Ya sea por las lesiones que han lastrado la plantilla txuri urdin, o por méritos propios, Joseba y Jon han conseguido lo que todo niño que sueña con jugar en la Real sueña y desea: hacerse mayor y jugar en el primer equipo emulando a las leyendas realistas. Se puede hablar de una nueva generación de futbolistas, futuras promesas y mimbres de la Real, que de niños han visto jugar a hombres hechos y derechos como Gaztleu, Idiakez, Kodro, De Pedro, Nihat, Kovacevic… en el televisor de su casa cada fin de semana.

Poco a poco han ido ganando confianza y se atreven a jugar con más desparpajo, tanto es así que Zaldúa ha conseguido sentar a Dani Estrada en la grada, de manera casi definitiva. Después de que diese una auténtica lección de profesionalidad en su debut frente al Celta de Vigo meses atrás. Potencia, garra, velocidad y sobre todo un sentido táctico propio del más experimentado de los veteranos, esas son las virtudes con las que con tan sólo 21 años Joseba ha presentado ante Arrasate.

Está claro que aún tiene cosas que pulir, faltaría más, pero todo hace pensar que Zaldúa será recambio y competencia de Carlos Martínez, algo que para el lateral de Lodosa será una novedad después de acomodarse como dueño y señor del flanco defensivo txuri urdin. Al igual que Carlos Martínez, su asignatura pendiente parece la precisión, un aspecto a pulir en el futuro, aunque ya hemos visto algún que otro centro suyo y la verdad es que no habría que preocuparse por esa faceta. Su partido más sorprendente fue en su debut contra el Celta de Vigo.

Arrasate no podía contar ni con Carlos Martínez ni con Estrada. El Celta salió muy fuerte y la Real llegó a ir perdiendo (1-3), fue entonces cuando Zaldúa dejó atrás los nervios que le habían tenido atenazado durante la primera parte. El segundo tiempo la Real fue un torrente de ataque por la banda derecha, Zaldúa sujetó a Nolito en el aspecto defensivo y se incorporó al ataque para generar superioridad numérica, un aspecto clave para que la Real remontase el partido. El esfuerzo mereció la pena, y Zaldúa extenuado sintió las punzadas del sobreesfuerzo físico y tuvo que dejar el campo, pero había conseguido su propósito, ganar el partido. 

Cambiamos de demarcación, del lateral derecho pasamos al centro del campo. De Zaldúa pasamos a Jon Gaztañaga, futura piedra angular del centro del campo de la Real Sociedad, en el inicio de temporada llegó a disputar algún minuto con el primer equipo en Getafe, cuando el choque estaba resuelto a favor de la Real, pero desde entonces poco o nada había contado para Arrasate, que parece haber recapacitado. El canterano cada vez goza de más minutos, llegando a ser titular en choques tan trascendentes como en las semifinales de Copa del Rey contra el FC Barcelona, donde un joven de 22 años tuvo sobre su persona el peso del equipo.

Pese a la eliminación del equipo, Gaztañaga dejó muy buenas sensaciones sobre el césped, tanto en Anoeta como en el Camp Nou. Mucha intensidad, muy buen posicionamiento, intensidad, ganas… destacar una acción en particular que para el ojo inexperto puede pasar desapercibida, pero que para el aficionado asiduo de la Real, no pasó desapercibida. Transcurría la segunda parte cuando la Real caía en Anoeta (0-1), la eliminatoria se escapaba, el ánimo de algunos jugadores estaba por los suelos, y fue entonces cuando un balón sin dueño alguno se desplazaba para salir cómodamente por la línea de banda, o eso parecía. Como un perro de presa, Gaztañaga se lanzó a por él. Un balón sin valor aparente y que se marchaba fuera de banda sin que ni blaugranas ni realistas hicieran gesto alguno, pero al que Gaztañaga dio mucha más importancia. Él sentía que el equipo debía volver enchufarse al encuentro, y quiso dar una lección a sus compañeros de la motivación que a él le embargaba. Surtió efecto. La Real empató el partido.

Con el bajo rendimiento de Elustondo, la afición anhela que sea Gaztañaga el jugador que tome el testigo en el centro del campo junto a Rubén Pardo y Markel Bergara. Hay que ir poco a poco, las leyendas no nacen, se hacen. Hay que tener paciencia con los dos, pero una cosa es cierta, a buen seguro son y serán dos jugadores de los que la cantera de la Real puede sentirse orgullosa.