Que pase el siguiente. En la casa blanca no se mira más que hacia adelante, esperando que lo que está por venir supere notablemente a lo que se deja atrás. Y es que el año que se escapa, 2015, no quedará en la memoria del madridismo por su feliz paso, sino porque se fue pronto, tras cosechar decepción tras decepción.

Desde tan arriba, la caída hizo más ruido

Arrancaba en Mestalla en enero, en los primeros días del curso, y lo hacía con la primera derrota en varios meses. 22 triunfos seguidos coleccionó el Real Madrid entre septiembre y diciembre de 2014, que coronó con la consecución del Mundial de Clubes. Y a partir de ahí, la debacle más absoluta. Ya no solo en cuestión de resultados, sino también en las sensaciones. Un equipo sin alma, que no transmitía las vibraciones que sí llegaban en los meses previos, y que sacaba adelante los partidos más por calidad que por convencimiento, y que cuando se cruzaba a equipos hechos se venía abajo.

El Valencia se impuso por 2-1 en Mestalla, y unos días después fue el Atlético de Madrid plagado de suplentes el que superó a los merengues por 2-0 en el Calderón, enfilando los octavos de final de la Copa del Rey que terminaría de confirmar en la vuelta del Bernabéu. Engalanado, celebrando el tercer Balón de Oro de Cristiano, Fernando Torres con dos tantos en los primeros segundos de ambas partes, tras sendos fallos por falta de tensión de la defensa merengue, le sacaron casi a las primeras de cambio de una de las competiciones.

Un golpe doloroso

Los siguientes compromisos, con más sufrimiento del debido, fueron saliendo adelante, dejando episodios como el de Cristiano en Córdoba, resultando expulsado tras agredir sin balón a un contrario, y el mal rato del equipo para sacar los tres puntos del feudo cordobés. Pero el punto álgido llegó en febrero, de nuevo con la visita a la ribera del Manzanares. 

Tras la dolorosa derrota ante el Atlético 4-0, la fiesta de cumpleaños de Cristiano marcó un punto de inflexión en la temporada

Un histórico 4-0 en contra y la sensación de que nunca se compareció sobre el campo. La superioridad del Atlético fue absoluta, y en ningún momento los pupilos de Ancelotti fueron capaces de personarse y oponer resistencia. En los medios, entonces, se apuntó a que la decisión de que el italiano, que tan solo dos meses antes se especulaba con que renovaría, estaba sentenciado en el cargo.

Remató la faena cuando unos días después trascendió que Cristiano Ronaldo organizó una fiesta en la misma noche del partido, a la que invitó a buena parte de la plantilla, y que serviría para festejar su cumpleaños, formando además parte el material para componer la película que emitió a finales de 2015. El madridismo subía sus decibelios, y la situación se antojaba algo tensa.

Tuvo Florentino que salir ante los medios para ratificar en el cargo al transalpino... pero solo hasta final de temporada. El máximo mandatario blanco se veía de nuevo obligado a salir ante los medios, dos años después que lo hiciera para repetir discurso sobre la continuidad por aquel entonces de José Mourinho, que terminaría, como el de Reggiolo después, saliendo en verano.

El Madrid no obstante y a pesar de todo se mantenía líder, pero dos tropiezos seguidos ante Villarreal en casa (1-1) y la derrota por la mínima en La Catedral a manos del Athletic les ponían con un punto por debajo del Barcelona antes de visitar el Camp Nou. Las lesiones de jugadores clave como Modric, Ramos, Pepe o James habían condicionado al equipo, que a ratos, quería salir de un pozo que cada vez les alejaba más de los objetivos. 

Rozando el ridículo

La primera gran bronca del Bernabéu llegó apenas a 12 días de celebrarse el Clásico. Un esperpéntico partido de los blancos ante el Schalke, en la vuelta de los octavos de final de la Champions, terminó con victoria alemana por 3-4 y a tan solo un gol de conseguir remontar el 0-2 de la ida. Una actuación global deficiente, y particular de un nuevamente señalado de Iker Casillas, aderezada por una nueva falta de tensión alarmante ponía en alerta a los merengues a pocos días de visitar a su eterno rival.

Los primeros 20 minutos del Camp Nou fueron iguales que en los anteriores partidos. La tensión brillaba por su ausencia, y el Barça dominó con soltura para adelantarse de cabeza gracias al remate de Mathieu. A partir de ahí, y hasta el descanso, el Madrid desarrolló el mejor fútbol en meses. Una genialidad de Benzema, asistiendo de tacón a Cristiano igualó las tornas, y solamente la falta de acierto - la falta de pegada fue el gran déficit del equipo - les impidió hacer justicia.

