El Valladolid encaraba su penúltimo partido de la pretemporada con la idea de ganar en la cabeza. Sus actuaciones habían estado a la altura de las expectativas puestas en un equipo que se desmarca como claro candidato a volver a Primera. Los resultados no estaban acompañando. Las victorias contundentes frente a rivales sin identidad no sirvieron como exámenes suficientes para medir el poderío atacante y defensivo del Valladolid. La dificultad creciente supuso una piedra demasiado grande en la carrera de los blanquivioletas. Las derrotas empezaron a llegar, y aunque el juego no decepcionaba, el marcador no decía lo mismo. Aguilar de Campoo fue el último testigo de la pifia pucelana contra un Primera flojo, el que más, el Eibar.

Hoy el Burgos desafiaba al Valladolid. El encuentro no revestía aparente dureza. Mucha distancia entre ambos. El siguiente será otra historia. Un Primera no tan flojo como el conjunto armero. El feroz Rayo Vallecano de Jémez, y ahora de Manucho, claro está.

Inicio inmejorable

La disputa se ponía de cara del Real Valladolid nada más empezar. Hernández Cifuentes silbó para decretar el inicio y los hombres de arriba que vestían cual cirujano empezaron a maquinar su primera operación. Bergdich iba cercenando la carne burgalesa para quedarse delante del corazón, pero no fue capaz de desentrañarlo. Jorge Hernández en un segundo intento tampoco pudo, pero no alargarían demasiado la tarea. Álvaro, de momento, se mantenía impenetrable y decidido a dejar el empate en el marcador.

RVAD-Burgos
Fuente: Real Valladolid

Óscar Díaz tomaba el relevo de los dos negados compañeros, aunque su zapatazo se marchaba cerca de las mallas burgalesas. El madrileño empieza a enseñar sus cartas y a crear una sustancial duda a su mentor. ¿Roger o él? Hasta el momento no había lugar a opción, pero el nivel del ex lucense crea una magnífica y agradecida controversia en la punta de ataque cárdena. Otro Óscar, de apellido González, se proclamaba docto en materia goleadora sin ser atacante. Pedió el bisturí al novel en el fútbol grande, Jorge Hernández, éste, respondiendo a su petición, se la envía atrás. El doctor apagado volvía a brillar después de mucho tiempo en la sombra. Gol de veterano, gol de sabio. Una vez más, Mágico González orquestaba, batuta en mano.

El Valladolid se imponía, además justificaba la momentánea victoria con un juego despampanante. Triangulación, visión ofensiva, seguridad y cabeza. Por momentos, el estrafalario Djukic volvía al banquillo. Pero no. Este nuevo equipo lleva la firma de otro visionario del ascenso. El fútbol más directo, de no dar tregua, de la imaginación, es el que se estaba viendo en el prado de San Miguel, en Iscar. Timor, Jorge Hernández y Bergdich intentaban en vano abultar la renta. El Burgos parecía bajar los brazos muy pronto. Diez buenos operantes asediaban la mesa del paciente. Se defendía como podía. Los de verde mustio, refinadamente llamado “verde petróleo” le tocaban la fibra sensible, y como niños, se hacían dueños de su juguete nuevo, aunque su falta de acierto provocaba un sincero enrojecimiento en la nariz de los vecinos del noreste.

Un rosario de fallos condena al Valladolid a un injusto empate

Poco les duró la alegría. Se hacían aprobando la pruebecilla prematuramente. Pero el Burgos emulaba a un muerto en la morgue. El Valladolid miraba la hora. Los entrenamientos matutinos y rutinarios eran severos, sin embargo, el calor y la oficialidad de la empresa fatigaba más que las mañanas de trabajo en los Anexos. Antón de Vicente veía la flaqueza en los ojos de los doctores. Se levantaba enfurecido, y sin ayuda de útiles sacó los colores de sus verdugos. Él solo se ponía delante del hispano-venezolano Dani Hernández. Primer disparo a puerta, primer gol. 100% de eficacia, 100% necesidad de un guardameta de garantías. La zaga estuvo horrible, y la consecución de fallos en la medular propició la sanación milagrosa de un Burgos que hasta hacía unos segundos estaba más muerto que vivo.

Decepcionados ambos. Los vallisoletanos por encajar un tanto al final cuando el partido estaba bien amarrado, y los otros por haber conseguido un empate de chiripa que no limpia la mala imagen que han propuesto en los primeros 45 minutos.

