Muchas son las sensaciones que ha dejado Patrick Ebert en su estancia en Pucela. Un año y medio del que se pueden extraer puntos tanto positivos como negativos, si bien es cierto que la parroquia albivioleta siempre podrá presumir con satisfacción de haber contado en sus filas con uno de los jugadores más talentosos y prometedores del panorama internacional. A pesar de las diversas polémicas que ha generado con motivo de su necesidad de abandonar el barco vallisoletano antes de lo previsto, es innegable que ha dado un gran número de alegrías a orillas del Pisuerga y que cuenta con cualidades más que suficientes para convertirse en un futbolista aún más completo.

La relación del teutón con la entidad blanquivioleta comenzó en el mes de julio de 2012, cuando el de Potsdam finalizara su contrato con el Hertha de Berlín y se comprometiera con los castellanos para las dos próximas temporadas. De esta forma, la banda derecha de los pucelanos quedaba realmente reforzada tras la incorporación del germano y de Rukavina, una dupla que formaría una conexión espléndida a lo largo de un curso futbolístico que estuvo marcado por numerosos altibajos en lo que se refiere al rendimiento colectivo del Real Valladolid en el campeonato doméstico. La expectación de los aficionados era enorme con la intención de contemplar las verdaderas aptitudes del extremo procedente de la capital de su país natal, teniendo en cuenta en todo momento la excelente trayectoria que le avalaba tras sus muchos años de dedicación en su anterior equipo.

El inicio de la Liga BBVA 2012/2013 fue muy satisfactorio en cuanto a la imagen del grupo y del propio Patrick hace alusión en el terreno de juego, dado que desde el principio dejó claro que su objetivo era triunfar en tierras castellanas de cara a madurar en todos los aspectos de su vida profesional y personal. Con el transcurso de las semanas se fue haciendo palpable la cuestión de que cada vez existía más armonía del germano con el resto de sus compañeros, quienes manifestaban su alegría por poder defender los colores del conjunto pucelano junto con un futbolista tan virtuoso como él. Aunque no era capaz de inaugurar su registro goleador a nivel particular, sí que daba muestras continuas de poseer una gran agresividad y un sacrificio increíble con la finalidad de ayudar en la medida de lo posible a que el equipo obtuviera las metas que se había planteado en el arranque de la competición.

Por algunos instantes los más optimistas llegaron incluso a soñar con la posibilidad de que el club de sus amores tuviera la ocasión de disputar la Europa League, manteniendo aun así los pies en el suelo al ser conscientes de que lo fundamental era garantizar la permanencia después de haber remado contra viento y marea dos difíciles años en la categoría de plata del balompié a nivel nacional. Asimismo, Ebert se había ganado el cariño y la confianza de los seguidores pucelanos en un abrir y cerrar de ojos con motivo de su naturaleza solidaria, su capacidad de trabajo en los entrenamientos y en los partidos, además de su facilidad para asociarse con sus camaradas en el tapete verde.

Ebert se había ganado el cariño y la confianza de los seguidores pucelanos en un abrir y cerrar de ojos

Sin duda alguna, el 29 de octubre de 2012 sería uno de los días más emotivos del jugador alemán en su carrera deportiva. Aquella tarde se disputaba la novena jornada del torneo liguero en la Primera División, siendo el Nuevo Estadio José Zorrilla el escenario que acogería el choque entre los albivioletas y la Real Sociedad, un duelo que se antojaba bastante complicado para los intereses de los pupilos dirigidos por aquel entonces por Miroslav Djukic pese a tener al público a su favor. Sin embargo, la contienda fue muy igualada y pareja merced al empuje y a la entereza que demostraron los locales a lo largo de los 90 minutos. Por lo que se refiere al nivel de Patrick Ebert, la figura del '20' pucelano brilló con luz propia y por fin pudo sacarse la espinita que tenía clavada al perforar la red de la portería custodiada por Claudio Bravo. Un gol que significaba el primer tanto del teutón con la entidad castellana, junto con la trascendencia que supuso al poder lograr un punto frente a la poderosa nave donostiarra.

