El Valladolid se volvió a reencontrar con su trofeo después de un cinco años de sequía. El último dejó un partido aciago en el que el vencedor fue el Valencia de Djukic. Esta vez, tras una primera parte de indecisión, los de Rubi supieron como voltear el marcador para llevarse los méritos. El técnico catalán contaba con todos sus efectivos, a excepción de Timor, ausente debido a su reciente paternidad, aunque se dejó ver minutos antes de que el encuentro diera comienzo, él se ejercitaba en los campos Anexos. Con los 22 soldados en el campo de batalla, el coletilla daba el pitido inicial. Los vallecanos asolaron la parcela de Dani Hernández demasiado pronto. El público presente, alrededor de 3.000 aficionados, estaba aún buscando acomodo cuando los visitantes se adelantaban en el luminoso.
Comienzo para el olvido
Los jugadores franjirrojos, que hoy vestían de amarillo, maquinaban su primera jugada para dejar perplejo a Dani Hernández en el minuto cuatro. Una buena conducción del delantero congoleño recién cedido por el Chelsea, Gaël Kakuta, desembocaba en el disparo de otro de los nuevos, Javi Aquino, ex del Villarreal. El cancerbero hispano-venezolano del Real Valladolid llegó a tocar el balón, sin embargo, acabó en el interior de la portería y ponía así la avanzadilla bucanera en el marcador.
El Valladolid no se dejó achantar por el tempranero gol, y reinició el partido como si éste acabase de empezar. Jeffren intentaba con insistencia penetrar al área por la banda defendida por Tito, mientras que la de Omar tenía menos trajín. Los hombres de arriba no cesaban de correr y presionar a la defensa rival, Roger encimaba cualquier salida de balón desde atrás, provocando fallos en la zaga. Las fuerzas se igualaban, aunque los madrileños daban mayor sensación de peligro. Por medio de Bueno y Kakuta el entramado ofensivo socavaba los planes de Rubi. La eficacia del centro del campo blanquivioleta, personificado en Sastre y André Leao, no daba los frutos esperados y, por lo tanto, el juego vertical fue casi una utopía. Entonces, el papel más relevante lo cobraron los interiores, el media punta y el delantero.
Jémez gustó de hacer varios cambios en el ecuador de la primera parte para dotar al equipo de más movilidad y fluidez con el cuero. Bueno se fue entre aplausos del público, al igual que lo hiciera Manucho, ingresado al campo en la segunda mitad. Las sustituciones no surtieron ningún efecto, de hecho, los locales se pusieron manos a la obra para obrar, valga la redundancia, el gol del empate.
Jeffren guía la remontada
Óscar fallaba una ocasión clarísima de gol y Valiente la estrellaba más tarde contra el larguero. Tuvo que ser Jeffren quien diera un golpe sobre la mesa y batiera a un flojo Christian Álvarez en el minuto 28. El extremo derecho se aventuro a disparar desde fuera del área, en la frontal, con el cuerpo entornado, emulando la posición de un torero que desafía a su morlaco. El canterano blaugrana dispensó un potente trallazo muy ajustado a la madera derecha del portero vallecano. Aunque se estiró, no pudo llegar a blocar semejante bala de cañón; eso sí, podría haber hecho más por evitar que el balón lamiera las mallas.
El Valladolid seguía mermando el poderío atacante del Rayo, transformando el resto de primera parte en un monopolio de hombres de blanco y violeta al servicio de unos aficionados con ganas de divertirse y ver buen espectáculo. Roger hacía suyo el esférico y daba muestras de lo que es capaz. Sorprendiendo continuamente al meta argentino rival, el de Xàtiva quería marcar un gol en el partido más importante de la pretemporada, el aperitivo veraniego.
Tras el descanso, los jugadores adoctrinados por Rubi siguieron el mismo plan desarrollado en la primera: fuerte presión, seguridad en el pase y balones largos al espacio libre. Omar Ramos se atrevía con un disparo cruzado desde su banda izquierda y Óscar hacía lo propio, desaprovechando un mano a mano con el indeciso Christian Álvarez. La zaga rayista empezaba a hacer aguas y la salida de balón era complicada ante la presión local. Así llegó el segundo tanto pucelano, es decir, la remontada.
