2013 será siempre recordado por el aficionado pucelano. En la memoria de todos quedará la permanencia en Primera División lograda por el Real Valladolid, sin apenas sufrimiento, algo difícil de ver en la capital de Castilla. Un año que significó el final del primer curso en la Liga BBVA del Pucela tras su regreso, con Miroslav Djukic al mando. El adiós del serbio, propició el inicio del declive. Una baja sensible que se ha hecho notar en la escuadra pucelana, sustituido por Juan Ignacio Martínez, hasta ahora lejos de alcanzar la sombra serbia que le precedió.

El inicio del curso 2013/14 devolvió a la realidad al Real Valladolid, viéndose sumido en la pelea por evitar el descenso, al igual que en la campaña pasada, pero esta vez desde un punto más cercano. El 2013 se cierra con el equipo blanquivioleta igualado a puntos con el último conjunto que ocupa una de estas plazas, pero sobre todo con la sensación de tener mucho trabajo en el horizonte, y muchos aspecos a mejorar. Este ha sido el 2013 blanquivioleta.

Del cielo a lo terrenal

Tras un mágico 2012, en el que el Real Valladolid había conseguido ascender a la máxima categoría del futbol español y una primera vuelta de en sueño, se esperaba un año nuevo igual de bueno. En el ambiente vallisoletano parecía no verse la tensión ni el miedo que en otras campañas habían sufrido; el equipo jugaba de maravilla y ya tenían 22 de puntos, un buen colchón respecto a los puestos de descenso.

Víctor Pérez cayó lesionado por primera vez en 2013 en enero, comenzando su tormento

El mercado de invierno empezaba fuerte, aunque ya se había anunciado unos meses atrás, Daniel Larsson se unió a las filas del conjunto albivioleta, haciéndose rápido un hueco en el once. Por desgracia, la lesión de Víctor Pérez fue una baja importante por la gran campaña que estaba realizando el de Albacete.

El comienzo del 2013 no fue el esperado por el Real Valladolid. En el día de reyes los castellanos visitaban el estadio de Balaídos con el objetivo de romper la racha de partidos sin ganar en Liga que tenía el equipo de Miroslav Djukic, desde la jornada 14 en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán.

La visita a tierras gallegas trajo significó un encuentro más sin vencer, algo que se acabaría con la llegada del Mallorca a Zorrilla. Este partido parecía avocado al empate hasta que Ebert destapó el tarro de las esencias y logró una asistencia y un gol para dar la victoria al conjunto blanquivioleta, que volvía a sonreír tras cuatro jornadas sin ganar.

Final y principio con victoria

El Real Valladolid terminó con victoria la primera vuelta y comenzó la segunda de igual manera, ganando al Zaragoza en casa, aunque por desgracia para los locales Ebert, clave dentro del equipo, se volvería a lesionar una vez más. Con la recaída del alemán el conjunto albivioleta sufría otra importante baja en el centro del campo. Cuando el teutón no está en el césped el equipo sufre mucho para sacar algo positivo.

El final del primer mes del año supuso la visita de los pucelanos al campo del Levante. Un buen encuentro por ambos conjuntos que se decidió a favor de los granotas, por un desafortunado gol en propia de Rukavina. Casi al cierre del mercado el albanokosovar Valdet Rama arribó a tierras castellanas con mucha ilusión y ganas de demostrar su calidad en la Liga.

Con el mes de febrero comenzado el Athlelic visitó la ciudad del Pisuerga para jugar frente a los de Miroslav Djukic. El resultado, un justo empate a dos. Pero este choque trajo más consecuencias, con la lesión en el rostro de Marc Valiente, por un violento codazo de Aduriz, ex pucelano.

Tras un milagroso contra el Betis, el Real Valladolid recibió la visita del Atlético de Madrid. En este partido los blanquivioletas se llevaron un severo correctivo de los del “Cholo” Simeone, que les endosaron un 0-3. Miroslav Djukic catalogó este partido como el peor hasta el momento de su equipo, y posiblemente también el más negativo durante su estancia en Zorrilla.

El último encuentro del mes de febrero era clave para los pucelanos; habían entrado de nuevo en una espiral negativa y visitaban el Estadio de Vallecas. La afición se volcó para apoyar al equipo en un loco partido que decidió un gol de Manucho. Cuatro encuentros después, volvían a lograr una victoria en una plaza complicada como es el estadio vallecano.

