Cuando llegan este tipo de partidos en la temporada, para equipos pequeños como el Real Valladolid, la significancia es enorme. Ya no solo en términos de puntos, sino en repercusión social, afición y sentimiento. Buen ejemplo de ello fue la victoria pucelana sobre el FC Barcelona, en una tarde en la que Zorrilla vistió sus mejores galas en la entrada más completa del feudo pucelano hasta lo que va de fecha, y en la que hinchada y equipo conectaron entre sí de manera aparente. En partidos como este es de vital importancia una comunión de los jugadores con la grada, una unión para que el público lleve en volandas a sus futbolistas, cantando y animando sin cesar durante todo el encuentro, algo que sin duda volverá a ocurrir.

Pero, todo aficionado pucelano, en estos días, tiene un pensamiento en su cabeza. Y este no es otro que una pregunta difícil de contestas: ¿es posible repetir la proeza? Complicado de responder, dado el alto nivel de los jugadores de Ancelotti, y las habas que se están jugando los merengues, que aún guardan esperanzas de alcanzar el título de Liga. Pero nada es imposible, nada es una utopía en el mundo del fútbol. Pocos podían pensar que el Liverpool remontaría aquella mítica final de Champions ante el Milan cuando el marcador reflejaba un claro 3-0 a favor de los rossoneros al descanso. Muchos menos imaginarían que el propio conjunto red no vencería en su envite de este pasado lunes ante el Crystal Palace, al marcar el tercero de la tarde. Y algunos menos tendrían en su mente que este Real Valladolid superará al FC Barcelona de Messi y Neymar. Palabras que se lleva el viento.

Cualquier pensamiento positivo es óptimo para agarrarse a él, pensando que cualquier encuentro es posible de vencer. Eso mismo pensó el Bayern de Múnich en los minutos finales de la final europea ante el Manchester United en el Camp Nou. Los sueños están para lograrse, y los deseos para cumplirse. Un tranvía llamado deseo al que el conjunto pucelano debe subirse, teniendo licencia para soñar, licencia para creer en repetir un logro que ya se consiguió años atrás, y que este se repitió con otro de los dos gigantes de esta Liga.

Porque los de Juan Ignacio han demostrado ser capaces de lo mejor, aunque de lo peor también, venciendo al Villarreal en Zorrilla –equipo teóricamente superior al castellano– y empatando encuentros que parecían perdidos ante Sevilla y Real Sociedad, dos conjuntos de más nivel futbolístico que el blanquivioleta. Nada es imposible, tan solo hace falta una pizca de acierto más que tu rival. Ya se demostró la campaña pasada, cuando este Real Valladolid puso en serios aprietos al Real Madrid en el feudo pucelano, adelantándose dos veces en el marcador durante la primera mitad.

Ocasiones como esta, de hacer historia, pocas veces suceden. Por ellos los albivioletas no deben dejar pasar este tranvía llamado deseo, de sueños, de ilusiones y de sentimiento. Noventa minutos de pasión y destreza, en el que el color blanco y violeta puede vencer, porqué no, al merengue. Todo es posible, ya se ha demostrado. Y si no, pregúntenle al Barça.