Partido de reencuentros. Álvaro Rubio regresaba al once, y al Belmonte, acompañado del incombustible Carlos Peña. También se reencontró el Real Valladolid con el gol, y el Albacete con los errores defensivos. Viejos conocidos que entraron en escena, todos ellos, durante un frenético primer periodo que no dejó a nadie tranquilo. Comenzó el conjunto local con las ideas muy claras. La línea defensiva muy lejos de su frontal y la presión tratando de no dejar jugar al Real Valladolid. No podía tocar el conjunto pucelano, y los errores en el centro del campo se sucedían, con mucha imprecisión.
Golpeó primero el Albacete, en una situación desconocida para los pucelanos. Un grave error defensivo de Timor, que no acertó a despejar un centro en el área, donde apareció Rubén Cruz. El ariete albaceteño no perdonó, y batió a Javi Varas con una soberbia precisión. Poco pudo hacer el arquero, que vio como tres partidos después volvía a recibir un tanto. La historia parecía estar escrita en chino para los albivioletas, hoy de color verde petróleo, pero había un traductor, alguien que conocía la fórmula.
Timor cometió un grave fallo en el primer tanto
Álvaro Rubio cogió la batuta en la medular, obligando al Albacete a tirar sus líneas atrás y dar el cuero al Real Valladolid. Poco tardó el conjunto visitante en responder, primero con un chut de Mojica, y después con uno de Bergdich, cada cual por su costado, que despejó bien Diego Rivas. Eran las primeras notas de la armonía musical que compuso el equipo de Rubi por los costados. El carril zurdo del Real Valladolid era una autopista, el canterano Carlos, superado en todo momento. Mojica y Peña evidenciaron la debilidad defensiva de los manchegos.
Lluvia de goles
Poco tardó en llegar el empate. Un centro de, precisamente, Mojica que tras varios rebotes llegó a Óscar en el interior del área. El balón rebotó en su pecho, hombro o brazo, complicado queda de definir, pero la defensa albaceteña quedó totalmente parada, dejando al salmantino la oportunidad de batir a Diego Rivas con delicadeza, como hace todo. Primer error del Albacete. Acto seguido, los locales pudieron continuar dentro del partido, pero el clima ya estaba muy caliente con el colegiado, algo que pudo condicionar a los locales. Moutinho tuvo en sus botas el segundo, pero se encontró con un seguro Javi Varas que no quería recoger más balones de las mallas.
Hasta ahí llegó la concentración local. Las protestas, los pitos y la tensión, fueron en aumento. Lo aprovechó el Real Valladolid, como no por banda, para trenzar una buena jugada culminada en centro de Chica y remate de Bergdich, goleador pucelano, para culminar la remontada. El Albacete, no sin bajar los brazos, seguía intentándolo, pero lo que antes eran centros peligrosos, en ese momento del partido se transformaron en envíos muy sencillos para la defensa. La nota curiosa, y desagradable, del choque llegó a la media hora de juego, cuando el colegiado resbaló y al apoyar el brazo, sufrió una rotura en su mulleca y tuvo que retirarse, entre muestras del dolor, del campo. El Carlos Belmonte respondía con una sonora pitada. Todo iba viento en popa para el Real Valladolid, y tormentoso para el Albacete.
Mohija y Bergdich volvieron loca a la defensa del Albacete
Quizás fruto de las protestas, del rato que el encuentro estuvo parado, o simplemente cuestión de falta de concentración, el Albacete volvió a cavar su propia tumba. Un mal pase entre la defensa que recogió Mojica, para irse solo frente al portero y, tras una breve pausa, batir a Diego Rivas entre sus piernas. En apenas diez minutos, el conjunto pucelano había dado la vuelta, y de qué manera, al marcador. El dominio visitante era abrumador, con constantes llegadas por banda de Bergdich y Mojica, que incluso se gustaron en alguna que otra ocasión.
Era el guion perfecto para el conjunto pucelano, dominando tanto en el juego como en el marcador. No pudo marcar otro, pero mostró una superioridad pasmosa durante el tramo final de la primera parte, que concluyó con una sonora pitada al colegiado y, quizás, al Albacete, pues su rendimiento volvía a ser muy irregular. Con ese 1-3, los jugadores tomaron el túnel de los vestuarios.
Cambios buscando la reacción
Consciente de que el camino no era el tomado, Luis César Sampedro tiró del banquillo, en busca de alguna reacción en su equipo que le permitiera lograr un gol, y meterse en el partido. Jorge Díaz y Cidoncha fueron los elegidos, y este último sí dio un aire diferente al ‘Queso Mecánico’. Varias llegadas en los primeros minutos en los que parecía cercano el tanto que recortara distancias. Pero no fue así, ni mucho menos. En la primera jugada que el Real Valladolid pudo combinar, apareciendo todos sus jugadores de ataque, Bergdich mató el partido. Un buen centro por banda izquierda de Mojica, rematado a la red por el marroquí, partido cerrado con la mejor jugada pucelana del choque. Poco más duró el habilidoso extremo zurdo en el campo, pues en una jugada fortuita tuvo que ser sustituido, doliéndose del tobillo. El máximo goleador de la escuadra albivioleta tenía que decir adiós al partido.
Jorge Díaz dio otro aire al Albacete
¿Cerrado? El Albacete se negó a ello. Jorge Díaz, desde la frontal, no quería bajar los brazos. Un disparo inapelable para Varas, directo a la escuadra, que volvía a poner la diferencia en dos goles a favor del Real Valladolid. Restaba media hora, y la fuerza de este sexto tanto ya en el partido, daba fuerzas a un Albacete desesperado por puntuar. Ayudado de una presión altísima en campo contrario, el conjunto manchego buscó robar rápido y llegar hasta el área de Varas, que salía bien a los pases y centros.
Sampedro acertó con las permutas, recuperando la posesión y obligando a su rival a rifar muchos balones hacia delante. Pero esto se fue diluyendo, por el cansancio físico, según avanzaban los minutos. Así, el Real Valladolid ganó algo más de tranquilidad, y seguía llegando hasta área contraria, siempre con mucho peligro. Álvaro Rubio, no habitual en estas batallas, pudo poner el quinto tras un gran desmarque, pero su disparo lo rechazó Diego Rivas bien colocado. Del calor del segundo tanto local, se pasó a un frío más calmado.
Una calma tensa, pues el Albacete, en una jugada, podía meterse en el partido. Pero el Real Valladolid lo tenía controlado, moviendo bien el cuero de un lado a otro, sin perderlo y sin precipitarse. Los locales le pusieron empeño y ganas, pero el aspecto físico tampoco ayudó. Pudo ampliar distancias Jeffren, pero en esta segunda parte Diego Rivas sí estuvo más acertado, impidiendo un despropósito mayor en su equipo. la sensación, durante los compases finales, fue de que el conjunto visitante podía, si apretaba, hacer más sangre; mientras que los locales apenas fueron capaces de crear peligro, más allá de centros muy sencillos para los zagueros pucelanos.
Pero hasta el rabo, todo es toro. El Albacete no se rindió y Rubén Cruz, completamente solo en el segundo palo, recortó distancias en el añadido, poniéndole picante a los minutos finales. Lo intentó el conjunto albaceteño, pero no hubo tiempo para más. Siete goles en un encuentro lleno de errores en defensa, en el que venció el Real Valladolid gracias a su mayor acierto de cara a gol. Resultado que da tres puntos muy importantes al equipo blanquivioleta, situado ya en lo alto de la tabla, pero con el mal sabor de boca de los tres goles recibidos.
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