La Real Sociedad fue el primer equipo en comenzar la temporada 2014/2015 oficialmente. La pimera de las dos previas de la Europa League obligó a los donostiarras a acelerar su puesta a punto y ser el equipo más madrugador de toda la Primera División y, por tanto, encajar antes que nadie las piezas para hacer funcionar su motor.

Una planificación mucho más exigente que la del año pasado, les llevó de Holanda a Inglaterra, donde se midieron al Chelsea de José Mourinho en la mismísima presentación de los bleus ante su afición. Unos adversarios, que a priori tenían que dar a los blanquiazules una preparación, un punto de tensión y una capacidad para competir y, así, superar los dos primeros escollos europeos y certificar su clasificación para la Europa League.

Dudas que cada día van a más

En su primer encuentro oficial, los txuriurdin se enfrentaron al Aberdeen escoces, un rival com mucho poderío físico y más rodado, pero muy limitado técnicamente. El resultado de la eliminatoria no dejó lugar a las dudas, a pesar de que en algunas fases del partido de ida, los escoceses estuvieron a tan solo un gol de dar la vuelta al 2-0 que los donostiarras llevaron de renta desde Donostia. Con un resultado global de 5-2 se supero el primer escollo, aunque estos dos primeros partidos dejaron un regusto amargo y de no satisfacción que cada vez está cobrando más fuerza entre los aficionados donostiarras.

Bastó el empuje de los escoceses para arrinconar a la Real

Los esconceses, sin ser un equipo capaz de discutir el balón a la Real Sociedad, utilizaron su empuje como local, el aliento de su público, para arrinconar a una Real que fue durante muchos minutos del partido por detrás en el marcador. Un calco de lo que ocurrió en Ipurua en el primer partido de la Liga BBVA 2014/2015.

Faltos de tensión y superados por el adversario

Aunque lo de Aberdeen no pasó a mayores y la Real Sociedad superó la eliminatoria sin demasiados problemas, no parece que los blanquiazules se sientan demasiado cómodos con conjuntos batalladores y que basen su juego en su capacidad física y organizativa. El encuentro del pasado domingo era un encuentro clave, primero por la rivalidad guipuzcoana en juego, segundo por la importancia de comenzar a sumar puntos ante un rival teóricamente más debil y, tercero, para intentar insuflar ánimos en una semana clave para el devenir de la Real Sociedad esta temporada. Y a tenor de lo que ocurrió en el césped, los jugadores blanquiazules se vieron superados por adversarios que, muchos de ellos, hace tan solo dos años, militaban en Segunda B. Les superaron en ambición, en ilusión, en intensidad, en rigor táctico e incluso en juego.

Jagoba Arrasate declaró en la previa del partido ser consciente de a lo que se enfrentaban en Ipurua, pero visto lo visto, o sus jugadores no siguieron sus consignas o no prepararon debidamente el encuentro. La Real Sociedad se vio desarbolada por el buen planteamiento realizado por Gaizka Garitano, el centro del campo desapareció, los laterales no fueron capaces de profundizar y Agirretxe tuvo que lidiar con los dos centrales del Eibar, demasiado cómodos durante todo el partido.

El Eibar dio toda una lección de rigor táctico, capacidad física y ambición

La Real Sociedad se enredó en el juego del Eibar, como si quisieran superar a los armeros con su misma estrategia, con desplazamientos largos, olvidándose del centro del campo, con transiciones rápidas y dejadas del delantero para las llegadas de los centrocampistas. Y no funcionó. No funcionó porque lo que pusieron unos jugadores y otros en el terreno de juego no fue lo mismo; porque los eibarreses eran conscientes de la trascendencia del partido, de la necesidad de comenzar cuanto antes a cosechar puntos, de la necesidad de agradar a su público y, los de la Real Sociedad, no tenían la mentalidad necesaria para entrar en el cuerpo a cuerpo, en la necesidad constante de estar a mil revoluciones y pelear por cada balón. Y en esa situación, la cruda realidad se impuso sobre el resto: el Eibar se llevó los tres puntos.

Prisas y lamentos

Un único encuentro ha bastado para que a la Real Sociedad, a su entorno y a sus aficionados les entren las prisas. Los donostiarras se juegan el premio que buscaron toda la pasada temporada y que dejaron escapar en unos últimos partidos ligueros para olvidar; y lograrlo depende el devenir de este equipo y su entrenador.

Jagoba Arrasate ha suscitado muchas críticas entre los aficionados a pesar de que la dirección deportiva lo reafirmara en el cargo y le ofreciera dos años más de contrato, y en la actual tesitura, la situación del de Berriatua se vuelve cada vez más incómoda. Sus cambios tácticos, el rendimiento de algunos jugadores en sus nuevas posiciones y los resultados como el juego del equipo no terminar de convencer y no son suficientes declaraciones como las que realizó en la sala de prensa de Ipurua afirmando que no le gustó nada el equipo.

A la Real Sociedad se le pueden complicar mucho las cosas esta semana

Este año, exceptuando la fascitis plantar de Carlos Vela, el de Berriatua no ha tenido ningún impedimento para trabajar con el grupo e introducir las variantes tácticas necesarias para que sus jugadores las interioricen. La planificación parece incluso que ha sido mejor que la del año pasado y los rivales más fuertes que otras pretemporadas. Además, tiene la plantilla que quería, con calidad suficiente para que el juego de este equipo no se vea tan inconsistente como lo ha demostrado en los primeros cuatro partidos oficiales.

Es cierto que tan solo ha habido una derrota, que la Real Sociedad ha solventado tres de los cuatro encuentros logrando la victoria, pero también es verdad que si los donostiarras dejan pasar el tren de Europa y el fin de semana que viene pierden frente al Real Madrid, el entorno de  la Real Sociedad se va a enrarecer y oscurecer de tal forma que puede haber tormenta.