A la salida de los jugadores al terreno de juego para combatir la segunda mitad, Leao dio paso a Álvaro Rubio y Dani Hernández al joven Julio Iricibar. No pasó mucho tiempo, apenas 120 segundos cuando la balanza se decantó de un lado. Bergdich se disponía a dar la primera estocada de la tarde-noche al morlaco burgalés. Capote y ¡zas!, el 2-1 era ya una realidad. Jugada individual del lateral, carrilero, interior y extremo zurdo sarraceno para dejar patente la superioridad de las medicinas albivioletas, dispuestas a coser la herida dejando la bala adentro.

RVAD-Burgos
Fuente: Real Valladolid

El zorro del Atlas, como le apodan en Marruecos, va a ser uno de los puntales clave de Joan Francesc Ferrer Rubi en la temporada venidera. El Valladolid cuenta con un jugador polivalente, extremadamente veloz y pasional, que, sin demasiada técnica, se hizo fijo en el once de Juan Ignacio y ahora en el del técnico catalán. El Torino italiano fue detrás de su estela, pero no logró cazar al ex de Lens para jugar la Europa League, objetivo muy apetecible y distante de la posible consecución de un esperado, augurado y anhelado ascenso.

El Valladolid, entretanto, repetía el mismo plato que pidió en los primeros instantes de partido. Goles tempraneros y hegemonía total en el verde iscariense. Óscar Díaz cosía la aparatosa abertura. Tres puntadas. Jorge Hernández le asistía con el desinfectante. Pase de lujo y el delantero bate al arquero en una salida en falso. El chaval del filial está resultando ser una grata sorpresa en las filas del primer equipo. Es el canterano que más minutos ha gozado en pretemporada y se perfila como opositor de galones para acceder a la Segunda División enfundándose la morada y la verde operatorio, o verde petróleo para los más melindrosos. Su despliegue por banda diestra y la movilidad por las tres posiciones de ataque le confieren la dote de perfecto complemento para una delantera donde la pelota el año pasado escaseaba y de la que se esperan grandes cosas en la campaña 2014/2015.

Goleada de escándalo para tranquilizar a la afición

La fiesta no podía acabar tan pronto. Omar se unía a ella. Tomaba el relevo de Jorge Hernández y sin apenas dar los primeros pasos en el terreno de juego se encontró con un magistral pase alto de Óscar, de González, del de siempre, del que hizo posible el último ascenso y del que se recordará como hijo pródigo en la hemeroteca local. La recepción de Omar es buena y su disparo, genial. Al palo largo, donde Julen no alcanza a blocar. El interior canario fue uno de los peores durante el curso anterior. La directiva apostó por sus habilidades, desconocidas hasta la hora en los céspedes del Nuevo José Zorrilla. La parroquia está impaciente por ver esas filigranas de vértigo tan típicas de la escuela del mojo picón, esa sangre vividora del fútbol más ardiente. Gol reivindicativo. O eso se espera.

La fiesta de goles no había acabado. Había que completar la manita. Bergdich el artífice. Dos para el franco-marroquí. La zaga del Burgos era comparsa. Dejaba crear a dos tocayos muy pillos. Adivinen quienes. El balón rodaba por la hierba que crecía en torno al segundo palo y el okupa de esa parcela no supo fallar tan clamorosa ocasión. Se disipaban así los rumores cercanos que relacionaban al Valladolid con la escasez de gol. Una vez más, el cuero entró en la escuadra acuartelada por un Julen desesperado. Las dudas de la primera parte quedaban ya olvidadas y el Valladolid, que había hecho los deberes, pensaba en su próximo chivo expiatorio, el Rayo Vallecano. ¿O quizás verdugo?

Julio evitaba el ántrax visitante en el ponche, decantando los jugos son sus manoplas. Enorme actuación del portero filial. Sin duda, le ha ganado la partida hoy a Dani Hernández. Asimismo se producían las últimas sustituciones. La línea de atrás recibía aire fresco. Sobre todo Samuel Llorca, inconmensurable hoy, y muy factible pareja de baile de Jesús Rueda durante la temporada regular debido al bajón físico que experimenta Marc Valiente, antiguo capo de la defensa castellana.

Roger
Fuente: Real Valladolid

Roger también quiso probar el verde de San Miguel, y porqué no volver a repetir como cazador más avieso de estas adustas tierras pucelanas, más teñidas de blanco y morado que nunca. Chus Herrero lanza un pase kilométrico estilo rugby para que lo bajara con especial clase el recién ingresado. El killer no fallaba. Olía a gol. Y detrás del gol estaba el valenciano. Recorte al defenestrado cancerbero amarillo y disparo al fondo de las mallas. 6-1. La clausura llevaba su firma. Su primera y última bala. Y porque no daba tiempo para más. Jagermeister bien merecido para el chaval. Final en Iscar. El Valladolid se reencuentra con el gol y con la victoria. El Rayo será otra historia. De momento, Rubi y sus pupilos van por la buena senda. La senda del ascenso.