No está brillando el Real Madrid en la presente temporada precisamente por su juego bonito. El conjunto que dirige Rafa Benítez no ha logrado aún el punto de cocción adecuado, y ha dejado más sombras que luces en este inicio de competición, a pesar de que se mantuviera invicto y casi imbatido en los primeros 14 compromisos de la campaña.

Reacción necesaria

El madrileño llegó con las ideas claras a la dinámica merengue, pero la realidad ha sido otra. Las afamadas rotaciones no han tenido cabida por las incontables bajas que ha sumado el Madrid, el acierto goleador se ha visto mermado, la capacidad defensiva en entredicho, y la creación ha pasado por un trance muy mejorable.

El Real Madrid puso fin en Ipurúa a una breve racha de dos derrotas consecutivas en Liga

Ha transcurrido - tras la jornada del pasado fin de semana - el primer tercio de competición doméstica, y las primeras conclusiones afloran entre la afición y los propios miembros del club. El Madrid se encuentra clasificado para los octavos de final de la Champions League, con dos jornadas de margen y reafirmando además su condición de primero de grupo. En la máxima competición continental los de Benítez solo han recibido tres goles, y todos en un mismo partido, y ya miran hacia la siguiente ronda.

Pero en Liga la historia es diferente. Hasta que no jugó en Sevilla, el cuadro blanco había coleccionado victorias y en todo caso empates, que les permitían comandar la clasificación. El conjunto de Emery, en cambio les hizo bajar al barro por primera vez, circunstancia que repitió el Barcelona 10 días después sacando la victoria del Bernabéu por un sonrojante 0-4, que ya forma parte de la historia negra de la entidad centenaria.

Dos varapalos seguidos, y un sabor amargo. El regusto que dejó el choque en Ucrania, que sucedía lo ocurrido en el clásico. 0-4 llegó a ponerse el Madrid, con un buen partido - sobrio al menos - y que hacía presagiar que un triunfo reconstituyente se viviría en el frío Lviv. Pero entonces, y de forma inexplicable tras venir de una debacle, el equipo desconectó. Y en esa desconexión de poco más de 12 minutos al Shakhtar le dio tiempo a hacer tres goles, y a hacer sonar de nuevo las alarmas.

De final en final ya en noviembre

Por eso el partido ante el Éibar ganaba una mayor importancia. Jugar finales en noviembre no es el plan específico que el Madrid suele proponer a sus jugadores, pero los merengues deberán afrontar una tras otra hasta conseguir acortar la diferencia de puntos (seis) que les separa del Barcelona en la clasificación, y que les hace no poder fallar.

Prohibido el fallo en Concha Espina. Si el Madrid tropezase el conjunto azulgrana se iría a una distancia demasiado grande, y los fantasmas del pasado volverían a aparecer. Por eso el equipo que dirige Benítez salió a Ipurúa a convencer, pero a sabiendas de cuál era el objetivo. Y ese fue el 'problema' del técnico, y que explica la falta de brillo en el equipo: el Madrid necesitaba ganar al conjunto armero, y el cómo se consiguiera daba igual.

El Madrid priorizó frente al Éibar el sacar la victoria sobre jugar atractivo: partido solvente y poco más de los blancos

Porque lo importante en Ipurúa era sumar los tres puntos en juego. Lo que sucederá en adelante será otra historia, pero los blancos priorizaron el rédito a la vistosidad. El Bernabéu y su rigor no hubieran permitido que la dinámica del partido se repitiera en su 105 x 60, pero en la lejanía Benítez puede permitirse la licencia de jugar a ganar, y no pensar en la forma de lograrlo.

Un córner y un penalti fueron los medios por los que el Madrid logró los dos goles. El primero, y tras saque en corto, obra de un Gareth Bale que remataba a gol por primera vez desde agosto. El segundo, y en el tramo final del segundo tiempo, Cristiano Ronaldo desde los once metros, tras fallar el portugués varias ocasiones claras con anterioridad.

En busca del mejor Cristiano

Y es que uno de los motivos que explican el bajón futbolístico del equipo merengue en esta temporada es la falta de acierto que está mostrando el de Madeira de cara a gol. Hasta siete disparos por partido ha llegado a necesitar el luso para conseguir un tanto en cierta altura de la temporada, y no parece que la puntería haya vuelto a aliarse con el portugués.

Cristiano Ronaldo y James Rodríguez no han comenzado la temporada - por diferentes motivos - como hicieron el pasado año, y el equipo lo nota

El flamante Bota de Oro no ha comenzado esta campaña como las anteriores. Tan solo, a tenor de sus anteriores guarismos, nueve goles hasta la fecha, un bagaje pobre comparado con los números que ha firmado Cristiano en sus anteriores temporadas, y que ahora afectan al equipo. En su nueva demarcación, como referencia del equipo en ataque, el luso no termina de encontrarse cómodo, y su aportación ofensiva así lo constata.

El que pareció entonarse durante al menos unos minutos fue Gareth Bale. El galés, que jugó gran parte del choque por la izquierda, firmó una de sus actuaciones más reseñables y completas de los últimos tiempos, jugando en su hábitat natural y asistiendo de buenos balones tanto a Cristiano como a James Rodríguez en la primera mitad.

El colombiano, en cambio, no cuajó un partido notable, y fue el elegido por Benítez para abandonar el campo en primer lugar. El cafetero aún no ha recuperado su mejor versión con la camiseta merengue, aunque suma dos titularidades consecutivas en Liga, y espera seguir cogiendo el ritmo necesario para volver a ser el jugador que deslumbró en su primer año.