Los aficionados pronto vieron que el partido iba a tener intensidad, velocidad y a dos equipos con ganas de comenzar agradando. Los primeros minutos fueron de dominio indefinido, ya que cada cual trataba de hacerse con la posesión, si bien el oponente no lo ponía fácil merced a una presión completa y trabajada. Tuvieron que pasar algunos minutos para que los locales se apoderaran del balón, luciendo una definida apuesta por el toque y sacar el cuero jugado desde la defensa.

A pesar de los riesgos tomados en esa propuesta de juego, con una dupla de centrales y el portero muy precisos en la confección de las jugadas, ningún susto grave llegó a la meta defendida por vez primera por Mariño. El Pucela trataba de generar peligro desde su defensa, siempre hostigados por un agresivo Athletic, deseoso de arrebatar la pelota.

El Athletic juega bien sus cartas

Sin contar con ninguna ocasión especialmente clara, tan solo con frecuentes llegadas al área defendida por Gorka, los chicos de Juan Ignacio se erigían como dominadores del partido. El mayor peligro era la velocidad a la contra de los vascos, lo cual requería la atención de la defensa local, muy eficaz en esos compases del choque.

La mencionada presencia en el equipo visitante de futbolistas talentosos y con capacidades poco visibles en otros lugares fue la que decantó el equilibrio cuando no se llegaba a la media hora de encuentro. Una jugada algo embarullada por banda diestra dejaba el esférico en posesión de Beñat. El ex del Betis mostró las razones por las que ha sido internacional absoluto mediante un excelso pase a su compañero Susaeta, que este no desaprovechó con un potente derechazo al fondo de las mallas.

Tal vez sin merecerlo, los leones se ponían por delante de un Pucela ciertamente incapaz de crear ocasiones peligrosas, pero con presencia ofensiva. Pese al varapalo del tanto en contra, los castellanos no se anonadaron sino que trataron de empujar y batallar para igualar la contienda tan pronto como fuera posible.

Los leones se ponían por delante de un Pucela ciertamente incapaz de crear ocasiones peligrosas

Y así fue. Ebert, un torbellino mientras le aguantó el fondo físico, no paró de atormentar a la zaga rival. De un lado para otro generaba inquietud, más aún cuando Rukavina acompañaba sus movimientos. En una jugada de esta índole el esférico llegó a Óscar. El salmantino, que aunque esté apagado tiene cualidades indescriptibles, le mandó un pase sublime al alemán para que el rubio, que estrenó 'Ebi' en su dorsal, superara a Iraizoz de un preciso disparo.

La fortuna se alía con los visitantes

Para disgusto de la nutrida afición bilbaína en Zorrilla, que volvió a demostrar su fidelidad a los suyos, de nuevo estaba el partido empatado. Ambos cuadros comenzaron entonces a sufrir los rigores de la pretemporada, conque el ritmo decayó ostensiblemente antes de la llegada del tiempo de asueto.

Una vez concluidos estos 15 minutos el Valladolid salió al césped algo confuso, sin mostrar la intensidad de la primera mitad. Los de Valverde aprovecharon este aturullamiento local para sembrar peligro en la meta de Mariño, hasta tal punto de ponerse por delante en el minuto 48. Un centro desde la banda diestra acababa en el poste tras un extraño rebote en la zaga pucelana. El rechace lo cazó Muniain para situar a los del Botxo con un gol de ventaja.

Los de Valverde aprovecharon este aturullamiento local para sembrar peligro en la meta de Mariño

El equipo de Juan Ignacio Martínez bregaba y trataba de generar peligro, si bien los atacantes locales no tenían su día. Fue con el ingreso de Valdet Rama, muy activo en todo momento, cuando más sensación ofensiva tuvieron los castellanos. El empate pudo haber llegado en un centro lateral que acabó tocando en la pierna de un defensor vasco, si bien no llegó a introducirse en su propia portería.

Con el fondo físico algo mermado, dada la fecha del calendario, el Valladolid luchaba por inquietar a un rival bien plantado, seguro y con solidez en zaga. No bastaron los cambios para generar más peligrosidad, es más, el Athletic Club pudo haber tomado doble ventaja en sendas aproximaciones, una bien despejada por Mariño y otra que repelió la cruceta del meta gallego.

El encuentro moría y los pulmones y las piernas del equipo que iba por detrás en el luminoso no respondían de la mejor manera al deseo de igualar la contienda. No pudo ser y el bando vasco se lleva a Bilbao unos sabrosos 3 puntos. El Real Valladolid saca en limpio que la apuesta por el buen toque está más que definida, con sus jugadores perfectamente capaces para ejecutarla, pero sin el potencial ofensivo preciso para desatascar esta clase de partidos.

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Sobre el autor
Juan  Navarro García
Periodista y persona por encima de todo. Cofundador de @sexomandamiento. Caer, levantarse, insistir y aprender.