Todo velero bergantín que surca los mares debe encontrar una buena corriente, el viento en popa y tener la suerte de no toparse con aguas bravas, capaces de entorpecer el rumbo norte, hacia el objetivo. El Real Valladolid también es un barco, con una tripulación, un capitán y un destino: la Primera División. El viaje comenzó con victoria, o continuando en el argot de la navegación, a toda vela. Tres puntos, como soplo de aire inicial, para encaminar el navío hacia ahí donde todos los equipos desean llegar.

Sin embargo, el viaje no es sencillo. No solo hay que remar con todo a favor, sino también a contracorriente, pues en toda empresa surgen problemas, y obstáculos complicados que han de superarse. El CD Lugo es el primer de ellos, un rival harto complicado, más aún en su feudo local, el Anxo Carro. Y más, si cabe, si se tiene en cuenta los precedentes del Real Valladolid lejos de aguas conocidas. La temporada pasada fue el principal problema. Noche y día. El día, el José Zorrilla, donde encadenó más de diez partidos sin perder, venciendo al FC Barcelona y empatando al Real Madrid, para cortar el buen camino con la derrota ante el Granada. La noche, los choques como visitante. El conjunto pucelano tan solo consiguió 9 puntos, distribuidos en una victoria y seis empates.

Ya no solo los resultados. También las sensaciones. El Pucela dejó mal sabor de boca en muchos de sus encuentros en campo contrario. Ejemplo de ello son choques como los de San Mamés, Cornellá-El Prat o Los Cármenes. En estos, encajó cuatro goles. Complicado obtener algo positivo si tu portería resulta dañada hasta en cuatro ocasiones.

Volver a dominar

Pero, esta mala racha, no siempre fue así. El anterior curso, el de la permanencia con extraordinario rendimiento, dejó grandes actuaciones lejos del José Zorrila. La derrota en el Bernabéu, o la victoria en el Sánchez Pizjuán, son dos ejemplos más. Y remontándose más atrás, hay que recordar el último ascenso. Una temporada complicada, larga, pero que finalizó con la celebración de algo que se quiere volver a repetir. En aquel curso, el Real Valladolid alcanzó la friolera de 36 puntos lejos del José Zorrilla, perdiendo tan solo tres encuentros. Nueve victorias, y otros nueve empates, tienen buena parte de la culpa.

Cabe destacar también, que en ese complicado pero feliz playoff a Primera, el conjunto albivioleta consiguió empatar en el estadio del Córdoba, y vencer por la mínima al Alcorcón en la localidad madrileña. Un ascenso que comenzó a fraguarse lejos de Zorrilla, demostrando que el Real Valladolid era un conjunto fiable, tanto lejos como en casa. Algo que deberá recuperar para poder aspirar a repetir ese sueño.

Las claves, como en todo encuentro, se encuentran en la defensa. Mejorar el apartado defensivo para conseguir la fiabilidad necesaria. La cubierta reluciente, las velas a todo trapo y, a pesar de recorrer aguas bravas como son las del Anxo Carro, hacerlo en las mejores condiciones para alcanzar buen puerto, tres puntos, y una nueva batalla en siete días. La nave ha de seguir navegando hacia el norte. El viaje, solo ha comenzado.