Manucho celebró con sus compañeros el gol que les dio la victoria en Vallecas. (Foto: Mario Cortijo | VAVEL).

Cuesta abajo y sin frenos

Con el final de invierno el equipo acabó por congelarse del todo en el mes de marzo. Un mes que visto los dos primeros partidos no invitaba a que el aficionado pucelano se incomodase mucho ya que se consiguió empatar en Cornellá-El Prat, en un partido en el que el gran rigor defensivo permitió a los de Zorrilla rescatar un punto de la ciudad condal. El punto fuera de casa permitía afrontar el encuentro ante el Málaga con la moral bien alta. Un equipo Champions que en la ida sufrió de lo lindo para imponerse por dos tantos a uno. La vuelta no sería menos, igualdad máxima entre los dos equipos que se tradujo en un empate a uno que no dejó descontento al espectador que se acercó a hasta el José Zorrilla.

Lo realmente complicado vino tras estas dos jornadas consecutivas puntuando, ya que a partir de aquí el equipo se vio inmerso en una dinámica negativa en la que derrumbó toda la confianza que se había labrado durante toda la temporada. Anoeta fue un escenario demasiado duro para el Real Valladolid, que en ningún momento se bajó del autobús y se vio superado en todo momento por una Real Sociedad que estaba atravesando uno de sus mejores momentos de la pasada campaña. El Pucela comprobó en sus carnes el buen momento del equipo txuri-urdin, que arrolló por cuatro a uno a los blanquivioletas.

Osasuna logró la machada y venció en Zorrilla, poniendo difícil las cosas al Pucela

Para despedir el mes de marzo, Osasuna visitaba la ciudad castellana, un rival directo de esos a los que tienes que ganar o ganar si quieres salvarte, uno de esos equipos de “la misma liga” que el Pucela. Osasuna llegó con el agua al cuello y se llevó los tres puntos con una facilidad pasmosa, uno a tres que constataba el mal momento que atravesaba el Real Valladolid que había recibido siete goles en los últimos dos partidos, algo de lo que no existía precedente en toda la temporada. El conjunto albivioleta despidió el mes de marzo dando unas sensaciones que no inspiraban ninguna confianza a su público. Se habían perdido dos partidos dando una imagen lamentable y mostrándose muy flojo en su faceta defensiva.

De esta manera marzo dijo adiós, pasando factura a un equipo que solamente consiguió dos puntos, tres goles a favor y con ocho en contra. Un balance muy pobre para un conjunto que hasta la fecha había competido en todos los partidos, dando la cara y sin dejarse llevar en ningún momento.

La salvación se comenzó a gestar en abril

Se presentó abril, repleto de dudas, unas dudas que parecía que iban a más ya que el Pucela viajaba a Valencia, para medirse a un equipo en racha que buscaba engancharse al tren de Europa. Pintaba mal la situación ya que de perder, los blanquivioletas se verían sumidos en la lucha por el descenso, un pelea que había visto desde un puesto privilegiado durante toda la temporada. El Valencia se impuso por dos tantos a uno, en un encuentro que no estuvo exento de cierta polémica, ya que nunca un saque de banda tuvo tanta importancia como ese día en Mestalla. El Valladolid regresó con su tercera derrota consecutiva bajo el brazo y alargando una racha de cinco partidos sin ganar, no había dudas: el invierno había dejado helado a la plantilla blanquivioleta.

Vencer al Getafe supuso acercar a tiro de piedra la permanencia

Sumido en la lucha por el descenso, llegaba Getafe a la capital castellana, dispuesto a ahondar en la herida. De nuevo otro rival directo que pasaba por Valladolid, un choque vital para recuperar la confianza perdida en las últimas cinco jornadas y sobre todo para volver a regalar a su afición tres puntos tras más de un mes en el que no paraban de volar puntos lejos del José Zorrilla. El inicio del encuentro no fue nada esperanzador para los locales, ya que el Getafe se adelantó en el marcador e hizo saltar todas las alarmas. Pero la segunda parte el Real Valladolid consiguió reencontrarse a sí mismo para levantar el resultado y llevarse por fin la victoria que disipase los fantasmas que se estaban extendiendo entorno a la entidad pucelana.

