La trayectoria de Patrick Ebert en el Real Valladolid ha sido un camino de luces y sombras. El mejor jugador técnicamente que, en los últimos años, ha vestido la zamarra pucelana, demostró el porqué de su contratación. Un jugador así, difícilmente está a la altura de las posibilidades económicas del club pucelano, por lo que para recalar a orillas del Pisuerga, debía haber un factor extra. No uno, sino dos, han sido los determinantes con los que Ebert llegó a Valladolid y que ha mostrado en este año y medio.

Las lesiones y la mentalidad del jugador. No fueron visibles hasta entrada ya la temporada pasada, cuando el teutón cayó lesionado y comenzó a protagonizar episodios varios en los que buscaba nuevo equipo, alternándolo con lesiones musculares que impidieron ver su regularidad. Del mejor Ebert, se pasada al peor. Luz y sombra, día y noche.

Las lesiones, pan de cada día

En su carrera futbolística, Ebert se ha caracterizado por ser un futbolista frágil, “de cristal”, propenso a las lesiones y con una alta probabilidad a sufrirlas. No fue menos en su etapa como blanquivioleta, al sufrir diversos problemas musculares que impidieron verle más encuentros sobre el césped. La primera de ellas llegó antes de finalizar el 2012, y le tuvo algo menos de un mes apartado de los terrenos de juego; pero esta coincidió con las vacaciones de Navidad, haciéndose más llevadera.

A su regreso, maravilló a la Liga con un estratosférico encuentro ante el Mallorca, pero una semana después, volvió a recaer, en la que fue la lesión más duradera del teutón. Más de dos meses sin poder disputar minuto alguno, algo que desesperó a la afición pucelana. Ebert terminó la temporada sin problemas, y comenzó la presente. El Real Valladolid había logrado retenerlo.

Ebert se duele sobre el césped en una de sus lesiones. (Foto: Real Valladolid).

En esta campaña, ha alternado periodos de lesión con otros sin sufrir molestias, siendo su rendimiento óptimo en gran parte de los encuentros disputados, consiguiendo goles como ante el Athletic o Rayo. En un jugador de su debilidad física, puede ser habitual perderse ciertos choques de la temporada. El jugador, que parecía implicado con el grupo, no dio sensaciones de querer abandonar la nave pucelana, no había indicios de ello. Pero la calma precedería a la tempestad.

El principio del fin

Volviendo al pasado, a mediados de la temporada pasada, se destapó toda la operación que Ebert trató de llevar a cabo. Ya desde ese momento, la intención del de Postdam era abandonar cuando antes el Real Valladolid, club que le devolvió al fútbol. El ‘caso Ebert’, o lo que es lo mismo, las reuniones que el alemán llevó a cabo con el Atlético de Madrid, primer club interesado. Caminero, director deportivo colchonero y viejo conocido en Zorrilla, trató de adelantarse y llevarse a Ebert. Muchos tira y afloja que al final, quedaron en nada.

(Foto: EFE).

Esta fue la primera ocasión en la que Ebert demostró cierta falta de compromiso, pero tras el paso de los meses, quedó en el olvido. El verano, a pesar de los rumores, continuó con calma, y Ebert permaneció en las filas pucelanas. El mercado de invierno abría la posibilidad tanto al jugador alemán, de encontrar una salida apetitosa, como al Real Valladolid, de sumar una cantidad de dinero que no ganaría si este se marchara a final de temporada, con el contrato finiquitado.

‘Ebi’, como se hizo conocer esta temporada al llevarlo impreso en la espalda de su camiseta, ya había mostrado su intención y deseo de cambiar de aires, pero el Presidente pucelano, Carlos Suárez, se mostró inapelable. Las cuentas estaban sobre la mesa, y Suárez no iba a ceder en su empeño.

Estallido final

Ninguna de las partes se entendía con la otra, el nuevo representante del jugador alemán apretaba como nunca, y el futuro parecía complicado. Y como viene siendo normal, desgraciadamente hoy en día, la bomba estalló. Ebert se negó a jugar ante el Villarreal, encuentro que por cierto su equipo venció con un cambio notable, y el Real Valladolid decidió expedientarlo y apartarlo.

Desde ese instante el jugador alemán comenzó a entrenarse en solitario, a primera hora de la mañana, pero sin mostrar en ningún momento mala cara. A pesar de las críticas que llovieron de compañeros, quienes le apuntaban como oveja negra del rebaño, Ebert se mostró implacable. En sus entrenamientos, trabajaba con normalidad, y los empleados del club que se hicieron cargo de ello no tuvieron queja alguna en ningún momento. La rebeldía de Ebert, parecía, realizada como si de un títere se tratase, dominado por su representante, uno de los principales causantes del llamado “plan B” que optó por tomar en marcha el teutón.

Ebert se ejercitó en solitario durante sus últimos días como jugador del Pucela. (Foto: Redeca Diaz).

El Real Valladolid le buscaba salida, siempre con el mínimo de los requisitos económicos marcados por Carlos Suárez. El mercado terminó, y sus únicos destinos posibles eran Rusia o Turquía. Las negociaciones se presentaban complicadas, y el alemán hasta viajó a Moscú para reunirse con el Spartak, equipo que más interés puso. El avance era lento, paso a paso, hasta que Ebert decidió saltarse etapas y llegar a la meta antes de tiempo.

Los hechos ya son conocidos, con la ruptura de contrato y el fichaje por el Spartak. De momento, el Real Valladolid se mantiene expectante, aunque todo indica a una respuesta legal contra el jugador alemán.

Esta es la historia de Ebert, desde el punto de vista negativo, con todas sus lesiones y acciones extradeportivas. Algunas de ellas curiosas, como la lesión producida por andar en bicicleta cuando estaba en periodo de recuperación de una previa. Hechos que demuestran lo que ha sido Ebert en el Real Valladolid, cielo e infierno, luz y sombra. Magia y espantada.

La magia de Ebert

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