El ascenso a Primera División supuso la marcha de grandes estandartes pucelanos en los carriles. La magia canaria por la izquierda, Jonathan Sesma, se despidió dos años antes, entre más abucheos que aplausos. Sisi ocuparía su posición, jugando a banda cambiada y, cómo no, haciéndolo a las mil maravillas, malacostumbrando a la parroquia pucelana que tendría difícil encontrar un repuesto de su talla. Por la otra banda, el también canario Nauzet Alemán, jugador de garra, gran carisma y mejor disparo.

El ascenso conllevó una reestructuración importante en el equipo. La marcha del albaceteño al Osasuna y la de Nauzet a Las Palmas, desguace de viejas glorias isleñas, obligó a reforzar las bandas intentando no gastar un solo céntimo. Patrick Ebert fue el elegido para cubrir la diestra, mientras que la izquierda suponía un auténtico quebradero de cabeza. En principio, Omar Ramos llegaría en calidad de cedido tras pasar por Huesca, Almería y Tenerife sin mucha gloria. Sus inicios fueron realmente inmejorables, regateando incesantemente en su primer partido de blanco y violeta frente al Zaragoza y causando sensación frente al Euro Levante que tan buenos resultados cosechó durante la 2011/2012. Su fama de fiestero e irresponsable se fue diluyendo poco a poco. El recorte y la magia tinerfeña se abrieron paso a las duras críticas que aficionados y prensa vertieron a su llegada.

Compilación de estadísticas de Omar Ramos

El Valladolid comenzó la temporada siendo la cenicienta de la Liga, jugaba con lo puesto, sin recambios en ciertas posiciones y con una plantilla que no había costado ni un solo euro. Al finalizar la primera vuelta, el balance que el Real Valladolid hizo de su regreso a Primera División fue muy positivo. Con un simple empujón en la segunda mitad del curso, los pucelanos aprobarían todas sus materias para permanecer un año más en la elite balompédica española.

El resultado dado por los carrileros era excepcional, Omar había bajado el pistón respecto a su espectacular inicio, por su parte, Ebert, hacía las maravillas de propios y extraños, arrancando aplausos de estadios rivales y halagos de comentaristas que, hasta hacía pocos meses, desconocían la existencia del futbolista teutón.

Esa bajada de forma del canario se tradujo en una concatenación de partidos para olvidar; una segunda vuelta en la que las incursiones por la banda izquierda eran más propias del lateral, Mikel Balenziaga, que del propio Ramos. Daniel Larsson y Valdet Rama llegaron en el mercado invernal, el sueco, delantero de oficio, tuvo que jugar en banda derecha ante las repetidas lesiones del ya mencionado genio de Postdam. Rama, un completo desconocido procedente de la segunda división sueca, no convenció a Djukic, que, apenas le alineó en tres ocasiones apelando a su bajo estado de forma. Ese desparpajo que mostró al principio se perdió y, sin recambios de garantías en su puesto, tuvo que seguir hasta el final de temporada, marcando su único gol en el último partido, por cierto; frente al descendido Mallorca.

Acabada la temporada, con menos holgura de lo esperado, se tendrían que asentar las bases del año siguiente. Las bandas fueron la principal misión de Alberto Marcos y compañía, que se sumergieron en ligas inhóspitas con el objeto de traer un jugador joven, polivalente y con ganas de triunfar en Primera División. Las dudas acerca de la compra del canario fueron numerosas, y, tras varias semanas dubitativo, el club anunció la compra del extremo por cantidad de 350.000 euros durante cuatro temporadas.

Alcatraz fue fichado como suplente de Rukavina, que, hasta entonces, no tuvo competencia alguna ni recambio posible ante una súbita lesión. Su gran lanzamiento lejano, potencia y velocidad a la contra le podían convertir en una gran amenaza para Patrick Ebert, que se codeaba con equipos de la talla de Valencia o Atlético de Madrid. Balenziaga decía adiós a la franquicia castellana tras dos años de cesión en pos del Athletic de Bilbao, equipo al que pertenecía. Peña sería el único lateral izquierdo y habría que encontrar un nuevo cerrojo en banda. Zakarya Bergdich fue el elegido, un franco marroquí procedente de la Ligue 2 francesa con ganas de dar el salto a una gran liga como es la española. Con Juan Ignacio Martínez como nuevo mayoral del rebaño albivioleta, los experimentos y la revolución no tardaron en llegar al once.

Omar gozaba de la confianza del técnico alicantino e iba a ser titular en los primeros encuentros. Su juego, ya conocido, no decepcionó pero tampoco fue merecedor de alabanzas por parte de la hinchada. Bergdich empezó a ser probado en esa banda, como un simple remiendo ante alguna situación inverosímil en la que Rama y Julián Omar no pudieran jugar.

El experimento, lejos de ser descabellado, resultó un éxito. La velocidad del ex del Lens, su constante pugna por conseguir la posesión y el avanzar a posiciones más adelantadas hizo que la posibilidad de alinearle en tal puesto fuera cada vez más posible. Omar Ramos realiza un disparo en un partido contra elSevillaLa técnica y la espera por ver esos destellos primigenios de calidad de la escuela canaria sucumbieron a las ganas de un recién llegado sin técnica pero con eficacia y practicidad.

El albano kosovar, Valdet Rama, no acabó de entrar en los planes del entrenador que, como ya se ha visto, prefirió poner a un zaguero en su puesto. Las oportunidades para él llegaron con cuentagotas pero fueron muy bien aprovechadas, se convirtió en un auténtico revulsivo en los minutos finales de algunos encuentros tediosos como es el caso del partido contra el Elche en el Martínez Valero.

Paulatinamente se fue convirtiendo en ese jugador que endulza una tarde amarga, que, de repente, dribla a tres oponentes sin despeinarse o prepara su pierna para intentar marcar un magnífico tanto desde la frontal. Así fue como se ganó la titularidad en favor del también prolífico Bergdich y del decadente Omar. Hasta el día de hoy, a pocos días de que el Real Valladolid se mida con el Osasuna, la duda aún sobrevuela los encapotados cielos del cerro de Gallinejas: ¿Rama, Bergdich u Omar?

La corta historia de un idilio entre el canario y el conjunto castellano que pone fin a la prolija “generación canaria” que tan buenos frutos dio en su día. El príncipe destronado que, por aquellos lares, se ganaba buenas críticas de los entendidos del balón y que, actualmente, es carnaza de banquillo y blanco de abucheos por su falta de acierto de cara al gol, su poca ambición en el terreno de juego y su individualidad.

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Estadísticas cortesía de: SoFifa.com y fichajes.com