El encuentro frente al Getafe supuso un punto de inflexión para conseguir el objetivo propuesto al principio de la temporada, la salvación en su vuelta a la categoría de élite. Tras sacudirse todos los nervios que se habían acumulado debido a los malos resultados, la plantilla ponía rumbo a tierras andaluzas para verse las caras con un Granada que estaba metido de lleno en el pozo. La victoria dejaba al Pucela a las puertas de la ansiada salvación y durante más de media hora parecía posible, ya que tras un magnífico gol de libre directo de Ebert, daba la sensación que esta vez los tres puntos irían de vuelta a Valladolid. Pero nada más lejos de la realidad, El Arabi consiguió el gol del empate que desató la locura en Los Cármenes y que aferraban al Granada a la Primera División.

Ebert, felicitado por sus compañeros tras su gran gol en Los Cármenes. (Foto: La Sexta).

Se habían despejado las dudas y se volvía a confiar en el equipo, se habían recuperado las señas de identidad y en buena medida se había frenado la sangría de los últimos encuentros, en los que era casi imposible ver un victoria pucelana, los días de invierno se vinieron a menos y el sol volvía a brillar sobre el José Zorrilla. Para despedir el mes de abril, el Pucela se vería las caras con el Sevilla que se encontraba muy lejos de su mejor versión, pero en Primera División cualquiera puede dar la campanada, como bien había comprobado el propio Valladolid en los últimos partidos. El conjunto hispalense se fue de Castilla con un sabroso botín, Negredo le regaló a los suyos un punto tras convertir un lanzamiento desde los once metros.

Lo que semanas atrás hubiera supuesto una derrota, ahora la fortuna parecía que le sonreía. Puntito a puntito parecía cada vez más cercano el poder estar otro año más entre los más grandes del fútbol español.

Entre la calma de los hechos y la tensión del futuro

A pesar de la buena marcha y las grandes sensaciones futbolísticas que a menudo dejaba el equipo de Djukic, el Valladolid sufrió más de lo que se esperaba tras una gran primera vuelta. Sufrir está en los genes de este club y los aficionados lo saben, por eso se acusa de fría a una grada que prefiere celebrar cuando haya algo celebrar. Aquí la euforia no es buena compañera de juego y hasta que no esté todo el pescado vendido no se levantan las campanas al vuelo. Esa es la sensación que había en los últimos meses de competición de la temporada 2012-13.

La recta final, con enfrentamientos directos, se presentaba crucial

La permanencia parecía segura después de una gran primera vuelta pero tras dormirse en varias fases de la segunda vuelta, el final de la Liga llegaba más apretado de lo deseado; aunque aun así parecía improbable que se acabara consumando un descenso que de haberse producido hubiera sido injusto. El Valladolid entraba en el mes de mayo con 40 puntos, a solo dos de los necesarios para una salvación imaginaria que se marca todas las temporadas. A falta de cinco partidos para el final de la Liga la continuidad en Primera estaba casi asegurada aunque todavía faltaba por jugar contra Real Madrid y Barcelona y enfrentamientos contra rivales directos como Deportivo y Celta de Vigo.

Mayo recibió al equipo de Djukic con la visita al Bernabéu. Una empresa complicada la de visitar uno de los templos futbolísticos mundiales, pero nada a lo que el plantel que dirigía el técnico serbio no pudiera plantar cara. Y así fue. A pesar de la camiseta de apoyo a Madrid 2020 que lució el Valladolid durante los noventa minutos, los pucelanos no habían viajado a la capital de turismo. La imagen mostrada por los jugadores blanquivioletas fue inmejorable; salvo por la derrota final que no se merecieron. El partido fue un derroche de goles y movimiento en las dos áreas. Siete goles que empezaron con uno de Óscar que hacía creer en la machada y que acabaron con un latigazo de Sastre desde fuera del área que dejó una sonrisa a todos los aficionados albivioletas.

Después de dejarse la piel en el coliseo blanco, el once de mayo tocaba recibir al Deportivo de la Coruña. El equipo que por aquel entonces entrenaba Fernando Vázquez llegó a Valladolid jugándose la vida desde el antepenúltimo puesto. El partido no tuvo mucho juego y se decidió por un gol de Guerra, que acabó la temporada enchufado. Estos tres puntos fueron los últimos que consiguió el Valladolid en la Liga BBVA 2012/13 y sumaba así los 43 que permitieron al equipo acabar la temporada con tranquilidad puesto que consumó la permanencia con esta victoria.

Los jugadores del Pucela celebraron sobre el césped la permanencia, tras vencer al Deportivo. (Foto: Real Valladolid).