Tras el descanso, el equipo salió relajado - tal y cómo reconocieron los protagonistas al término del partido - y el Barcelona se impuso a la contra. Suárez hizo el 2-1, y pudieron ser más si los culés hubieran estado acertados. Cuatro puntos de distancia, una sensación de desazón y la carrera para poder remontar. Un tropiezo culé en Sevilla les dio esperanzas, pero el Madrid no consiguió hacer pleno, siendo de nuevo el Valencia el que se cruzase en su camino (debía ganar los 10 partidos finales) y el Barcelona terminó proclamándose de nuevo campeón de Liga. 

Comodín Ramos y de nuevo las semifinales

Las miradas señalaban a la Champions, entonces. Una nueva lesión de Modric hacía echar mano a Ancelotti de Ramos para la medular, sentenciando futbolísticamente a Illarramendi, que desapareció de los planes del técnico en el tramo final. Con el camero en el centro, y tras una sufrida eliminatoria de cuartos ante el Atlético, que se sacó adelante con un agónico gol de Chicharito en el minuto 88 del partido de vuelta, llegaron las semifinales y un viejo conocido: la Juventus.

El cuadro transalpino, con el canterano blanco Álvaro Morata como gran referencia, consiguió imponerse en Italia con un tanto del punta madrileño, pero el logrado por los merengues (2-1 resultado final) daba esperanzas para la vuelta. En el choque del Bernabéu, Cristiano de penalti adelantó a los suyos, pero de nuevo la relajación de manera inexplicable acompañó al equipo, y de nuevo Morata, cruel verdugo, se encargó de empatar a uno el partido y darle la contienda a su equipo.

El verano se planteaba movido. Con la salida de Ancelotti confirmada días antes del final del curso, una nueva Bota de Oro para Cristiano, y el fichaje consumado de Danilo desde el mes de marzo, el Madrid afrontaba un nuevo proyecto, en esta ocasión, de la mano de un Rafa Benítez que volvía a casa después de 20 años alejado del Real Madrid,y que no recibió una calurosa bienvenida. Varios jugadores manifestaron su desagrado por la salida de Ancelotti, y la afición no conectó con el nombramiento del madrileño.

La marcha de un ídolo

Si por algo brilló el pasado mercado estival fue por la suerte de retornos. Lucas Vázquez, Kiko Casilla, Denis Cheryshev o Casemiro, todos ellos canteranos, volvían a casa tras algunos años - uno en el caso de muchos ellos - de erasmus para coger experiencia. Pero la gran noticia del verano fue la marcha del emblema madridista de los últimos 25 años, y 16 de ellos en el primer equipo: Iker Casillas decía adiós, y lo hacía por partida doble.

Primero en una comparecencia en solitario, en la que se mostró roto por abandonar su club y poner rumbo al Oporto, dónde Lopetegui le abría las puertas. Al día siguiente, tras el alboroto mediático por lo poco preparado de su salida, de nuevo el portero y capitán se personó junto a Florentino Pérez en el Palco de Honor, para bajar después al césped y recibir el calor de unos pocos allí presentes - no se abrieron las puertas - acompañado de sus 19 trofeos logrados como madridista. 

El esperpento del verano

A pesar de que el nivel deportivo del portero había sido bajo a lo largo de la temporada, su aura perduraba, y las críticas hacia Florentino y su gestión en la salida del portero aumentaron. Más si cabe cuando no consiguió consumar el fichaje del que había señalado como sustituto. El Madrid esperó al último día de mercado para incorporar a David De Gea, incluyendo en la operación rumbo a Manchester a Keylor Navas. Pero el fax con la documentación no llegó a tiempo, y la rocambolesca historia terminó con el toledano en Inglaterra, y el costarricense como portero titular de Benítez.

El fax del tránsfer de De Gea no llegó a tiempo, y ni el toledano se convirtió en jugador madridista ni Keylor Navas en un Diablo Rojo

El tico había realizado dos actuaciones de mérito en los primeros partidos, especialmente ante el Betis en el debut en el Bernabéu, y la grada le había mostrado su apoyo. Benítez apostó por su continuidad, y así ha sido en los primeros seis meses del madrileño en la casa blanca. Keylor por su parte, respondió con confianza y con actuaciones soberbias que escondían las carencias del equipo.

