Segundo partido del Real Valladolid. Primero fuera de casa. Las espadas por todo lo alto en tierras lucenses. Óscar Díaz vuelve a la que fue su casa, aunque el delantero titular de los de Rubi es Roger, el cazador de Xátiva. Dos caras nueva en la alineación pucelana, Chus Herrero en el lateral derecho por Chica, con molestias en los isquiotibiales y Bergdich, que, por decisión técnica, tendrá que dejar su hueco al canario Omar. El estreno de los locales terminó con un somero empate a cero frente al Mirandés, mientras el Valladolid derrotaba al Mallorca por dos goles a uno pasando más apuros de lo esperado. El último precedente data de la 92/93, cuando se consumaron las tablas sin goles.

Con Quique Setién a los mandos del avión rojiblanco los resultados han sido satisfactorios y con Rubi, hasta ahora, no ha habido sobresaltos. Los locales son más efectivos con el control de la posesión, como demostraron en los primeros instantes. El Valladolid sufre sin balón, aunque el trabajo severo de Joan Francesc Ferrer en tareas defensivas hace que el equipo en todo momento esté bien ordenado y ninguno de sus pupilos pierda la referencia de su rival. El equipo de la ciudad de Delibes buscaría los tres puntos para afianzar su candidatura al ascenso. Cuando González Fuertes decretó el inicio de la contienda, la situación pareció voltearse. Fueron el metrónomo del partido durante el primer cuarto de hora, llevando los compases sin demasiada prisa pero sin pausa. El Valladolid miraba y corría tras la pelota, asustando sin mucha fiereza a José Juan. La dinamita la portaba Roger en su zurrón. Desde lejos lo intentaba, sin mucha fortuna pero con acierto, dado que elesférico se anquilosó en la parte superior de las redes del Anxo Carro.

Cambio de tornas

Álvaro Peña daba los primeros visos de que su equipo para nada era una cenicienta, sino un gigante correoso sin mucho nombre siquiera en la Segunda. Su disparo desde fuera del área despertaban a un Dani Hernández que, contra todo pronóstico, disfrutaría de la titularidad pese a la flamante llegada de un cancerbero de muchos galones como Javi Varas. El Real Valladolid era la marioneta de una acuciante y vivaz mano ejecutora. Ya era difícil sobrepasar la línea de medio campo, en parte por un estado de somnoliencia de los hombres de la medular. Era increible como los zagueros pucelanos fallaban en ocasiones fáciles como un despeje en el corazón del área propia. La distancia entre la línea más atrasada hasta la más adelantada de Óscar y Roger era insalvable, un solar adusto que, de vez en cuando, entregaba el esférico al futbolista inadecuado o a un compañero de banda.

Cuando el minuto 30 estaba cerca, la sensación era decepcionante para el espectador vallisoletano y emocionante para el lucense. No se sabía si era el Lugo el que tenía altas aspiraciones o era el Valladolid quien se conformaría con la permanencia en la plata. Chus Herrero no estaba fino, como le ocurrió a Chica el otro día y entonces Marc Valiente, muy expeditivo, tuvo que extenderse hasta la parcela del carrilero para disipar las intentonas de Álvaro Peña. El Valladolid recordaba al de ese estreno trémulo en casa, contra el Mallorca. La agonía solo duró unos minutos y fue menos agresivas, sin embargo, en este caso los visitantes se quedaban sin oxígeno durante demasiado tiempo, con muchas posibilidades de ahogarse prematuramente.

(Fuente: Lugo).

El equipo no estaba bien cohesionado. Cada uno jugaba a lo suyo, a poder lucirse individualmente sin contar con el bloque. Omar era uno de esos magos del dribling poco acertado hoy, bueno, y el último año. Los defensores elegían la opción más díficil, ocasionando agravios y compromisos a un Dani Hernández que necesita convencer a Rubi de que puede ser el arquero titular. El Valladolid necesitaba encarecidamente a Óscar, su referente, pero Pita y Seoane estuvieron muy atentos en la tarea de anular al hombre más técnico de los rivales. Alejandro Alfaro, el nuevo fichaje pucelano, podía ser uno de los que ingresaran en la segunda parte en detrimento de Óscar o Jeffren.