Relax con la permanencia en el bolsillo

Tras conseguir la permanencia contra el Dépor, el Valladolid viajaba a otro de los templos del fútbol español; esta vez tocaba ir hasta Barcelona para jugar en el Camp Nou. A pesar de la tranquilidad con la que los de Djukic afrontaban el partido, tampoco perdieron la cara al mismo de manera ostentosa. El resultado final de 2 a 1 reflejó la superioridad local pero también la combatividad visitante. Víctor Pérez fue el encargado de hacer el gol en el minuto 86 desde el punto de penalti.

El Celta fue superior en Zorrilla ante un Pucela ya salvado

De nuevo, tras jugar contra uno de los punteros de la Liga llegó a Valladolid un equipo gallego. Esta vez fue el Celta de Vigo el que viajó hasta Zorrilla para conseguir llevarse los tres puntos que le permitieron enfocar la última jornada con muchas opciones de salvarse. El choque se lo llevaron los celestes, en esta ocasión rojinegros, por 0-2. El Valladolid se mostró un tanto indolente y bajó el nivel de manera visible. A pesar de la derrota el equipo de Djukic tuvo varias ocasiones para materializar un gol que finalmente no pudo subir al marcador.

El encuentro que cerró la temporada para el Real Valladolid llevó a los blanquivioletas hasta las islas baleares para jugar frente al Mallorca. Los blanquivioletas sumaron otra derrota, esta vez por 4-2. El Mallorca dominó durante los 90 minutos, ya que era el que se estaba jugando la permanencia, que a la postre no pudo conseguir por la victoria del Celta de Vigo contra el Espanyol.

El Valladolid no fue rival para un Mallorca que necesitaba la victoria. (Foto: RCD Mallorca).

Con estos últimos cinco partidos el Valladolid cerró la temporada en la decimocuarta posición con 43 puntos en su casillero. Seis puntos de ventaja sobre el descenso, lo que para ser la campaña de la vuelta a Primera División es un buen bagaje. Sobre todo en cuanto al nivel futbolístico que mostró el equipo durante los algo menos de diez meses que duró la competición doméstica. Después de esta exitosa campaña la siguiente tarea era que Djukic no fuera tentado por un club más grande y pudiera acabar su proyecto de tres años en Valladolid. Deberes difíciles para la secretaría técnica, que más tarde no podrían retener al técnico serbio ante la llamada de Valencia.

Terminó la temporada, comenzó el mercado

El verano no estuvoexento de polémica. La marcha de Ebert, la búsqueda de un nuevo técnico, fichajes urgentes en las bandas e incorporaciones tremendamente exóticas detonaron las páginas de todos los noticieros locales. El fin de una etapa dejaba sitio al comienzo de una nueva. Mirsolav Djukic decía adiós al que fue su equipo durante dos exitosos años y Juan Ignacio Martínez se estrenaba como técnico en tierras del Pisuerga. En principio, se iba a mantener ese estilo de juego que encandiló al aficionado, los automatismos de la máquina blanquivioleta iban a ser los mismos y la columna vertebral que llevó al club a Primera no sería quebrantada.

Los escarceos de Patrick Ebert con el Atlético de Madrid durante la temporada regular no continuaron en verano, el Valencia, interesado en él, no se pronunciaba definitivamente al respecto y, finalmente, el teutón se quedó en casa. Balenziaga, uno de los pilares básicos del Real Valladolid durante los últimos años, marchaba al club de sus amores, al que realmente partencia, el Athletic Club de Bilbao. El alto coste de Manucho obligaba a las altas esferas del equipo a buscarle una salida, pero el angoleño, reticente, optó por rechazar cualquier oferta que no fuera de algún conjunto europeo. El ariete también vestiría los colores cárdenos para la temporada 13/14 a sabiendas de que se buscaba otro delantero para suplir a Javi Guerra y, en consecuencia, dejarle como tercer delantero del equipo.

El portero venezolano Dani Hernández era cedido al Asteras Trípolis firmando antes una ampliación de contrato con los castellanos. El hasta entonces titular por delante de Jaime se despedía de tres años con la entidad morada, envuelto por la polémica de si era válido para la Primera División. Henrique Sereno también tomaba otro rumbo, el Oporto, su club de procedencia. Ahora, el zaguero milita en el Kayserispor de la Liga turca tras acercar posturas con el Niza, el Colonia e incluso el propio Valladolid, que bregó estoicamente por hacerse con sus servicios. El último en salir fue Alberto Bueno, a un rival directo como el Rayo Vallecano. Su ficha era demasiado elevada como para poder cargar con ella y su rendimiento, muy por debajo de lo esperado desde el momento que firmó por la entidad albivioleta, siendo una estrella emergente de la cantera madridista. Neira, como no podía ser de otra forma, también salió aunque por la puerta de atrás al Estudiantes Tecos de la liga mexicana.

