La historia de Sergio Canales está marcada por los infortunios, duros caprichos del destino. Aquel joven jugador, con rasgos de adolescente en el rostro, que sorprendió y encandiló a media España con la elástica del Racing; ha tenido que superar duras piedras en su camino. De Santander puso rumbo a Madrid, y de ahí, tras meses sin poder hacer gala de su calidad, a Valencia. En la ciudad del Turia, su trayectoria se define con una parte del cuerpo humano: la dichosa rodilla.

Hasta dos lesiones idénticas en la misma rodilla, cuando mejor nivel rayaba el cántabro, ennegrecieron su idilio con las gradas de Mestalla. De gran y prometedora promesa, a descalabro final. Sus últimos meses, esta misma temporada, con la zamarra ché, fueron muy irregulares; alternando buenas actuaciones con otras en las que se veía que Canales, no estaba. Y así fue, sin suerte, como abandono el Valencia, buscando una nueva aventura en la que poder recuperar su nivel de juego, la alegría y la sonrisa.

San Sebastián, nuevo hogar

La Real Sociedad le abrió sus puertas, avalando un perfecto estilo de juego para el cántabro, jugador con desborde y calidad suficiente para llevar la manija de un equipo en auge estas últimas campañas. Con esta carta de bienvenida, Jagoba Arrasate le acogió en su camada de cachorros txuri-urdines. Y no tendría que esperar para comenzar a portar la blanquiazul, puesto que el técnico vasco apostó por él desde el primer momento, dejando en el banquillo a jugadores como Xabi Prieto o Chory Castro, futbolistas importantes en el conjunto de Anoeta.

Sin embargo, una vez más, el cántabro no ha logrado despegar del aeropuerto. Sí ha realizado diversas maniobras, de excelente calidad, como si de tirabuzones en el aire se tratasen, pero la regularidad que se pide a jugadores de este calibre, no ha sido visible. Su zurda, esperada, no ha conseguido iluminar Anoeta.

Como narran las estrofas de la conocida canción de Mägo de Oz“y verás que mi voz, vive en ti, soy La Voz Dormida”; la calidad de Sergio Canales vive en él, dentro de él late una fuerza futbolística de enormes dimensiones. Un latido largo, durmiente, puesto que hasta ahora el fútbol que corre por las venas del cántabro no se ha podido vislumbrar con facilidad. Las piezas de ajedrez están dispuestas sobre el tablero, solo falta que Canales comience a mover peón. Todo San Sebastián guarda una gran esperanza en él, el primero de ellos Arrasate, por lo que solo es cuestión de esperar. O no, ya que en su última travesía a orillas del Turia finalizó en desastre.

Canales tiene en sus botas, más concretamente en la de su pierna izquierda, recobrar el prestigio personal perdido, para dejar de ser una promesa, y ser una realidad. Ante el Real Valladolid tendrá su ocasión, por lo que la zaga pucelana deberá atar en corto al cántabro, uno de los peligros de la Real Sociedad. Su magia puede regresar y así, afición y equipo podrá degustar su plato principal, o parafraseando al grupo español, cantarán, “volaremos por el arco iris”

Foto: Zimbio