No siempre se empieza como todos quieren, aunque podría haber sido peor. El estreno de David Moyes en la Liga BBVA dejó a la afición con un sabor agridulce, puesto que el equipo txuri urdin mereció algo más el sábado por la noche. La Real Sociedad vivió dos caras en el partido: una cara dio ilusión a los aficionados realistas, pareciéndose a la Real que todos disfrutaron durante la temporada 2012/13, en cambio; la otra cara de la moneda, reflejó que todos los aficionados han vivido durante estos últimos meses, un equipo perdido y sin ideas.

Durante la primera parte de Riazor se vio a una Real superior, dominadora en el juego, con alternativas ofensivas y manteniendo al rival en todo momento lejos del área txuri urdin. No estaba a la altura de aquel equipo que supo dar espectáculo hace dos temporadas, pero sí tuvo ambición y hambre de gol en todo momento. La defensa supo cumplir a la perfección su oportunidad con Ansotegi y Elustondo como centrales, y el mediocentro fue una pesadilla para el conjunto coruñés gracias a la habilidad y el talento de Sergio Canales, que fue un incordio para los gallegos durante los primeros 45 minutos. Aunque el verdadero protagonista fue Chory Castro, que supo aprovechar sus oportunidades y realizó una primera parte brillante.

Fue inexplicable el bajón físico que mostró el equipo tras el descanso

Aunque en la segunda parte, se vio a una Real Sociedad totalmente diferente a la de los primeros compases del encuentro. La Real exhibió sus defectos al Deportivo de la Coruña, mostrándole su brutal bajón físico y futbolístico. Se transformó en un equipo poco ambicioso, entregado al rival, y sobre todo, muy fatigado. Los últimos minutos se le hizo eterno al equipo, con un Carlos Vela totalmente apagado, que dejó de funcionar en los primeros minutos del segundo tiempo. Imanol Agirretxe parecía no estar en el partido, al igual que su compañero Esteban Granero, ofreciendo unas prestaciones totalmente diferentes a las que ofreció en la primera parte.

La Real Sociedad sigue estancada en su juego habitual, a pesar de la mejoría durante los primeros minutos. David Moyes tiene un gran trabajo por delante, y es la de convertir un equipo desorientado en un equipo competitivo y que aspire a algo más que no sea la permanencia.

El técnico escocés desconocía el motivo del bajo rendimiento de su equipo al final del partido. No entendía por qué el equipo no supo mantener la actitud mostrada al principio y seguir con la misma ambición e intensidad que había mostrado.

El juego a balón parado sigue siendo un quebradero de cabeza para el escocés

En conclusión, se vieron dos caras totalmente diferentes durante el partido. Lo positivo del equipo es que ha vuelto a recuperar esa presión tan intensa y adelantado que mostró al mundo del fútbol hace dos campañas. Tal vez le faltó chispa en las ocasiones de gol. Lo negativo del partido se reflejó en el bajón físico que demostró en la segunda parte, donde se vio a una Real totalmente entregada al rival, que no desaprovechó el regalo que le hicieron a base de un fútbol ofensivo. Tampoco se vio ninguna mejoría respecto al juego a balón parado, una de las mejores estrategias de David Moyes en su etapa como técnico del Everton.