Vencer dos veces seguidas, en un mismo campo, con tan solo semanas de diferencia, es siempre harto complicado. Lo experimentó el Real Valladolid. A cinco minutos de situarse líder y regresar con tres puntos. La verdad, de haberse dado esta situación, hay que decir que esto hubiera sido algo injusto, ya que los pupilos de Rubi no completaron un encuentro de dominio máximo para merecer la victoria. El Sporting, con su juego, contrarrestó las virtudes de los jugadores albivioletas.

El centro del campo fue inexistente durante momentos del partido. André Leao no supo dominar el perímetro y Timor se encontró muy solo para poder ejercer el dominio que el Real Valladolid busca, controlar la posesión para poder construir jugadas por banda. Tan solo a latigazos se produjo esto. No siempre se puede jugar bien, ni uno ni otro lo hicieron, en un choque que vivió en el lado que el equipo asturiano quería.

A nivel defensivo, en jugadas, los de Rubi no sufrieron en exceso, amen de varias acciones tras pérdida de balón que no deben aparecer de forma continuada en un equipo que busca el retorno a primera. Los zagueros completaron una buena actuación, socorridos por los laterales que en varios puntos del enfrentamiento se vieron superados por su par. Los centros se sucedieron y el Sporting apenas remató, ya sea por la falta de efectivos locales en los dominios de Varas, o por los despejes de Rueda y Valiente.

En ataque, los chispazos llegaron en las botas de Alfaro y Óscar, que enhebró una aguja para dar la asistencia del gol a un Bergdich del todo desafortunado hasta ese momento. El marroquí, alocado como él solo, creyó estar en el Mundial de ciclismo, debido a sus constantes bicicletas que se traducían en pérdidas en campo contrario, con oportunidad para contragolpear.

Una quimera

A principios de semana Rubi avisó del poder aéreo del Sporting. Los saques de banda de Álex Menéndez se convertían en centros a la olla, fáciles para un Rueda y Valiente que se hincharon a cabecear el cuero. Pobre de sus neuronas, que decía un comentarista durante el choque. El catalán también pidió menos faltas, menos saques de esquina y ocasiones sencillas para el rival. Cuando el juego está brusco y feo, lo más sencillo es mandar el balón al área en busca de un remate. Esa fue la máxima que exprimió el equipo de Gijón, debido además por la debilidad del Real Valladolid. No lo pudo evitar el conjunto blanquivioleta, que durante los últimos 20 minutos de juego facilitó esta vía a los asturianos. Precisamente, en una falta, quizá algo dudosa, llegó el empate.

De los cinco goles encajados en las primeras seis jornadas de Liga Adelante, tres han llegado a balón parado, y han costado la friolera cifra de cinco puntos. Derrota en Lugo, empate en Gijón. El tercero, el gol que recortaba distancias para el Mallorca en la jornada inicial. Todo lo contrario en la estrategia ofensiva, que ya ha dado puntos a los de Rubi. Situación extraña, que en ataque vaya conmo la seda, y en defensa haga sufrir tanto. Ya sea por la inseguridad de la defensa, del portero (ni Dani ni Varas son guardametas consagrados lejos de los palos) o del buen lanzamiento del rival. Cabe destacar que en El Molinón, Juan Muñiz hizo gala de su guante en el pie, con un soberbio lanzamiento ahí donde los porteros no saben si salir, y los defensas se encuentran con muchos problemas. Además, Timor perdió la marca.

(Foto: Real Valladolid).

Hacer bueno el punto

Un empate, cuando has ido ganando a cinco minutos del final, no suele dejar un buen sabor. Pero lo que es cierto es que el Real Valladolid, sin realizar un gran encuentro, se pudo llevar los tres puntos. Es decir, los blanquivioletas compiten a la perfección fuera de casa, sin brillar en exceso. A veces, el buen juego no trae puntos. Vencer es más importante que convencer, aunque no esté de más. Y también hay que señalar que los pucelanos sumaron uno, pero restaron dos a un rival que, a priori no partía para la lucha en lo alto de la tabla, pero está firmando su candidatura con el paso de las jornadas.

Para consolidar un punto fuera de casa, dejando de lado las condiciones en las que se ha logrado, es necesario vencer en el siguiente envite. Y este sera ante nada más y nada menos que el Real Betis, el posible máximo rival, junto a Las Palmas, para el ascenso directo. Los béticos, que se encuentran en plena remontada tras varios pinchazos no esperados, arribaran a Valladolid con la idea de superar a su contrincante y regresar a lo alto de la clasificación. Ganar al Real Betis debe ser el objetivo de los de Rubi, y qué mejor manera de conseguir que recuperando el juego de toque, las combinaciones en la medular y los goles; además de cerrar la portería. Todo ello, al final de la semana que acaba de comenzar.