Error clamoroso del portero rayista que da el trofeo a los de casa
El entrenador de Vilassar de Mar no creyó necesario hacer algún retoque y decidió seguir con el mismo once que pisó Zorrilla hacía más de 50 minutos hasta bien entrada la segunda mitad. Roger arrancaba los aplausos del respetable vallisoletano por su enorme entrega, tanto con el balón como sin él. De la segunda manera llegó el tanto. Óscar presionó al portero y éste, muy dubitativo, intentó zafarse de él sin suerte, dejando el balón a merced del acierto del jugador charro. Las dudas y el bochornoso partido que estaba cuajando dieron como resultado una entrada peligrosa dentro del área. Penalti. Roger pidió el balón y con mucha seguridad transformó la pena máxima después de que, como hiciera Dani Herández, Christian rozara el esférico.
El Valladolid seguía en sus trece de monopolizar el encuentro en su favor. Los cambios no mejoraron la situación, es más, contribuyeron a una notable bajada de ritmo. El pivote seguía sin funcionar como lo esperado. El mediocampista portugués ex del Paços de Ferreira, Leao, no tuvo su día, mientras que Sastre estuvo más acertado de lo habitual. Cambio de tornas, que se dice. Mojica también incurrió en el terreno de juego en detrimento de Chica, voceado varias veces por parecer bisoño en la tarea de carrilero, posición novedosa respecto a otros años.
El entrenador ha creído conveniente dividir la defensa en un 2-2, con Valiente y Rueda, habituales en el centro, y Chica y Peña como carrileros, una parcela a matacaballo entre la del lateral y la del interior. El jugador barcelonés fue desbordado en múltiples ocasiones por un velocísimo Kakuta y se ganó la reprimenda de muchos de los presentes, que pedían más seriedad defensiva (más propia de un lateral al uso que de un carrilero), y menos incursiones en ataque. Rukavina hubiera encajado a las mil maravillas en este esquema táctico con maquillaje en la disposición tradicional de la zaga.
Un intratable Bergdich clausura la pretemporada 2014/2015
Bergdich fue el único cambio que repercutió favorablemente al juego de su equipo. La banda zurda ganó mucho más peligro con su entrada, y nada más pisar el verde hizo enmudecer a la grada con unas filigranas de escándalo. Su técnica es palpablemente mala, pero los regates para él son coser y cantar. Después de dejar boquiabiertos a cinco rivales, encaró al sexto con un túnel de mucha clase para acabar pasando el balón al corazón del área. Su mejoría es una de las noticias más agradables para la casa albivioleta, que tuvo que sufrir la mediocridad de Omar durante la mayoría de encuentros del anterior curso, cuando el del Atlas miraba con ganas el césped y anhelaba la titularidad desde una esquina del banquillo.
Después de ser fichado del Lens con la etiqueta de lateral, ha pasado por la posición de interior y ahora, tan volcado al ataque, puede catalogarse de un extremo total. Fue él mismo quien dejó una asistencia de libro para que Óscar Díaz convirtiera en agua de borrajas una ocasión preciosa y perfecta para abultar la renta. El Rayo lo intentaba al final por medio de Manucho, pero el angoleño erraba cada oportunidad que le brindaban e incluso fue perjudicial para el devenir en el partido de sus compañeros, que en un par de ocasiones sufrieron las tarascadas involuntarias de su robusto compañero. Dani Hernández daba emoción a los disparos insulsos por medio de dudosas paradas o despejes de puños cuando recoger el balón se antojaba sencillo. Ambos porteros fueron lo peor que dejó la tarde-noche.
El Valladolid, finalmente, y no sin esfuerzo, se llevó el XLI Trofeo Ciudad de Valladolid, que llevaba sin lucir en las vitrinas del Zorrilla cinco años, desde 2009, cuando el Villarreal sucumbió en el feudo cárdeno. Con este son 21 los que atesoran los locales. Jeffren y Roger han hecho posible que la ciudad recupere su estatuilla y todos, los jugadores vallisoletanos y los vallecanos, han dejado un buen recuerdo en las mentes de los aficionados presentes. El encuentro ha sido el último de una pretemporada que finaliza con un balance positivo y sirve como preludio para lo que espera durante el resto del año. Una ardua competición como es la Segunda División, más aún si eres de los buceadores profesionales en la categoría y opositor favorito para remendar los errores pasados retornando a la élite.