Las llegadas se hicieron esperar

Cerrado el capítulo de las salidas, el club entró de lleno en el período de fichajes. En plena inmersión por la búsqueda de un nuevo entrenador, Juan Ignacio Martínez se topó en el camino del Real Valladolid. Su marcha del Levante, con el que consiguió tantos éxitos, le dejó libre para fichar por algún equipo que aún no tuviera entrenador. Después de la cantidad de nombres que llovieron a Carlos Suárez (Di Canio, Maradona, Manzano…) el Presidente se decantó por el alicantino que, aunque no fuera conocido precisamente por el juego de toque y posesión, su trayectoria en el club granota le bastó para tener un hueco en el banquillo del José Zorrilla.

Harold Lozano recomendó dos jugadores colombianos, que no han terminado de cuajar

Con la cabeza del proyecto ya definida, los fichajes de hombres de campo empezaron a sucederse. Mariño llegó el primero a socorrer un proyecto tardío con vistas a estrellarse. El meta gallego no contaba para la plantilla del Villarreal y, el Valladolid, con una de las porterías más deficientes de la Liga, aprovechó la oportunidad de llevarse cedido a al experimentado cancerbero de 22 años. Días después se hizo oficial el fichaje del colombiano Gilberto “Alcatraz” García, lateral derecho procedente del Once Caldas. Las expectativas puestas en él eran muy altas. Su disparo lejano, cabalgadas por la banda derecha y su polivalencia le hicieron debutar en la selección cafetera. Harold Lozano, ex jugador del Valladolid, recomendó a Alberto Marcos su fichaje, acompañado del también suramericano Humberto Osorio, que, a la poste, se convertiría en integrante del plantel morado. Tras unas cuantas pruebas, el esperado Alcatraz se ha ido apagando. Apenas unas cuantas muestras de su calidad y otras muchas de su falta de recorrido en una liga potente como es la española.

El siguiente en llegar fue el franco-marroquí Zakarya Bergdich, lateral zurdo de amplia zancada y poca técnica que enamora al respetable cada vez que sale al terreno de juego. En el Lens y en la selección sarracena jugó como zaguero, actuó como un verdadero cerrojo en esa zona aunque sus intrépidas entradas cercanas al área solían dejar a su equipo con diez y con el balón expectante en la línea de once metros. Juan Ignacio Martínez le ha usado como carrilero, puesto en el que ha sobresalido y ha ganado la partida a dos extremos puros como Omar Ramos y Valdet Rama.

Los Anexos del José Zorrilla siempre han sido buen escenario para estrambóticas pruebas como ha sido Heinz Barmettler. El central suizo-dominicano estuvo a prueba quincenal antes y durante la pretemporada. Sorprendidos por el alto rendimiento que mostró el exótico jugador, se le ofreció un contrato que, obviamente, aceptó. Ahora, el jugador no cuenta para el entrenador, de hecho, ha declarado que su contratación fue un gran fallo. Tan solo ha disputado un encuentro y parece que no va a disputar muchos más. Su trayectoria, nada lúcida, se compone de unos cuantos años en el Zürich, un par de encuentros en el Inter de Bakú y otros tantos en el Vaduz.

Humberto “El Zorro” Osorio fue el penúltimo en llegar, tras más de un mes de “tira y afloja” con representantes y empresas a las que pertenecía el jugador, la delantera estaba por fin cubierta. En un principio, las negociaciones fueron de viento en popa, con los periódicos colombianos afirmando su fichaje y con los aficionados del Valladolid viendo vídeos para documentarse sobre “la perla” que, según decían, llegaba a la ciudad. No ha tenido muchas oportunidades de reivindicar todo lo que alababan desde Argentina y Colombia sobre él. De momento, la estrella prometida está siendo un fiasco de los grandes.

Osorio no ha terminado de cuajar en el Real Valladolid. (Foto: ABC).

En último lugar llegó el tan esperado Fausto Rossi, un joven medio centro de la Juventus, cedido en el Brescia que se ha convertido en una de las piezas claves de la alineación del técnico levantino. Ya el año pasado se intentó cerrar su fichaje pero en los estertores del cierre del mercado veraniego, un fallo en la conexión de Internet acabó por dejar al italiano en Brescia, a los lombardos sin Kasami y al Valladolid con las manos vacías. Una historia rocambolesca, digna de artículo y mención.