Poco habría que esperar para volver a disfrutar de las efusivas celebraciones del germano en base a su olfato goleador. Las tropas pucelanas visitaban el Reyno de Navarra, actualmente conocido como Estadio El Sadar, para medirse a un Osasuna que se encontraba necesitado de puntos después de un inicio de campeonato en el que los pamplonicas habían conseguido un bagaje demasiado escaso. El desarrollo del compromiso recordó en muchas facetas del mismo al que se había celebrado la anterior semana en la capital de Castilla entre los vallisoletanos y los txuri-urdines, puesto que el cuadro rojillo llevó a cabo un planteamiento estratégico y defensivo con el objetivo de asegurar al menos un empate delante de su afición. Pero Patrick no estaba dispuesto a permitir que los hombres preparados aquella cita por Mendilíbar se salieran con la suya, por lo que en los instantes definitivos del envite ejecutó a la perfección una preciosa vaselina que superó a Andrés Fernández y permitió que el Real Valladolid se llevara los tres puntos de uno de los campos más exigentes en el territorio español.

Tendría que pasar casi un mes para que el astro germano volviese a saber lo que se siente al materializar una diana, concretamente en la decimocuarta jornada del campeonato doméstico que jugarían Sevilla y Pucela en el Ramón Sánchez Pizjuán. La escuadra blanquivioleta logró una renta realmente productiva antes del primer cuarto de hora del encuentro al colocar un sorprendente 0-2 en el electrónico a su favor, donde Óscar y el de Potsdam se unieron a las mil maravillas de cara a convertirse en una auténtica pesadilla para la zaga hispalense. El salmantino y Ebert anotaron y asistieron para desgracia de los seguidores sevillistas que acudieron aquella tarde al templo de los andaluces, quienes vieron cómo los suyos recortaban distancias en el marcador tras la reanudación gracias a un gol en propia puerta de Manucho. De todos modos, el despropósito del angoleño no privó a los castellanos de sumar un nuevo triunfo que les afianzaba y consolidaba firmemente en la zona media de la clasificación.

Una vez que los técnicos y los jugadores pudieron aprovechar al lado de sus más allegados de las fiestas navideñas, el regreso a la competición hacía presagiar una batalla bonita y apretada en las posiciones más comprometidas de la tabla liguera. El José Zorrilla acogía la última contienda de la primera vuelta, un partido que iba a medir las fuerzas de los locales ante el Mallorca, un conjunto que se encontraba en una coyuntura muy peligrosa tanto en el ámbito futbolístico como institucional. Y el calvario de los bermellones sería todavía mayor por culpa de la mejor actuación individual de Patrick Ebert luciendo la zamarra albivioleta, un duelo que se resolvió en los minutos finales del mismo gracias a la majestuosidad técnica y táctica del jugador teutón. El dorsal número '20' del cuadro presidido por Carlos Suárez decantó la balanza en beneficio de los suyos al marcar dos goles y repartir una asistencia a Óscar, demostrando nuevamente que ambos conformaban una de las parejas más fructíferas que se recordaban en los últimos tiempos en tierras vallisoletanas.

El calvario de los bermellones sería todavía mayor por culpa de Patrick Ebert

Por lo que respecta al segundo tramo de la competición, la productividad de los pucelanos y del propio 'Ebi' dieron un bajón bastante considerable en comparación con la magnífica línea exhibida en el intervalo inaugural de la temporada. No obstante, el equipo castellano pudo garantizar la salvación con tres jornadas de antelación al vencer por la mínima en su feudo al Deportivo de la Coruña, condenando a los gallegos prácticamente al ostracismo después de la espectacular remontada que los blanquiazules habían efectuado en la última parte del curso 2012/2013. El crack germano estuvo lidiando constantemente con las lesiones en el primer trimestre del nuevo año, aunque eso no le impidió convertir una verdadera obra de arte en Los Cármenes contra el Granada al botar un libre directo fantástico que se coló por la escuadra de la meta de su rival.

Una vez que se garantizó la salvación que tanta ansiedad había llegado a provocar en determinados momentos de la temporada, y dejando de lado la polémica originada en torno a la reunión del ex del Hertha de Berlín con el director deportivo del Atlético de Madrid, José Luis Pérez Caminero, Patrick afrontaba su segunda campaña en Valladolid con las mismas ganas e ilusión que en el curso previo. De hecho, se esperaba que fuera uno de los líderes del vestuario blanquivioleta flanqueado por otros pesos pesados como es el caso de Óscar, Javi Guerra, Víctor Pérez o Álvaro Rubio. Igualmente, la llegada de Juan Ignacio Martínez tras la marcha de Miroslav Djukic al Valencia hacía suponer que los jugadores más destacados del plantel pucelano hiciesen todo lo que estuviera en sus manos para facilitar la tarea del míster alicantino en el bando castellano.

