Visto lo visto en Badajoz, teniendo en cuenta que cada equipo dominó un tiempo, el reparto de puntos entre el Santa Teresa y la Real Sociedad se podría calificar como justo, aunque si nos atenemos a las circunstancias que rodearon el encuentro, la conclusión puede resultar algo más negativa: la Real Sociedad se dejó dos puntos importantísimos que, aunque el resultado le ayuda a seguir sumando, corta la racha ascendente del equipo txuri-urdin.

Y es que Unai Gazpio, entrenador de las donostiarras, lo venía subrayando incluso antes de viajar a Extremadura. Las pacenses, que por primera vez en su historia están compitiendo en la máxima categoría del fútbol femenino, no estaban dando la talla a domicilio aunque en su propio terreno habían dado muestras de ser muy competitivas. El Fundación Albacete, al que ganaron por dos goles a cero, y el Atlético de Madrid, con quien empató a dos, habían sufrido en propias carnes el empuje y la capacidad goleadora del Santa Teresa y la Real Sociedad cayó en esa trampa. Incluso habiendo logrado una ventaja de dos goles en otras tantas ocasiones.

Comienzo arrollador

Espoleadas quizás por ese pensamiento, el de resolver cuanto antes el encuentro para no sufrir la presión de las locales, las donostiarras salieron de vestuarios como un huracán. Antes incluso de que Leire Baños consiguiera el primer gol para las txuri-urdin, las de Unai Gazpio ya habían contabilizado media docena de ocasiones con diferentes protagonistas. Cirauqui, Ane Bergara, Aintzane Encinas y Nahikari García pudieron adelantar a las txuri-urdin en jugadas elaboradas como a balón parado pero sería Baños, quien en el minuto 14, logró inaugurar el marcador. La centrocampista irundarra logró sortear a su marcadora y con un chut cómodo y raso desde la frontal del área ajustó el balón al palo izquierdo de la portería defendida por Mimi.

Mimi, la guardameta local, mantuvo vivo a equipo hasta que pudo reaccionar y empatar el partido

La guardameta local fue una de las jugadoras destacadas del equipo entrenado por Juan Carlos Antúnez, fue quien mantuvo vivo al equipo en los peores momentos de las locales y dio la oportunidad a sus compañeras para poder rescatar un punto que parecía se iba a esfumar de El Vivero. El mejor ejemplo de su actuación llegó justo después del primer gol de la Real, con el Santa Teresa en shock tras el gol encajado, cuando Nahikari García enganchó un disparo que Mimi sacó con una gran intervención cuando el balón ya había cogido camino a gol.

Parece que esta intervención sirvió de acicate a las locales que comenzaron a estirarse y buscar la portería defendida por Cristina Cornejo. La primera jugada de peligro la tuvo en sus botas la mejor jugadora de campo que, junto a la portera pacense, ayer marcó diferencias e hizo que la Real se volviera a Donostia con un sabor agridulce, Estefanía Lima. El primer disparo del Santa Teresa se marchó por encima de la portería de Cristina pero la delantera local dio el primer aviso de lo que estaba por llegar.

No obstante, antes incluso de que el árbitro pitara el final del primer tiempo, las donostiarras tuvieron ocasión de ampliar la renta e irse a vestuarios con una cómoda renta. El gol llegó de la mano de una de las jugadoras que cada día va a más en este equipo: María Díaz Cirauqui. Corría el minuto 39 cuando la centrocampista navarra enganchó una semi volea desde la frontal del área que, a pesar de la estirada de Mimi, se coló en la portería ajustado al palo.

El 0-2 de la primera mitad hacia prever una segunda parte más cómoda para la Real Sociedad

El Santa Teresa estaba KO ante el juego de la Real Sociedad. La presión de las txuri-urdin en el centro del campo no dejaba que las locales se estiraran y no podían hacer otra cosa que achicar balones y esperar a que el colegiado pitara el final de la primera mitad. Lo consiguieron con ese 0-2 adverso aunque la renta favorable a la Real podía haber sido mayor si Ainhoa Vicente hubiera acertado en un disparo que fue repelido por el travesaño.

