La jornada veintinueve fue especial para los intereses del Real Valladolid. El paso de las semanas y la falta de puntos en el casillero hacen insostenible la situación que vive el Club. El tiempo apremia y ningún equipo de la zona baja puede permitirse fallar; sobre todo elValladolid que, en puestos de descenso, necesita seguir en la elite para existir. La veintinueve era la jornada clave, la final de finales entre combinados de baja estofa. Si se perdía, condenados quedaban; si se ganaba, la presión sería ligeramente menor. Pues ni ganar ni perder, sino empatar. El Rayo Vallecano, enfrentado a los castellanos en la tabla, se enfrentaría también físicamente. Mismo nivel futbolístico y mismos objetivos, aunque, por desgracia, no lo pareció. Sobre el campo, aunque ninguno desplegó un juego brillante, se vieron diferencias apreciables.

Un gol tempranero adelantó a los locales. Zé Castro, en propia a puerta, abría el marcador. El partido cayó aciago; el Valladolid no creaba ocasiones, perdía la pelota con facilidad y se le veía trabado en tres cuartos de cancha. Por el contrario, el Rayo Vallecano alzó las alas y, paulatinamente, se abrió camino hasta la portería de nuestro protagonista:Jaime, el meta paciente.

Rayo Vallecano. Jaime

El tanto que encajó fue lo de menos, aún habiendo sido un golazo, obra del ex blanquivioleta Alberto Bueno a pase estratosférico de Trashorras. La contienda, a partir de ese momento, se volvió aburrida, primando más Morfeo que el buen fútbol. Las ocasiones no faltaron en los estertores de los segundos cuarenta y cinco minutos, sobre todo por parte pucelana, aunque todas ellas fueron desaprovechadas. Las tablasfueron el resultado final, sin embargo, las sensaciones que los locales dieron fueron muynegativas, propias de un equipo que no encuentra acomodo, que no está cohesionado y con pocos argumentos que mostrar para revalidar candidatura a ser carne de Primera.

Aunque el tema que concierne no es precisamente la situación balompédica de los de Juan Ignacio, para entender las dudas que ha suscitado la portería, hay que explicar aún siendo a grosso modo, los problemas creados esta temporada, la anterior y, cómo no, la anterior de la anterior. Aquí comienza una historia de picos y valles, luces y sombras:Jaime, el meta paciente.

El ladrón del ascenso

El idilio de Jaime con el Valladolid comenzó hace cuatro años, aunque más que idílica fue una historia trágica. El de Valdepeñas partía como un archienemigo que, a la postre, se convertiría en aliado. Primeramente, apeó el solito a los vallisoletanos del pase de final al playoff de ascenso. Se ganó el encuentro de ida con gol de Óscar, resultado corto que desembocaría en una posterior goleada por tres en la que Javi Jiménez, ahora portero suplente en el Levante, tuvo especial relevancia y no precisamente por una buena actuación. Las expectativas del conjunto del Pisuerga dependían desde ese momento de reforzar la portería y, ¿quién mejor hombre que aquel que por su buen hacer les defenestró cualquier posibilidad de ascenso? Sin más dilación, el verano daba sus primeros pasos con la noticia de que Jaime Jiménez Merlo fichaba por el Real Valladolid después de que el Elche sucumbiera al poderío nazarí en su brega por juntarse con Madrid, Barcelona y compañía.

De villano a héroe

Innegablemente, el año fue duro. La plantilla sufrió una renovación desde la propia dirección de la misma: Djukic se subía a un navío destino la elite. El serbio, un hombre tranquilo, de sabias y concisas palabras, supo como coaligar a unos cuantos novatos con un puñado de veteranos de guerra. El Deportivo de la Coruña y el Celta de Vigo marcaban la cabeza clasificatoria, mientras el Valladolid, tercero en discordia, intentaba por todos los medios superar a sus vecinos vigueses, siempre máximos rivales, tanto dentro como fuera de un estadio. Finalmente, el gran año que cosecharon los equipos gallegos les permitió ascender de forma directa. Los de Miroslav -y Jaime- debían batallar en una nueva fase de promoción que se antojaba animosa y, al final, ceremonial.

