente revertida, y eran los rojiblancos quiénes mantenían el balón controlado. A pesar de la necesidad merengue de golear al rival, eran los primeros quiénes mantenían el cuero y los segundos los que se veían obligados a contragolpear busando su oportunidad.

A pesar de ello, el tremendo despliegue físico de los rojiblancos superó los tímidos intentos en el segundo tiempo. Isco, con el reloj cumplido dispuso de una ocasión con la puntera desde el interior del área que atajó sin problemas Oblak. La última, de Cristiano con un tiro de falta que se marchó muy elevado, dio al traste con las aspiraciones merengues de, al menos, firmar una victoria.

Acabado el tiempo de descuento, el silbato de Mateu marcó el final del encuentro. Los abrazos de los colchoneros se mezclaban con las caras largas de los merengues. Los pupilos de Simeone una vez más superaban a los de Ancelotti. El campeón cae antes de tiempo, y los rojiblancos sueñan con el doblete y "meterle mano" también al Barcelona.

Así lo vivimos en VAVEL.