45 minutos de desenfreno y locura

La Real Sociedad saltaba al campo en una situación inmejorable. Con un 0-2 a favor y , por lo visto hasta entonces, con un rival muy inferior a las blanquiazules, se presumía una segunda parte plácida. No había más que gestionar la ventaja lograda y hacer valer cualquier ocasión de contragolpe o jugada a balón parado para cerrar definitivamente el encuentro.

Seguro que en vestuarios Unai gazpio y sus pupilas hablaron de ello, que subrayaron la necesidad de cerrar el partido, de controlar el balón, gestionar la ventaja y conseguir tres puntos que, con la visita del Barcelona en ciernes, se presumían vitales. Pero la mayoría de las ocasiones las cosas no salen como uno quiere más, como en este caso, cuando hay un tercero, el Santa Teresa, necesitado de puntos y ya poco que perder.

El entrenador del Santa Teresa hizo los cambios necesarios para poder entrar en el partido

Juan Carlos Antúnez arengó a las suyas, cambio el sistema utilizado en el primer tiempo por un 4-1-4-1 y su equipo tardó tan solo dos minutos en acortar distancias. Seguro que las jugadoras de la Real Sociedad darán vueltas y más vueltas a la jugada que propició dicho gol, de como Estefanía arranca desde la izquierda y con un sombrero  supera a las defensoras txuri-urdin para con un disparo desde la línea de fondo y casi sin ángulo, conseguir que el balón se cuele por el palo corto superando la estirada de Cristina Cornejo. Fue un auténtico golazo el conseguido por la delantera extremeña.

Golpes continuados y pelea cuerpo a cuerpo

Si en vez de un partido de fútbol hubiera sido un combate de boxeo, tanto Santa Teresa como Real Sociedad habrían sido púgiles que golpean fuerte pero con mandibula de cristal y cuyo resultado habría que resolver a los puntos. Toda la solidez defensiva y  el control que las donostiarras ejercieron en el centro del campo en la primera mitad saltó por los aires tan solo con el ímpetu de las extremeñas. Es cierto que que el cambio de sistema les ayudo, que jugaron más y mejor el balón, que sus combinaciones eran más largas que en el primer tiempo y que el pelotazo dio paso a un juego más combinativo y profundo. Pero a la Real Sociedad se le vio temerosa, frágil y nerviosa y cometió el peor de los errores en esos casos, entrar en el cuerpo a cuerpo, en golpe por golpe que le llevó a perder el control del partido.

Y eso que las txuri-urdin lograron volver a coger la ventaja de dos goles con la que terminó la primera mitad. Nahikari García y Cirauqui, con los papeles intercambiados, combinaron dentro del área para que la navarra lograra el tercer gol de la Real y su segundo de la tarde.

Las txuri-urdin entraron en un toma y daca, en un ir y venir continuo que las perjudicó tanto como para dejarse dos puntos en Badajoz

Parecia el golpe definitivo a la reacción del equipo local que, cada vez tenía menos margen para la remontada. Las donostiarras estaban a tan solo 30 minutos de conseguir su segunda victoria a domicilio y parecía que así iba a ser, pero las pacenses no se rindieron. A fuerza de empujar y presionar el área rival, comenzaron a llegar las ocasiones. La más clara, la de la delantera Estefanía que estuvo a punto de acortar distancias con un disparo que Gabirondo sacó de debajo de la portería. No fue más que el preludio de lo que ocurriría tan solo tres minutos más tarde. Mireya García aprovechando una falta directa al borde del área, realizó un golpeo perfecto al que Cristina no pudo llegar y estableció el 2-3 provisional. El marcador se apretaba y aún restaban 22 minutos por jugar con el equipo local crecido y espoleado por la posibilidad de sacar algo positivo de un partido que vieron casi perdido.

A partir de ahí, idas y venidas, ocasiones por ambos bandos como las de Estefanía y Nahikari García. Un partido sin freno en el que la Real Sociedad tenía mucho más que perder que ganar, como así ocurrió. Bastó que la mejor jugadora de campo de las locales, Estefanía Lima, aprovechara una falta de entendimiento entre la defensa y la portera txuri-urdines para lograr el empate y que la Real Sociedad se quedara con la sensación de, a pesar de haber sumado, venirse a Donostia con una profunda sensación de derrota.