El Real Valladolid visitaba Cornellà-El Prat con la moral recargada tras golear al Celta de Vigo, ya fuera de los puestos de descenso y con la idea de hacer olvidad la triste actuación en Copa del Rey. Factores que se cruzaban con la necesidad imperiosa de puntuar de un Espanyol, que titubeaba en Liga desde hace varias jornadas.

El planteamiento inicial parecía el adecuado, situando en liza el once de mayores garantías que podía colocar Juan Ignacio Martínez. Sobre el papel, aparecía Óscar González, que tras dos encuentros partiendo como suplente, se veía ya con la titularidad bajo el brazo. Volvía así una de las duplas más provechosas a orillas del Pisuerga de los últimos años, la formada por el salmantino y Javi Guerra. Uña y carne del gol albivioleta.

Errores mayúsculos en la salida del balón

El Real Valladolid planteó el partido como acostumbra, agazapándose en defensa con seguridad para salir tocando y dormir el partido. La transición, defensa a ataque, comienza con la salida del balón. Algo que el cuadro de Juan Ignacio Martínez acostumbra a realizar sin temor, arriesgando hasta puntos ilimitados, pero con la confianza de lograrlo a la perfección. Pocas veces son las que Diego Mariño o cualquier zaguero pucelano rifa el cuero hacia posiciones de ataque, sin haber antes tocado en línea defensiva para buscar un camino claro.

Ese fue el mal blaquivioleta. En el minuto 6 se vio ya como Bergdich trató de regatear en campo propio, perdiendo la posesión cerca del área y obligando a un lento Rueda a realizar una entrada a destiempo. El resultado, penalti en contra y primera pérdida seria de balón.

Lo mismo volvió a suceder hasta tres veces más en el encuentro, dando lugar a otros tantos goles periquitos. Los de Aguirre, que acostumbran a forzar los fallos al rival para aprovecharse de ellos, jugaron con un Real Valladolid que tan solo tuvo una ocasión para meterse en el encuentro.

Errores imperdonables, por arriesgar en exceso. El Real Valladolid no supo contrarrestar las virtudes de un Espanyol, que ejerció su presión intensa en campo contrario sin oposición alguna. El cuarto gol, es buen ejemplo de ello. Larsson recogió el cuero en el centro del campo, y condujo en exceso hasta perderlo. El resultado fue un centro desde el lateral del área y el tanto de Stuani, llegando desde segunda línea. La expresión máxima del juego catalán.

Óscar está de vuelta

Muchas eran las dudas alrededor de su rendimiento. El mediapunta salmantino salía de una larga lesión, y llegaba después de no haber completado grandes actuación al comienzo de la temporada. Sin embargo, ante el Celta completó ya un gran encuentro, regalando una exquisita asistencia a Javi Guerra con el exterior.

Frente al Espanyol se echó al equipo a la espalda, gozando de la mejor ocasión en el primer tiempo del Pucela, con un desmarque a la espalda llegando desde la segunda línea, recordando al Óscar de la temporada pasada. Y en la segunda mitad, con el choque ya resuelto, volvió a conectar con Guerra, con un centro medido a la testa del malagueño.

Una participación que deja entrever que Óscar, paso a paso, está regresando a su mejor nivel. Lo que sería el mejor regalo posible para su técnico, recuperar al máximo artillero de la temporada anterior y combinarlo con el actual goleador pucelano, en una dupla que es la más prolífica de cara a puerta de los últimos años.

Rueda, lento y lejos de su nivel

Pero si el Real Valladolid fue derrotado, aparte de los errores en la salida del balón, debió tener alguna otra explicación. Jesús Rueda cometió un inocente penalti, tras fallar en un despeje debido al error de Bergdich. Un fallo que demuestra que el canterano pucelano no está rindiendo a su mejor nivel en las últimas fechas.

Ante el Celta ya se le vio lento, siendo superado por Charles en varias acciones, especialmente aquella que terminó con una gran ocasión del cuadro celeste que atajó Mariño. En el día de ayer, el extremeño evidenció que el exceso de minutos le está pasando factura, ya que el Real Valladolid tan solo cuenta con dos centrales puros de nivel, sumado al comodín que es Peña. Rueda deberá volver a recobrar esa seguridad, que junto a Marc Valiente, les hicieron ser una gran pareja defensiva en la campaña pasada.

Víctor Pérez debuta con gol

Para terminar este breve análisis sobre lo sucedido en Cornerllà, no se puede obviar el debut en Liga de Víctor Pérez. Tras pasar un verdadero calvario, físico y moral, el centrocampista pucelano volvió a sentirse futbolista ante el Rayo en Copa, pero al igual que el resto del equipo, tan solo pudo correr y defender en la segunda mitad.

Juan Ignacio decidió arriesgar con él, y darle entrada en la Ciudad Condal. Pronto se vio conatos de la calidad del 22 albivioleta, dominando el centro del campo y distribuyendo el cuero de un lado a otro. Con un Espanyol relajado, se pudo vislumbrar al Víctor Pérez de tiempo atrás. Y como resultado de su empeño, materializó una falta directa, que supuso el 4-2, en principio sin significado para el cuadro pucelano, ya que no restaba tiempo suficiente para seguir empujando. Pero con un gran significado moral para el manchego, pues ve como el esfuerzo tiene sus resultados, y continuará trabajando ya recuperado para ser una pieza importante en los esquemas de Juan Ignacio.

Foto: LFP