El Atleti - Madrid se inició con el guión ligeramente cambiado. El cuadro rojiblanco presionaba mal, el Madrid salía bien e incluso sacaba rédito del juego directo, Casemiro daba una buena salida de balón, el Atleti no defendía bien y el Madrid se adelantaba en el marcador mediante un centro lateral que remataba de cabeza Benzema. Nada de lo descrito era previsible. Sí lo era que el Atleti saliera con su clásico 4-4-2, cediera el balón al Madrid, alternara momentos de repliegue con otros de presión adelantada  y que el Real controlara el partido mediante la posesión de la bola. Simeone colocó a cuatro centrocampistas, con Griezman en la derecha, Oliver en la izquierda y Tiago y Gabi como pareja de mediocentros. El Cholo sacó a Griemzan de la delantera, delantera que ocupó un peligrosos Correa y un desacertado Fernando Torres. Los hombres de Benítez, ordenados mediante un 4-3-3, se adueñaron del balón y controlaron los primeros 45 minutos, sobre todo a raíz del gol. Hasta ese momento, y también tras él, el cuadro dirigido por Rafa Benítez estaba jugando con cinturón de seguridad, con cero riesgos. Benítez había optado por el sistema de los últimos partidos, con Isco en la línea de tres delanteros (por la parte derecha), Ronaldo en la izquierda y Benzema como delantero centro. La principal novedad fue la titularidad de Casemiro como pivote, movimiento que movió a Kroos hacia la posición de interior derecho y cambió de perfil a Modric, que actuó por la parte izquierda.

El Atleti presionaba, aunque sin mucho acierto, y el Madrid intentaba salir en corto. Si podía lo hacía, y si no buscaba juego directo. Pese a que ello podía suponer un caramelo para Giménez y Godín lo cierto es que el Madrid ganó algunos duelos. Estas acciones no fueron las más habituales, pues la presión del Atleti tenía fisuras y el Madrid encontraba en la salida a Casemiro con relativa facilidad, y este a Modric, Kroos, Carvajal y Marcelo, todos muy abiertos. Ramos filtraba por dentro hacia el pivote blanco, y este tenía a su izquierda a Marcelo y Modric y a su derecha a Kroos y Carvajal. El canterano dio durante los 45 minutos que estuvo en el campo mucha amplitud y profundidad al ataque merengue y sobre todo una vía de salida vertical desde Casemiro. El brasileño tenía a Toni, Luka y Marcelo en su misma línea, por lo que el Madrid tenía el balón y controlaba el partido, pero no avanzaba, conformándose con eso, pues el Atleti tampoco conseguía crear peligro. Simeone se pegó un tiro en el pie, aunque no le salió del todo mal. Con Griezman atado en la banda, el jugador más determinante del Atleti estaba muy lejos de la zona donde más daño hace, aunque ese espacio lo merodeó un Correa que inquietó mucho. El menudo atacante creaba peligro con solo recibir la bola. El argentino, que jugó como delantero, se movió por la parte derecha del ataque, sobre todo en la zona de la mediapunta derecha, donde encontró a Griezman, quien fijaba en banda y soltaba hacia dentro. Ángel recibía entre líneas, se giraba, conducía y sembraba pánico. Casemiro cerró muy bien esa diagonal interior de Griezman –tanto la que hacía con balón como la que hacía sin él- y controló a Correa, minimizando el peligro del rival.

Casemiro recuperó 20 balones

Conviene pararse en la figura del pivote blanco, y es que controlaba todo lo que había a su alrededor. Con balón nunca se complicó y buscó el pase fácil hacia los dos interiores, los centrales o los laterales. Sin él fue una esponja que absorbía el juego del rival, pues cogía rechaces, interceptaba pases o recuperaba balones. Además del brasileño, destacó Modric. Luka se dio un festín. El croata nunca perdía el balón, siempre la pasaba bien, salía de la presión mediante pases o conducciones, ordenaba a los suyos y verticalizaba el juego mediante pases hacia Ronaldo o Benzema o mediante regates y conducciones. El Madrid dominó la primera parte y controló el partido porque minimizó el impacto de Correa, por la mala presión del Atleti y porque Casemiro, el primer faro del equipo, encontraba pases fáciles a especialistas del control. También porque el propio brasileño lo cortaba todo y el Madrid jugaba con Modric, que siempre da ventaja.

Los segundos 45 minutos fueron de dominio rojiblanco

La segunda parte cambió casi radicalmente con respecto a la primera. Varios factores propiciaron este hecho, y con él, que el Atleti se hiciera dueño del partido. Por un lado, y en orden temporal, la lesión de Carvajal. El canterano estaba siendo una vía de salida desde atrás para el Madrid. Dani daba amplitud y profundidad y mantenía bien cerrado su carril. Sin él, y con Arbeloa, el Madrid perdió la banda derecha en ataque (Isco estuvo desaparecido) y en defensa. El lateral merengue fue el punto débil de un sistema defensivo que hasta el momento se había mostrado muy sólido y sin vías de entrada para el Atleti. Simeone, que ya había errado con los cambios (quitó a Correa, su jugador más peligroso, y metió a Carrasco, Jackson y Vietto, no cambiando nada ninguno de ellos), acertó cambiando de perfil a Ferreira, y el ex del Mónaco abusó de Arbeloa. Griezman también detectó esa vía de entrada y cayó a banda, creando las ocasiones de mayor peligro. El Madrid comenzó a perder así el control del partido, y Benítez tampoco acertó con los cambios. Un inofensivo y desacertado Ronaldo se mantuvo en el campo, mientras que Rafa quitó a Benzema y metió a Kovacic. Sin el francés, el Madrid perdió ese apoyo interior, ese hombre-boya-objetivo en el que apoyarse en las transiciones defensa-ataque. Bale y Ronaldo acabaron como pareja de delanteros, sin crear nada de peligro y sin trenzar ninguna jugada de ataque que pusiera en problemas al cuadro rojiblanco. El Madrid, en un escenario favorable para correr, terminó el partido sin poder salir al contraataque. La segunda parte fue del Atleti por inoperancia y exceso control del Madrid, y porque, como era de esperar, el Calderón empujó y aunque a los rojiblancos les faltó fútbol, tuvieron ese punto de intensidad, tensión y casta que inclina el campo hacia la portería contraria.