El Valladolid se viste de gala, pero no estoca al morlaco gallego

En los momentos finales de la primera mitad, el Lugo se encerró atrás y los de Rubi empezaron a asomar la cabeza. Peña se deshacía de la presionante marca de Ferreiro y centraba para que algún atacante cazara ese balón bombeado. El descanso llegaba, afortundamente para el Lugo. El Valladolid estuvo a unos centímetros de celebrar el primero de la tarde. La pizarra del de Vilassar de Mar dio resultado, pese a que Marc Valiente se quedaba a las puertas de adelantar a su equipo en el luminoso. El saque de Omar sorprendía al muro lucense. Pase en corto a Jeffren, que en vez de disparar duro, la pica a media altura con dirección al segundo palo, donde ningún rojiblanco esperaba encontrarse a un 'verde petróleo', pero ahí estaba el central catalán, con la jugada aprendida, pero con la mente poco aviesa. Así los 22 protagonistas desfilaban por el túnel de vestuarios del Anxo Carro.

Roger fue sustituido por Óscar Díaz en el minuto 57

El encuentro se reanudaba tras el descanso con el Valladolid un poco más decidido. El peligro nacía de las botas del hispano-venezolano Jeffren Suárez. El Lugo salió al terreno de juego como lo hizo el Club albivioleta en la primera parte, dormido. Los dos interiores supieron como desbaratar la defensa titulada por Setién. Rubi pedía cabeza y Roger pedía balones. El killer valenciano necesitaba matar a su presa, pero no veía la oportunidad. Se notaba que su hocico hoy no estaba fino. Olfato perdido, solo momentáneamente. De momento, el Lugo aún podía correr y salvarse cual gacela se zafa de las garras del tigre opresor. Otro tigre, quizá menos agresivo, le sustituyó. Un gran felino que hasta el año anterior campaba por esa misma parcela: Óscar Díaz. Entretanto, Iago Díaz repetía el error de Valiente. Por un palmo no llegaba al centro de su compañero, y el mismo palo volvía a ser testigo de un conato de gol. El 1-0 se les escapaba entre las yemas de los dedos.

Lo inesperado

El Valladolid seguía haciendo de las suyas. Chus Herrero disparaba con fuerza y Óscar Díaz se desmarcaba en una mal juzgada posición antirreglamentaria. Era, sin duda, el 0-1. Al partido le faltaba ritmo, aunque la música y las palmas avivan la llama lucense. Bergdich entraba para dar magia al insulso carril zurdo de Omar. El marroquí ha sido el mejor de su equipo en la pretemporada, pero la Liga Adelante es más dura, no hay margen de error y el ex de Lens es muy dado a perder la bola en acciones en solitario. Faltaba velocidad arriba y efectivos que acompañasen al director del juego. Faltaban esas pinceladas del luso Leao, esa visión de juego de 'Mágico' Gónzalez y el regate eléctrico del sarraceno recién ingresado. El Lugo seguía encarcelado en prisión defensiva, sin atreverse a salir a crear ocasiones de peligro.

Timor debutó en partido oficial. Rubi le brindó los últimos 10 minutos y nada más entrar en el verde, vio la amarilla. La falta acababa en tragedia. Pita, el medio centro, que ha cuajado un partido genial, empalaba un balón en el lateral del área defendida por Dani Hernández. El propio portero fallaba una vez más. Menos mal que Javi Varas aguarda en el diván, porque el meta venezolano no gana para disgustos: Lleva dos fallos cometidos y, en consecuencia, dos goles encajados. El trallazo de Pita es inapelable pero pudo ser perfectamente blocado. Hernández, en un acto fallido, tocaba la pelota y la introducía en su propia portería, perdiendo en ese instante la confianza del entrenador ex blanquivermell. Óscar Díaz, muy valiente, pedía servir una falta. Los pitidos de sus ex aficionados no le llovieron, porque no pudo batir a José Juan, quien despejó a la esquina. Final agónico, inesperado. En líneas generales, la guerrilla presenciada en el Ángel Carro ha sido abúlica. El Valladolid no deja de ser ese equipo sin ideas, sin orden ni concierto. A Rubi le queda mucho por pulir. De balón parado no se rasca un ascenso a la mejor liga del mundo.

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