Jaime

El Valladolid pronto se quitó de encima al Córdoba y el Alcorcón esperaba atento para dar la campanada en la final. Tal sorpresa no se produjo, aunque a punto estuvo de ocurrir. Siguiendo con lo esperado, los pobladores de la fría ciudad castellana salieron a las calles a festejar el triunfo, saludar y dar la enhorabuena a los soldados que consiguieron tan épica victoria, los ya apodados Soldados de Djukic. Para esa temporada los arqueros albivioletas fueron Jaime y Dani Hernández. El nuevo técnico no dudó en ningún momento que la titularidad sería para el ex ilicitano, mientras que Dani Hernández, cuyo comportamiento fue ejemplar después de saber que sería suplente, jugaba en Copa del Rey. Su temporada fue espectacular, tanto que se convirtió junto a Javi Guerra y Sisi en uno de los abanderados de aquel ascenso, ya grabado en la memoria de todo vallisoletano por ser quizá el que más emoción tuvo y el que se consiguió a base de una filosofía técnica que pocos equipos, por muy concienciados estén, pueden desplegar; producto de Djukic, también sea dicho de paso.

Las consecuencias de un nimio fallo

La segunda temporada del ex técnico del Valencia en tierras pucelanas tenía como objetivo no descender y dar una imagen aceptable. Los fichajes se demoraron mucho aunque, en la mayoría tuvieron un acierto rotundo, véase Rukavina y Ebert. El eje base que llevó al equipo al estrellato, reducido estrellato, siguió intacto. La portería, inquebrantable. Jaime representaba el carisma del jugador humilde, casi siempre segundón pero perseverante, que algún día llegaría a disputar importantes partidos en Primera. Dani Hernández, aunque no tenía las características que hicieron al manchego imprescindible, tenía un puesto garantizado como cancerbero suplente. Como pasara la campaña antecedente, los inicios en Liga fueron inmejorables y, rompiendo cualquier idea preconcebida sobre la cenicienta de la tabla, la salvación, al término de la primera vuelta, estaba al alcance de la mano.

Pero la hasta entonces inmaculada posición de portero empezó a ser discutida. Fue contra el Betis cuando Jaime perdió la confianza del míster. Llegado el minuto 44, los sevillanos montaron una contra. Un jugador dio un pase hacia delante, el balón encontró aRubén Castro y, los defensas del Valladolid, despreocupados de la consecución de la jugada, levantaban la mano pidiendo un fuera de juego inexistente. El cancerbero, se limitó a blocar de mala manera el cuero, dejando que este se le escapase de los guantes y poniendo en bandeja el que les pusiera por delante al ariete bético. La pifia fue bien comentada, objeto de burla y, lo más importante, causa de una suplencia muy prolongada.


Bien es cierto que el error costó tres puntos muy valiosos para un equipo humilde que se asoma con miedo a la puerta de cualquier Club de su división pero, desde el punto de vista de gran parte de la parroquia el castigo ante tal incidencia fue excesivo para un hombre que lo ha dado todo por sus colores, ha sido un profesional como pocos y tras la suplencia, ha seguido dando el cayo día a día, con el fin de progresar, estando en lasduras, como cuando los propios jugadores tenían que pagar dinero para tener un botiquín decente, y en las maduras, cuando el equipo, aclamado por la multitud, se echaba a las calles. El fútbol es injusto y, a veces, por un despiste momentáneo, la titularidad sale cara y más en una posición como la del portero, en donde se ven más los fallos que las virtudes y la suplencia es prácticamente eterna.

Dani Hernández se hacía con el puesto por primera vez desde que llegó al Valladolid. Ciertamente, combinaba partidos muy buenos con otros catastróficos, es decir, muy irregular. El hispano-venezolano tenía muchas carencias como su estatismo a la hora de salir a despejar, o su juego de pies, muy mejorable. Los aficionados ya buscaban recambios para la portería, de la que decían era la peor de toda Primera División. Empezaban a sonar Toño, Aranzubia, Lux… hombres que desde luego no mejorarían ni de lejos la calidad del de Ciudad Real, pretendido, por cierto, por equipos comoTottenham.

Luz al final del túnel, un espejismo

Las jornadas seguían pasando y Hernández seguía siendo titular mientras Jaime, apesadumbrado trabajaba duramente para demostrar a su entrenador que su validez era un hecho. Fue ya al término de la temporada, en un partido contra el Granada cuandoDjukic decide volverle a dar la titularidad. Inexpugnable es poco para caracterizar su actuación, además de hombre del partido se llevó el aplauso de los vallisoletanos desplazados hasta el Nuevo Los Cármenes y de los propios frecuentes de dicho fortín. Hasta el final de la 2012/2013 Djukic contó con él, poniendo de manifiesto que, aunque adicionado por las carencias de Hernández, Jaime es un trabajador nato, un portero de garantías hecho para custodiar cualquier cruceta de la máxima categoría.

