No se sabe como pero el Real Madrid siempre acaba ganando una final europea. Da igual como esté, dan igual los antecedentes, todo da lo mismo, la historia siempre termina de la misma manera. Es como si un lazo no tangible uniera la Copa de Europa y las manos del capitán blanco en ese preciso instante en el que el árbitro señala el final del encuentro. Cuando ‘la orejona’ y el escudo del Real Madrid se atisban no hay nada que pueda separarlos.

En el día de ayer, todo parecía sonreír al principio del encuentro, la salida en tromba y el gol tempranero de Sergio Ramos allanó y mucho el camino. Sin embargo, en el 80’ Carrasco empataba y ponía todo patas arriba, y sobre todo dejaba al Real Madrid saboreando con sus propios labios la impotencia que da cuando te empatan en los últimos compases del encuentro. En aquel momento, muchos pensaban que el destino le iba a devolver al Atlético de Madrid lo de Lisboa, y que en la prórroga el club blanco iba a sucumbir.

Una prórroga que podría haber matada al conjunto blanco

Los 30 minutos reglamentarios fueron una demostración clara de que el escudo madridista tiene algo que hace que los jugadores no desfallezcan en ningún instante. Estaban rotos, físicamente muertos, con las medias bajadas buscando una bocanada de oxígeno para sus gemelos, Modric, Marcelo, Cristiano y Bale apenas podían mantenerse en pie. El Atlético pudo ir a por el partido, pero no fue, el miedo a perder pudo con la ilusión de ganar, todo lo contrario que en Lisboa, donde el Real Madrid se lanzó a por la conquista de la décima y avasalló al conjunto rojiblanco. El gen ganador, el querer volver a saborear el gusto a victoria que tanto ha recorrido por los labios de todo jugador blanco es lo que hace que dos años atrás y en el día de ayer los futbolistas de Chamartín buscarán con más ímpetu la victoria.

Muchos dirán que la victoria no fue justa, que el Atlético mereció más, que el fútbol no ha sido justo con los colchoneros, que el Real Madrid durante muchas fases del partido solo se limitó a defender, pero hay algo que nadie duda, y es que el conjunto blanco es campeón de Europa. El fútbol a veces no tiene explicación, es como la vida, pasan cosas que se nos escapan de tener una argumentación racional, y el porque de que el equipo madridista y la Copa de Europa tenga una historia de amor eterna es una de ellas.