El fútbol es como la vida, unas veces está arriba y otras abajo. Este dicho coge más sentido que nunca si se habla de la temporada del Real Madrid, un equipo que hace unos pocos meses estaba condenado al ostracismo y que con la llegada de Zidane levantó el vuelo. Y es que el fútbol es un estado de animo y el técnico francés fue la inyección que necesitaban los jugadores para creer en ellos mismos y volver a la senda del buen juego y de las victorias en las que habían estado hace solo un par de temporadas atrás.

Todo empezó ante el Deportivo de la Coruña

Ante el conjunto gallego comenzó todo. Zinedine Zidane cogía las riendas del equipo blanco después del empate a dos del conjunto hasta entonces dirigido por Rafa Benítez contra el Valencia. En Liga la cosa estaba muy complicada, el Barcelona comenzaba a abrir brecha y en la Copa del Rey una alineación indebida de Cherysev había eliminado al Real Madrid en las primeras de cambio. Solo quedaba la Champions League, el título por antonomasia del club blanco y el entrenador francés. Sin embargo, lo más difícil no era volver a la senda de encadenar victorias, lo más complicado era hacer creer a los jugadores en un estilo de juego que habían practicado y bordado hasta hace solo unos meses y que de un día para otro desapareció como el sol entre las nubes. Había que volver a apostar por el juego combinativo, por aquel tridente que hacía claudicar a los rivales sin clemencia, por aquella pareja de centrales formada por Sergio Ramos y Pepe que dejaba a los delanteros rivales más desconectados que un sobremesa sin corriente.

Foto: Juan Ignacio Lechuga
Foto: Juan Ignacio Lechuga

El francés ha recuperado a una plantilla sin fe

Y Zidane con el paso de los partidos comenzó a recuperar a todos los soldados blancos, aquellos que se habían vuelto dóciles e inofensivos y que con el francés como capitán general se fueron transformando en una tropa unida y dispuesta a todo con tal de luchar por la causa. El tridente blanco comenzó a ver puerta de forma insultante, la pareja de centrales formada por Sergio Ramos y Pepe parecía haberse metido en la máquina del tiempo y haber vuelto dos temporadas atrás, y el Real Madrid volvía a dominar los encuentros con una circulación de balón comandada por Kroos y Modric. El nivel de juego y de fiabilidad del equipo blanco se había disparado, ya no era una rueda con poco aire lista para sufrir un reventón en cualquier momento, ahora era un rodillo al que frenar en el Bernabéu era casi algo utópico y que se permitía el lujo de remontar en campos como el Camp Nou haciendo un ejercicio de fe y entrega memorables, o eliminatorias que muchos las daban ya por perdidas como la del Wolfsburgo. La Liga está a un punto, y la Champions a un partido. 

Zinedine Zidane vino sin la intención de prometer la gloria eterna, ni milagros para los escépticos, solo prometió trabajo y un equipo que siempre tendría una idea de juego presente. El francés ha cumplido con creces, el conjunto blanco es un equipo con el balón siempre en mente pero con la capacidad de tocar todos los palos del fútbol. En definitiva, un equipo completo. Ahora el Atlético, ganar a un rival durísimo y volver a reinar en Europa, nadie duda de que este conjunto está capacitado para ello. En solo unos meses, el Real Madrid ha estado al borde del abismo para acabar rozando el cielo. En Milán es hora de tocarlo. 

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Sobre el autor
Juanfran Moreno Marcelo
Periodismo en la Universitat Rovira i Virgili. Intentando hacerme un hueco en esta profesión de ensueño.