El uso que se le da a la expresión "frenar a" en el fútbol comporta con frecuencia una exigencia irreal e injusta hacia el defensor o defensores a los que se les hace el encargo, sobredimensionando sus vetas. No es posible esposar a un crack como tal si se encuentra en un estado de inspiración acorde a su condición; por eso son fueras de serie, porque hacen cotidiano lo extraordinario independientemente del sheriff que les custodie. Sin embargo, sí es un objetivo real reducir su impacto. 

Hay un hueco en el vagón de los imparables para Neymar, centella que baila samba sin olvidarse del gol, con 13 en los 14 partidos jugados hasta el momento. El extremo carioca, en efervescencia desde que Messi cayó lesionado, trae de cabeza a Benítez, ocupado de diseñar un esquema lo suficientemente compacto para enjaularlo. No ha dado con la tecla aún el técnico en los encuentros precedentes, excusado por el aval de la estadística hasta Sevilla, donde se ausentó Keylor Navas por lesión y los delanteros hispalenses pudieron dar buena cuenta de Casilla, desbordada la zaga por el fantástico Konoplyanka. 

La presencia de Messi, condicionante

La recuperación de Leo Messi impedirá a Benítez enfocarse en cercar solo el ala izquierda del ataque, necesitado también de echarle el lazo al argentino, quien presumiblemente jugará de inicio en el Bernabéu. No obstante, nada tiene que ver la inquietud que genera el 10 con el alivio que supone enfrentar al bisoño Munir, eventual titular en los últimos dos meses pero inexperto para las citas de tronío. Otra opción que hojea Luis Enrique es colocar un centro del campo más poblado que el usual, con Mascherano pasando a la posición de pivote aun a riesgo de sacrificar dinamita frente al gol. Danilo perpetrará el marcaje a Neymar, mientras que Marcelo hará lo propio con Messi. Ambos laterales, de corte ofensivo, no son reputados perros de presa y quedan pendientes de la cooperación de los extremos. Y ahí está el problema: si el Madrid ha de depender de la solidaridad de la BBC para sostener el invento, hará aguas. Es el peaje a pagar por aglomerar tanto atacante de tronío.

Más vale prevenir que curar. Neutralizar a Neymar con la pelota en los pies es casi una quimera, lo que invita a aplicar otro plan de choque: evitar que recepcione en zonas de confort, bien en disposición de encarar sin trabas a su lateral o de disparar trazando una diagonal para conectar con los interiores o con Messi, en la celebérrima e indefendible acción del pase con rosca. Asimismo, el Madrid tendrá que decantarse por darle vuelo a su tridente ofensivo y James, en aras de agilizar la circulación y atemorizar a Bravo; o por preservar la seguridad defensiva y abrigarse con Casemiro, bastión del cacareado equilibrio. Luis Enrique y Benítez, mientras tanto, juegan a engañarse. La labor de Ramos y Varane, versados en la cobertura, también jugará un papel capital en el reto de la contención. Sin olvidar a Luis Suárez, presto a erosionar a los centrales mientras abre grietas para sus colegas, siempre olfateando el perímetro del portero.

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Sobre el autor
Javier Sámano
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