Menos goleado, más goleador, pero sufriendo en portería propia. Actuaciones como las de Navas en Vigo ante el Celta permitían a los merengues seguir sumando, pero se veían incapaces de sacar adelante los partidos en plazas grandes. En París, Calderón, Sevilla o Villarreal, los madridistas no sacaron más que empates en el mejor de los casos, mientras que la bola sobre las dudas hacia Benítez aumentaba.

Y es que desde su llegada, los conflictos aireados por la prensa aunque nunca confirmados se sucedían. Cristiano, James, Isco, Ramos y un largo etcétera. Los pesos pesados no salían públicamente de manera rotunda a defender a su entrenador, y los números dejaron de sonreír a Benítez, que se escudaba en ellos y la eficiencia para no hablar de la visible inercia negativa de los suyos.

Fue innegable para muchos tras una nueva debacle. Esta vez en el Bernabéu, ante un Barcelona lanzado, los blancos se mostraron incapaces de oponer resistencia al cuadro de Luis Enrique, que comandado por un genial Neymar arrolló al Madrid con un sonrojante 0-4 que provocó pañoladas y ataques directos a la presidencia.

Florentino se vio obligado a comparecer a los pocos días para tratar de paliar los ánimos y bajar el ruido mediático que se había vivido tras la pésima imagen del equipo. Entrenador, jugadores y presidente eran el objetivo de las críticas de la afición, que no salvaba a nadie. Pero 2015 aún le tendría un par de sorpresas más preparadas a los blancos antes de escaparse.

Chirigota para rematar el curso

En Cádiz, la nefasta noche de las chirigotas, Denis Cheryshev disputó su primer partido como titular y abrió el marcador a los tres minutos. Pero mediada la primera mitad saltó la noticia: el ruso no debería estar jugando, al estar sancionado, por lo que el Madrid incurría en alineación indebida. Durante el resto del partido, las llamadas entre miembros del banquillo blanco y los servicios jurídicos se sucedieron, y el Cádiz se personó para reclamar. El Juez Único, Apelación y por último el TAD le dieron un portazo a las aspiraciones blancas de seguir en la Copa. Por dos veces salió Florentino a explicar el camino a seguir, pero el mal estaba hecho.

En la afición cundía el desánimo. Un 8-0 al Malmö levantó el ánimo, pero de nuevo la actitud del equipo en Villarreal, cayendo por 1-0 y dejando escapar un tropiezo del Barcelona hicieron explotar a la grada. En la siguiente jornada el Rayo visitaba el Bernabéu, y a pesar de que Danilo inauguraba el marcador temprano, dos goles en dos minutos de los vallecanos le daban la vuelta al partido, y hacían explotar a la grada.

Pitos, pañolada, y una sensación global de que el rumbo no era el adecuado. Cristiano le hizo unos gestos a la grada, y ésta la tomó con él. Los intentos de Ramos y Marcelo de pedir calma no cumplían con su efecto, pero Tito cambió el rumbo del partido. Una entrada alevosa le dejó fuera del partido, y un dudoso penalti instantes después de Baena dejaba a los vallecanos con nueve. Se aprovecharon los blancos, y lograron una histórica goleada por 10-2 que sin embargo no se celebró en el coliseo merengue.

A pesar de lograr un 10-2 ante el Rayo el Bernabéu le pasó factura al equipo, al entrenador y también al presidente

Ante la Real Sociedad, tras un breve descanso vacacional, dos errores arbitrales beneficiaron a los madridistas, que vieron sin embargo cómo en la segunda mitad los vascos volvían a desatar las iras del público empatando el partido, que terminarían sacando adelante en el tramo final del encuentro. Benítez estaba señalado desde los medios como susceptible de ser destituido si su equipo no sacaba adelante el partido, y el madrileño salvó el encuentro, aunque se citó con el calendario para refrendarse en Valencia, dónde hace 365 días comenzó todo.

Lo mejor para los madridistas es que el año se acaba. Año nuevo, vida nueva, y la intención de convertir en 2016 en un reflejo de lo conseguido en el 2014, pero no repetir ni de cerca lo vivido en el año que se escapa y que cierra una de las peores campañas, deportivas e institucionales, del Madrid en las últimas décadas.

La plantilla

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Los que ya no están

Álvaro Medrán Sami Khedira
Javier 'Chicharito' Hernández Fernando Pacheco
Fabio Coentrao Asier Illarramendi
Lucas Silva Iker Casillas
 
Carlo Ancelotti  

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Sobre el autor
Manuel Vergara
Coordinador y redactor de la sección del Real Madrid y su cantera | Contacto: [email protected]