En corto, los fichajes han sido un fracaso comparados con los de la temporada anterior (Ebert y Rukavina) aunque se salvan algunos como Bergdich o Rossi. Con el cierre de la primera vuelta cercano, se espera hacer algún fichaje invernal y poder mejorar la situación balompédica que hoy se vive.

En cuanto a la pretemporada, el Valladolid hizo una concentración en San Pedro del Pinatar (Murcia) que se saldó con dos victorias frente a Huracán Valencia y Almería y una derrota frente al Elche. Seguidamente, el navío blanquivioleta, aún sin todos los tripulantes, jugó una serie de amistosos por toda la geografía española. En Albacete ganó por cuatro goles, en Luarca contra el Sporting se empató a uno y en Burgos frente al Osasuna también se obtuvo el mismo resultado. Una semana antes de disputar el encuentro ante los pamplonicas, el cuadro de Juan Ignacio Martínez se desplazó hasta Olbia (Italia) para jugar contra el Cagliari, en un partido que acabó con empate a nada y con los primeros minutos de Osorio sobre el campo.

El stage de pretemporada fue bastante bueno, sobre todo en su tramo inicial aunque dejó por el camino graves lesiones que ya se acarreaban desde tiempo atrás como es el caso de Larsson, Víctor Pérez u Óscar.

La Liga 2013/14 empezó con dudas

Con la plantilla cerrada y el nuevo técnico ya asentado en el club, comenzó la Liga. Zorrilla era escenario del primer encuentro de la nueva temporada, y el Athletic el rival. No comenzó según lo esperado, pues los de Valverde lograron llevarse los tres puntos merced a un choque muy serio. Ebert demostraba desde la primera jornada su calidad, que no servía para lograr algo positivo. El guion no cambiaría en la segunda jornada, ante un Villarreal que se supo reponer al tanto inicial de Javi Guerra, quien ya comenzaba su estrecha relación con el gol. De nuevo, el resultado de 2-1 fue el que imperó en el electrónico, dejando con cero de seis puntos posibles a los de Juan Ignacio.

Con esta extrema necesidad de puntuar, el Valladolid se dio cita con el Getafe. Un encuentro gris, sin claridad, pero que resultó positivo en cuanto el resultado. Marc Valiente, a la salida de un córner, puso el único gol del choque, dando los tres primeros puntos a los pucelanos.

La victoria ante el Getafe disipó las dudas iniciales

El Real Valladolid encaraba el mes de septiembre con un poco más de optimismo tras reponerse de los varapalos sufridos en las dos primeras jornadas. Tras vencer al conjunto azulón, el calendario de la competición se detuvo momentáneamente por la celebración de los compromisos de las selecciones. Juan Ignacio Martínez tuvo así un par de semanas para afrontar y preparar de manera adecuada el importante duelo en el Estadio Martínez Valero frente al Elche, un equipo que tenía un punto menos que los pucelanos en la clasificación de la máxima categoría del deporte rey en España.

El choque contra los ilicitanos estuvo cargado de tensión con motivo de la igualdad existente entre ambas plantillas, si bien es cierto que los hombres de Fran Escribá fueron superiores a su adversario durante un buen tramo de la contienda y merecieron un premio mayor por su esfuerzo constante a lo largo de los 90 minutos. Aun así, el cuadro castellano estuvo muy ordenado y bien replegado atrás, tratando de aprovechar la velocidad de sus carrileros y de sus extremos para salir rápido al contragolpe y pillar desprevenida a la zaga blanquiverde con la intención de sumar una valiosa victoria ante un rival que les arrebató la opción de pelar por el ascenso a Primera División en los play-off de la campaña 2010/2011.

Una vez que los blanquivioletas comenzaron a sumar puntos y algo de confianza para la celebración de los siguientes envites ligueros, sobre todo teniendo en cuenta las dudas generadas tras sendas derrotas en los dos primeros partidos oficiales de la presente campaña, el conjunto vallisoletano debía enfrentarse a continuación con uno de los equipos más en forma tanto a nivel nacional como mundial: el Atlético de Madrid. Los pupilos del Cholo Simeone llegaban a orillas del Pisuerga con la idea de proseguir en la misma línea que hasta ahora, encontrándose al frente de la tabla clasificatoria junto con el Barça y sin haber dado ninguna concesión a los rivales que se habían interpuesto en su camino. Los locales aguantaron el empuje de los colchoneros hasta el comienzo del segundo acto, cuando Raúl García en primera instancia y posteriormente Diego Costa hicieron que se esfumaran las pocas opciones de los pucelanos de lograr al menos un empate contra la máquina rojiblanca.