Y la verdad es que Ebert comenzó el campeonato con la autoestima por las nubes, debido a que fue el encargado de transformar la diana del Pucela en la primera cita de la Liga BBVA frente al Athletic Club de Bilbao. Sin embargo, la diana del alemán no pudo evitar la victoria de los leones por un tanto a dos merced a los errores defensivos del conjunto local. Por lo que la aventura del antiguo entrenador del Levante a orillas del Pisuerga arrancaba con mal pie, sobre todo teniendo en cuenta que el goleador aquella noche se vio en la necesidad de abandonar el campo por unas molestias que le impidieron terminar la confrontación.

Los fanáticos del teutón tuvieron que aguardar hasta la cita número nueve para volver a festejar una diana de su ídolo, siendo además el salvador de sus compañeros ante el Sevilla en el escenario de los albivioletas en un compromiso que se puso muy cuesta arriba para los de casa con motivo de los zarpazos de Bacca y de Alberto Moreno a la media hora de encuentro. La hinchada castellana había perdido prácticamente la fe de puntuar en el envite frente a los de Nervión, pero en tres minutos mágicos Manucho y Patrick Ebert lograron darle la vuelta a la tortilla para desesperación de Unai Emery, quien no daba crédito desde el banquillo a la impresionante reacción de sus contrincantes y a la dejadez de sus hombres que les impidió llevarse un botín mayor de la ciudad que vio nacer a Miguel Delibes.

Tras el empate in extremis obtenido contra los andaluces, los blanquivioletas se desplazaban hasta Madrid con la mirada puesta en el duelo que deberían afrontar frente al Rayo en el Estadio de Vallecas. El crack germano fue el responsable de adelantar al cuadro dirigido por Juan Ignacio con un trallazo con su pierna izquierda ante el que nada pudo hacer Rubén, ya que el disparo se coló por la mismísima escuadra de su portería para la desolación de los espectadores franjirrojos. Si bien es cierto que el sufrimiento de los pupilos de Paco Jémez sería aún más grande merced a los goles de Javi Guerra y de Daniel Larsson, firmando un contundente cero a tres que significó el primer triunfo de los visitantes lejos de sus dominios.

El disparo de Ebert se coló por la mismísima escuadra de la portería de Rubén

La siguiente parada en el calendario del Real Valladolid era la Real Sociedad, un equipo que no afrontaba con las mismas garantías el presente curso como el anterior pero que de todos modos suponía una seria amenaza para los castellanos. Así fue como los donostiarras se colocaron con un claro 0-2 en el luminoso gracias al doblete materializado por Antoine Griezmann, pero Larsson y Guerra devolvieron la igualdad al electrónico desatando el júbilo de toda la parroquia pucelana. El choque estaba transcurriendo de semejante manera que el de hace un par de semanas contra los hispalenses, aunque en esta ocasión tendrían la oportunidad de alzarse con los tres puntos con motivo de una pena máxima decretada por el colegiado justo antes de que diera por concluido el enfrentamiento. 'Ebi' asumiría la responsabilidad de tirar el penalti con la sangre fría que le caracteriza, adivinando Claudio Bravo sus intenciones sobre todo porque no fue el lanzamiento más certero desde el punto fatídico que se le recuerde al genio de Potsdam.

Los próximos meses de Patrick Ebert en la capital de Castilla estuvieron marcados por su falta de consistencia y de ritmo para jugar de forma seguida y persistente. La última vez que pudo vestirse de corto para defender los colores blanco y violeta fue el pasado 20 de enero de 2014 en el partido disputado en San Mamés, donde los vascos se impusieron con certeza por cuatro dianas a dos pese al esfuerzo general y la inconmensurable actuación de Diego Mariño durante los 90 minutos. A partir de ahora el Spartak de Moscú será el nuevo club del impávido teutón, un futbolista que ha cumplido un ciclo grato a la par que intermitente en tierras vallisoletanas y que jamás será olvidado por sus aficionados. Sin ningún atisbo de duda, su visión de juego dentro del campo, su habilidad para asistir a sus compañeros y su portentoso disparo son las principales facultades que mejor definen al que a lo largo del último año y medio ha portado el dorsal '20' del Pucela.

Fotos: blog.actualidadpucela.com // Intereconomía // Mundo Deportivo // pucelanos.com

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