Como si de una obra de teatro se tratara el acto final está próximo, así como la trágica muerte de su protagonista principal. Las horas parecen estar contadas para el técnico txuri urdin tras la derrota frente al Sevilla. La imagen del equipo en Nervión fue lo más decepcionante del encuentro, el resultado es lo de menos, el Sevilla parece superior esta temporada y visitar el Sánchez Pizjuán es siempre complicado, pero la imagen sobre el verde andaluz fue cuanto menos deplorable. 

Comentaba Arrasate en rueda de prensa que en el partido frente al Sevilla había faltado presencia arriba, en ataque.  Normal, cuando los cambios son hombre por hombre manteniendo el sistema de juego y no variándolo en función de las necesidades del equipo. Agirretxe, Canales, Vela, Finnbogason… no parece que sea problema de gol, ni de calidad, pero sí que parece que es el sistema la pieza que no acaba de encajar en el entramado txuri urdin. Arrasate mientras tanto echa balones fuera en cada rueda de prensa, donde trata de transmitir una falsa tranquilidad que ya nadie se cree.

La continuidad del mal juego, la falta de identidad y la continua desorientación a la que parece estar sometida la escuadra donostiarra hace de cada partido una meta inalcanzable. Los cuatro puntos sumados hasta la fecha por la Real Sociedad no parecen un mal rédito, de no ser porque tres de ellos fueron más demérito del equipo rival (Real Madrid) que mérito del propio.

La eliminación de la Europa League ya estuvo cerca de costarle a Jagoba una seria advertencia, el Krasnodar no era rival y la derrota dejaba a la Real sin una suculenta prima. La victoria frente al Real Madrid, fruto de la casualidad y del trabajo de los jugadores,  sirvió como bálsamo. Sin embargo la eliminación de la Europa League aún coleaba. Pasaron los partidos y el equipo no mejoraba, la afición se impacientaba y los resultados no llegaban. Así es como Jagoba llega a la sexta jornada con el agua al cuello. 

El próximo partido frente al Valencia parece ser la última oportunidad que tendrá Arrasate para enderezar el rumbo. De no ser así, la pitada de turno en Anoeta puede llevar aparejada una pañolada como hace tiempo que no se ha visto en el feudo donostiarra. La afición no confía en el entrenador, y poco a poco los jugadores se dejan llevar por el desánimo ante los malos resultados y los escasos puntos sumados. Ni el rival, ni la afición son factores a favor en la última oportunidad de Arrasate de mantener el puesto. Anoeta dictará sentencia.