La siguiente parada en el calendario de Juan Ignacio y de los suyos era el Estadio Ciudad de Valencia, una cita que sería realmente emotiva y sentimental para el entrenador alicantino debido a que supondría su regreso a la que fue su casa a lo largo de las últimas campañas. Enfrente estaba un Levante que se había repuesto de la escandalosa goleada encajada en el Camp Nou en el primer duelo del campeonato doméstico, manteniéndose en estas fechas dos puntos por encima del plantel albivioleta. El enfrentamiento estuvo marcado por la rigurosa expulsión de Zakarya Bergdich minutos antes del descanso, un hecho que condicionó el rendimiento de los castellanos en el encuentro y que obligó al cuerpo técnico a hacer una serie de ajustes con el objetivo de afianzar las tablas que lucían en el luminoso al final de la primera mitad. Diego Mariño y Javi Guerra confirmaron su extraordinario momento físico y anímico al convertirse en los verdaderos artífices del punto obtenido aquella noche frente al cuadro dirigido por Joaquín Caparrós.

Guerra logró un gran gol en el Ciutat para dar un empate a su equipo. (Foto: El Confidencial).

El próximo oponente del Real Valladolid sería el Málaga, un duelo que se antojaba complicado para ambos conjuntos especialmente por la saturación de minutos que llevaban sus jugadores en las últimas semanas (cuatro choques en poco más de diez días). La confrontación fue apasionante y vibrante, puesto que se vio un continuo intercambio de golpes que agradó a los espectadores pero que molestó en más de una ocasión a los preparadores de ambas plantillas. Aun así, las tablas que reflejaba el electrónico tras el pitido final del colegiado dictaron justicia en un duelo que estuvo muy parejo desde el principio hasta el final del mismo.

Octubre, mes de remontadas épicas

En cuanto al mes de octubre, la Ciudad Condal y el Barcelona serían una auténtica prueba de fuego en el camino de los blanquivioletas en este curso futbolístico. Mucha gente consideraba oportuno el hecho de dar por perdida la contienda antes de bajar del autobús, pero lo cierto es que los castellanos pusieron en apuros al campeón de la Liga BBVA durante un buen tramo del partido. No obstante, los culés acabaron con el sueño pucelano gracias a una magnífica actuación de Alexis y Neymar para imponerse por un contundente 4-1 y mantenerse invictos acompañados por el Atleti.

Quince días transcurrieron hasta la siguiente jornada, la novena ya de la competición, la cual enfrentaba a los vallisoletanos contra el Sevilla. Los hispalenses se encontraban con nueve puntos en la clasificación, tres por delante de su oponente. El conjunto andaluz dominó tres cuartas partes del choque, aunque el empuje de los pucelanos merced al apoyo constante de su parroquia y el excelente partido que le estaban sacando a las jugadas de estrategia hizo que los albivioletas levantaran en los compases finales del duelo los dos tantos de desventaja que tenían en el marcador. Patrick Ebert y Manucho fueron los encargados de perforar la red de la portería defendida por Beto, mientras que Unai Emery contemplaba atónito desde el banquillo la forma en la que sus hombres habían desperdiciado una idílica ocasión de conseguir un triunfo muy relevante en el Estadio Nuevo José Zorrilla.

El Valladolid logró dos empates consecutivos en casa de forma épica, remontando ambas ocasiones un 2-0

Después del empate in extremis obtenido en casa frente a los sevillistas, el cuadro pucelano viajaba a la capital para medirse al Rayo Vallecano de Paco Jémez, su víctima favorita del torneo ateniéndonos a las estadísticas de los últimos precedentes entre franjirrojos y castellanos. El choque supuso una verdadera inyección de moral para los blanquivioletas, sobre todo al dejar totalmente sentenciado a su oponente nada más arrancar los segundos 45 minutos tras ser Daniel Larsson el elegido para beneficiarse de un desbarajuste defensivo de los madrileños. Las tres dianas de ventaja con las que los vallisoletanos doblegaron a su adversario invitaban al optimismo de cara a afrontar los próximos envites del campeonato doméstico, haciendo hincapié de nuevo en el extraordinario rendimiento que Javi Guerra estaba dando a los suyos en este arranque de la temporada 2013/2014.