Dani Hernández

Como se decía antes, la salvación se consiguió pronto, aunque más tarde de lo esperado, dada una segunda vuelta con más derrotas que victorias y un bajón generalizado en el equipo. La rumorología volvía a hacerse espesante y aún habiendo mostrado sus galones,Jaime seguía siendo cuestionado y la posibilidad de su salida de la franquicia albivioleta era compartida por muchos simpatizantes, tanto por esa desconfianza que le otorgó el serbio como por una supuesta controversia con sus compañeros. No mucho después de que el mercado de fichajes se abriera, el Valladolid anunció la salida del meta suplente, o titular, como se quiera ver, Dani Hernández. Antes de volar a Grecia para formar parte del Asteras Trípolis en calidad de cedido, el buque que por aquel entonces no tenía comandante, le renovó por tres años.

Un joven competitivo

Pocos días tras la oficialización de la noticia, llegaba una mucho mejor y que rompería con cualquier porra de porteros futuribles. Diego Mariño llegaba a orillas del Pisuerga. El arquero gallego, de la Sub 21 y joven promesa de la cantera del Villarreal llegaba como préstamo desde el Madrigal. El submarino amarillo no contó con él y se le buscó una salida temporal que, ahora, se ha convertido en fija: Valladolid. Asenjo, antiguo jugador cárdeno, caía en manos de los castellonenses, con los que firmó un contrato que rezaba que si cumplía una serie de encuentros con el equipo y su trabajo era satisfactorio, se quedaría, mientras que Mariño, se convertiría también en fijo, pero en su nuevo equipo. En principio, para la hinchada local fue una gran alegría ya que el chaval atesora un futuro prolífico, mas para Jaime, el tener un pupilo de buena proyección como compañero de puesto significaría una nueva pelea por la titularidad.

Sería finalmente Juan Ignacio quien cogería el timón blanquivioleta, sin mucho acierto. Las dudas sobre quien defendería el marco eran uno de los temas principales del verano pucelano. Por segundo año consecutivo, y esta vez sin oposición, Jaime se quedaba sin su ansiado puesto en el once inicial. Los primeros partidos de Mariño fueron bastante ramplones pero, mediante la acumulación de minutos y la ganancia de experiencias, el vigués se convirtió en indiscutible para el técnico alicantino del Real Valladolid. Jaime, como gran persona que es, siguió trabajando duro y aconsejando a su compañero que, más inexperto, le había ganado la partida. Le apoyó en todo momento y supo que siendo un meta paciente, esperando la oportunidad, las ocasiones de jugar llegarían. Ese momento no llegaba, tan solo en Copa del Rey, competición de suplentes, en la que los castellanos suelen tener un corto protagonismo.

Mariño

Mariño se estaba empezando a consagrar como salvador de partidos y garantía entre los tres palos aunque el equipo seguía encajando goleadas de escándalo -3 partidos seguidos encajando 4 goles-. Son recordados grandes encuentros pero quizá el que mejor sustantive lo que el ex del Villarreal aporta es el jugado contra el Celta de Vigo. De un tiempo para acá, su rendimiento parece haber bajado ligeramente, cosa entendible cuando la defensa mejora gracias a la llegada de Mitrovic. Con una zaga más sólida, el portero, por suerte, se ha de lucir menos, y, por tanto, cualquier error es más notable que cuando los partidos parecían más bien una práctica de tiro.

Quien siembra, recoge

Volviendo al inicio del escrito, de forma cíclica, la historia se encuentra en la Jornada 29,Real Valladolid – Rayo Vallecano, duelo de necesidad. La sorpresa salta en la portería, Jaime vuelve después de meses sin pisar un césped en partido oficial. Muchos han tachado la decisión técnica de arriesgada, ya que cambiar de arquero a mitad de temporada, con los infames resultados cosechados, es de tener mucho valor y confianza en tu segundo jugador. El portero gallego del Real Valladolid fue preguntado por los medios sobre su repentina caída del once, a lo que respondió: “No me lo esperaba, fue una sorpresa el sábado, pero esto es fútbol y hay que respetar la decisión del entrenador. Ahora a seguir trabajando como lo he estado hasta ahora y esperar mi oportunidad”. Una vez más, el meta paciente ha recogido sus frutos y su compromiso con el Club que el ha llevado a Primera se ve recompensado con la titularidad, quizá momentánea o quizá hasta el final, de momento, solo se sabe que Jaime vuelve a ser titular.

Fuente de las imágenes: Liderendeportes.com, Defensacentral.com, Uefa.com y Real Valladolid.

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Sobre el autor
Pablo Merino García
Un tipo peculiar que escribe sobre fútbol, o lo que le echen. Rock, jazz, blues, buen cine, un escrito apetecible, algo de bourbon y muchos sueños por cumplir. Un clásico, es simple.