Que la salsa que da sabor al fútbol son los goles solo puede ser discutido por quienes se pierden en los tecnicismos del deporte rey. El fútbol está hecho para marcar goles e intentar que no te los marquen a ti. Capaces de hacer que durante una semana la afición de un equipo esté sumida en la más absoluta tristeza o en la mayor de las alegrías, dependiendo de cuantos de esos goles están en su marcador o por el contrario perforaron su portería. Goles son amores; el aurea que les rodea les otorga un misticismo que embelesa incluso al más reacio. Se pueden marcar de muy diferentes formas y estilos y cualquier parte del cuerpo -sí, la mano también si sabes cómo hacerlo sin ser visto- sirve para alojar el esférico en la red.

De jugada ensayada tras botar un balón parado, de pases cortos por la parcela central del ancho césped, de balones colgados desde la banda, de penalti o en propia puerta; todos los tantos valen lo mismo si el árbitro decide que el gol es legal. Da igual el método, solo importa el fin. Puro teleologismo.

Noventa son los minutos que un equipo tiene para acercarse a la victoria con la mediación de los goles. Estos pueden llegar por un simple toque de azar o pueden no aparecer a pesar de las oportunidades creadas durante todo un encuentro. Puede ser justo antes de que el colegiado pite el final del partido o nada más dar inicio al mismo. Este último caso es el que llama más la atención por su naturaleza imprevista. Por la sorpresa generalizada.Porque un gol en el primer minuto de juego tiene mucho de ímpetu del que lo marca y dejadez del que lo recibe.

Ese es el caso que nos ocupa, puesto que en el enfrentamiento del próximo domingo entreReal Valladolid y Valencia se dan cita dos equipos que ostentan los dos primeros puestos de la clasificación de los goles más rápidos de la historia de la Liga BBVA. Ahí también cuentan los goles marcados cuando la Liga Española no llevaba nombre de banco. No se trata de que sean dos conjuntos que trabajen de forma específica esta fugaz manerade llegar al gol, porque esto es algo que no se entrena. Simplemente demuestra que en dos duelos expusieron ser los que más ganas tenían de ganar el partido desde el segundo uno de partido.

El gol que marcó Keita al Almería hace dos jornadas hizo tambalear por un momento la primera plaza en esto de los goles rápidos, que corresponde al ex del Real ValladolidJoseba Llorente. Muchas son las mediciones que se hicieron para ver si el cetro cambiaba de mano, pero finalmente el delantero guipuzcoano sigue ostentando el honor de haber sido el más rápido.

Seis décimas de diferencia

Ese es el tiempo que separa al tanto de Llorente con el de Keita, incluso menos. Exactamente son 0.56 segundos los que hacen que el gol del maliense no pueda ser considerado el más veloz de la historia de la liga. Si las sacamos de contexto, seis décimas valen para poco más que un pestañeo o una fuerte inspiración para armarse de aire ante lo que puede venir. A pesar de tener la misma naturaleza vertiginosa, ambos tantos se consiguieron de manera diferente.

El gol de Joseba Llorente fue de los que se pueden considerar como pillería. Una jugada entre dos futbolistas que se mueven con agilidad en los terrenos de la travesura. Víctor Fernández, el eterno capitán y ‘21’ del Real Valladolid, y Joseba Llorente, uno de los arietes más recordados y queridos en Zorrilla.

En diferentes artículos o entrevistas en las que hablan de este gol para la historia ambos reconocen que la improvisación fue su mejor arma. Nada había ensayado hasta pocos segundos antes de que diera comienzo el encuentro. Entonces con un escueto dialogo entre los delanteros se gestó el tanto más rápido de la historia hasta el momento. Víctor preguntó a Llorente que cómo se encontraba para esprintar en busca de la portería rival y el vasco respondió que estaba en perfectas condiciones. “¿Entonces a qué central prefieres el balón?” preguntó el menudo goleador y asistente aquel 21 de enero de 2008. A lo que Llorente respondió que le iba mejor el flanco izquierdo de la defensa. Y así ocurrió.

El árbitro dio comienzo al partido y tras pasarle el balón a su compañero, Llorente salió como un tiro hacia la portería rival. Mientras él corría como el que más Víctor hizo un amago de pase a la línea de medios pero decidió darse la vuelta y sin apenas levantar la mirada del césped lanzó un balón largo a la espalda de Torrejón y Lacruz -centrales del Espanyol aquella fría tarde de domingo-. Allí apareció Llorente para acomodar el balón con el exterior de su bota derecha y batir a Lafuente tras una tímida salida que facilitó las cosas al ‘9’ albivioleta.

Una jugada que podría estar sacada de la mejor mente del futbol y que bien pudo haber sido la enésima vez que la intentaban, pero no. Fue pura improvisación y precisión aniquiladora. Fue un escueto dialogo entre dos jugadores que tenían una conexión especial. Un intercambio de palabras que se tradujo en una bella y efectiva jugada.

Por su parte, el gol de Keita no fue tanto por una buena jugada personal o del equipo sino más por un tremendo error defensivo de sus rivales. El Almería fue el encargado de poner el balón en juego; algo no demasiado complicado y que no dejaba ver el inesperado gol valencianista. El delantero se la pasó al centrocampista para que la primera posesión del partido tuviera el control almeriense. Pero este se la cedió al centralTorsiglieri para que el equipo se colocara para sacar el balón jugado, pero ante lapresión incesante de Keita el balón acabó en un intento de pase hacia Esteban. El pase de Torsiglieri a su portero fue defectuoso, lo que aprovechó Keita para interceptarlo y alojar el esférico en la red en poco más de siete segundos.

Un tanto que subió al marcador por la carrera continua de Keita en busca de un posible fallo, como acabó ocurriendo. Un gol gracias a la constancia y el trabajo en la presión que el maliense realizó para llevar las dudas a una zaga almeriense que salió dormida al verde.

Los dos goles más rápidos de la liga se dan cita en domingo en Zorrilla. Del equipo del Valladolid que consiguió aquel gol contra el Espanyol solo quedan los capitanes Álvaro Rubio y Javier Baraja. Dos de los espectadores de primer nivel que pudieron disfrutar de aquella maravilla nacida de la espontaneidad. El Valencia intentará llevarse los tres puntos de Valladolid bien sea con un gol temprano o con un trabajo continuado durante todo el encuentro. Si al final consigue esos tres necesarios puntos seguro que mucho tiene que ver el trabajo incansable de un Keita que tiene el carné de trabajador del fútbol a tiempo completo.

Foto: As.