Tras la exhibición en el escenario rayista, tocaba dejar de lado la euforia para enfrentarse a la Real Sociedad a orillas del Pisuerga. Al igual que pasara diez días atrás frente al Sevilla, los hombres de Juan Ignacio se repusieron de un marcador adverso para firmar un meritorio empate que pudo terminar en victoria si Patrick Ebert hubiese batido a Claudio Bravo en una pena máxima que podría haber supuesto el broche de oro a una remontada antológica.

Los de Juan Ignacio lograron dar la vuelta al marcador y empatar ante la Real Sociedad. (Foto: Real Valladolid).

Irregularidad final

Después de un curso con luces y alguna sombra puntual, el 2013/2014 plantó de nuevo al Real Valladolid y a sus aficionados en la cruda realidad: son un equipo diseñado para luchar por la permanencia. El sufrimiento va en el ADN del Pucela por mucho que se intente obviar. Y la recta final del año 2013 no hace más que corroborarlo.

El mes de noviembre, en el que Castilla empieza a sufrir unas inclemencias meteorológicas más propias de la tundra rusa que de España, comenzó con rabia, frustración y malas noticias para el equipo de Zorrilla. Los de Juan Ignacio afrontaban uno de esos partidos en los que no se ponen tres puntos en juego, sino tres y medio o incluso cuatro: visitaban Almería. En un partido infausto contra un rival directo, un gol ilegal de Rodri con la mano frustró las tentativas castellanas de volver a casa con algo positivo en el macuto.

En esta indefinida rotación entre luces y sombras llegó luz para el Valladolid, ya que a la semana siguiente se hizo con un punto en el siempre complicado Mestalla. El dos a dos fue el resultado de un partido más que decente de los albivioletas, jugando de tú a tú a un rival superior.

Osasuna, por segunda vez en el año 2013, se llevó los tres puntos de Zorrilla

Con esta pequeña inyección de moral llegó la hora de recibir en feudo propio a las huestes de Javi Gracia, a un Osasuna con quien presumiblemente el Pucela peleará por no descender dentro de unos meses. A pesar de la importancia del choque, pues de ganar a los rojillos llegaría a orillas del Pisuerga un soplo de aire fresco al igual que a Pamplona una sucesión de miedos, pasó lo indeseado.

En un partido francamente horrible, pues se han visto duelos más entretenidos en las categorías inferiores del fútbol patrio, los navarros se llevaron el gato al agua. Un gol en las postrimerías de los 90 minutos dejó con cara de bobos a los locales y les hizo ver, a quienes no lo supieran ya, que está muy caro ganar en Primera.

Los fantasmas se asientan

La derrota, además de la forma en a que se recibió, confirmó los temores de los siempre propensos a la duda vallisoletanos."¿Vale este equipo?", se preguntaban algunos. Otros directamente afirmaban que son carne de Segunda. Una muestra más de esa bipolaridad pucelana que cuando se riega con el miedo acaba dando lugar a una mezcla para nada positiva.

La visita al Bernabéu no cambió en demasía esta tónica, ya que es una plaza en la que muy pocos sals. Borrón y cuenta nueva, decían algunos. Y así fue, ya que no debe rumiarse una derrota por cuatro cero contra el Madrid, es como si un velero se siente mal por haber sido hundido por un portaviones de la Armada norteamericana.

El partido importante era el siguiente en casa, contra el Celta de Vigo. Entre medias, -ya saben, caprichos de este incomprensible calendario-, llegaba el primer trago de la Copa contra el Rayo. El encuentro, que debió de ser calificado para mayores de 18 años por el frío y el tedio máximo que sufrieron los espectadores, acabó con un vulgar cero a cero.

Y llegó el día D. El Celta rendía visita a un estadio que se le da bien, así que el Valladolid tenía el doble reto de luchar contra los gallegos y contra la historia ¡Vaya desafío! A pesar de lo que alguno podría haber pensado, los de Juan Ignacio Martínez vencieron holgadamente con un triplete de un Javi Guerra que está tirando, y de qué manera, del carro vallisoletano. Tras pisar por vez primera los puestos de descenso, esta goleada sirvió para recuperar sensaciones y, como diría Laporta, que el aficionado exclamara que "no estamos tan mal".

Las sorpresas del año

Las decepciones del año