La Real Sociedad se está acostumbrando a las gestas en la Liga BBVA. Y eso no es bueno ni para el corazón ni para el ánimo de sus aficionados que no hacen más que sufrir viendo jugar a su equipo. No es saludable pero además es un peligro, puesto que no siempre existirá la posibilidad de remontar un marcador adverso y lograr los tres puntos.

Pero hoy la Real Sociedad se los ha merecido en Cornellá-El Prat. Ha jugado un encuentro muy serio, a excepción de algún despiste defensivo como en el gol de Córdoba; con un centro del campo que ha corrido hasta la extenuación; donde Javi Ros ha demostrado que está para jugar no ya solo al lado de Markel Bergara sino también acompañando en la medular a un Rubén Pardo que cuando ha salido al terreno de juego se ha puesto los galones para cambiar el rumbo del partido.

Los hombres de Javier Aguirre

El conjunto del entrenador mexicano, es un equipo aguerrido que cuando muerde una presa no la suelta. No son brillantes en su juego, no realizan transiciones espectaculares ni un juego vistoso, pero son efectivos, muy efectivos, sobre todo en la línea de ataque, con un Sergio García espectacular y un portento físico llamado Córdoba que hacen de este equipo, un equipo muy peligroso y correoso.

La Real Sociedad había planteado un encuentro de choque. Un centro del campo compuesto por Bergara y Ros dispuestos para el enfrentamiento. Bien plantados en el centro del campo han aguantado las acometidas y el vigor de los pericos y, cuando había que jugar el balón, Ros era el hombre al que todos buscaban.

La Real Sociedad estaba dominando el encuentro, el balón era suyo y las estadísticas de porcentajes de dominio de la pelota le daban la razón. Pero eso al Espanyol no le ha importado, puesto que aún sin tener las manijas del partido le ha bastado un balón robado en el centro del campo y un desplazamiento en largo, gracias a la inteligencia de Sergio García, para que este haya llegado a las botas de Córdoba y de puntera haya logrado el primer gol de la tarde.

El Espanyol, no estaba dominando, no trenzaba jugadas espectaculares, sufría con las acometidas de la Real Sociedad, pero se había adelantado en el marcador. En ese momento más que nunca, había que hacer frente al carácter y al espíritu competitivo de los de Aguirre.

Segunda mitad de dominio txuri-urdin

Nada más comenzar la segunda mitad, Jagoba Arrasate se ha visto en la necesidad de hacer un cambio que no entraba dentro de sus planes. Íñigo Martínez ha sufrido un pinchazo que le ha hecho abandonar el terreno de juego para que Ansotegi ocupara su lugar. Un cambio natural que no ha trastocado para nada los planes de los donostiarras.

No sabemos si como en el encuentro frente al Celta, los jugadores y el entrenador txuri-urdines confiaban en la victoria, pero su perseverancia ha hecho que en tan solo 20 minutos hayan derribado el muro de contención fabricado por Javier Aguirre. Como todo, la victoria ha comenzado a cimentarse en la fe de sus jugadores, en esa actitud que, en la victoria como en la derrota, jamás se puede perder.

Este giro en los acontecimientos podemos concretarlo en un balón que ha peleado Markel Bergara en el centro del campo. Su fe le ha llevado a ganar un balón dividido que ha cedido a Carlos Vela, quien con un centro perfecto ha puesto el esférico en la cabeza de Antoine Griezmann. El francés, que hasta ese momento se había limitado a correr, a intentar huir de la maraña de jugadores que le habían puesto a su alrededor, no ha perdonado y ha llevado la igualada al marcador.

Final apoteósico

Con Rubén Pardo de mariscal de campo, la Real estaba siendo dueña y señora del partido. El Espanyol, más preocupado por guardar el pequeño botín que aún le quedaba no ha sabido reaccionar y los donostiarras han aprovechado que su rival se encontraba en estado de shock para apuntillarlo y lograr un botín que se antojaba no complicado, sino casi imposible cuando Córdoba ha logrado el 1-0.

El gol de la victoria visitante no ha podido venir, además, de una forma más cruel. Ha sido un corner botado en corto por el omnipresente Rubén Pardo. El balón ha vuelto al de Rincón de Soto quien ha centrado nuevamente raso y al primer palo donde, tras pegar en la pierna de Stuani, se ha introducido en la meta de Casilla. Un justo premio para una Real Sociedad que ha merecido la victoria, por juego, por ocasiones, por trabajo, por fe y, por encima de todo, perseverancia.

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