Tarde de domingo activo. Comercios abiertos en los aledaños al santuario pucelano, cielo nublado y amenazante de lluvia y el liderato en juego en la capital del Pisuerga entre dos contendientes que demostraron sobre el rin el porqué de su calificativo de aspirantes al ascenso.

Con el calzón albivioleta el Real Valladolid, con el rojiblanco, el Girona. Finalmente los de Rubi consiguieron la victoria a los puntos en un combate que fue duro y reñido entre dos conjuntos que mediada la segunda vuelta, esta vez en Montilivi, se volverán a ver y protagonizarán de nuevo un choque de primera como el que ha acontecido esta tarde-noche sobre el papel impoluto del Estadio José Zorrilla.

Mojica vale tres puntos y el liderato

Fue sin duda el mejor jugador, ya no solo del Real Valladolid, sino sobre el tapete del feudo vallisoletano. El colombiano, que venía de no hacer una buena temporada, la pasada en las filas del Rayo Vallecano de Paco Jémez que condenó al ostracismo al 3 del Pucela está cogiendo galones y protagonismo a pasos agigantados.

Poco a poco ha ido entrando en las alineaciones de Joan Francesc Rubi y se ha convertido en un fijo en el once desde que jugase, hace apenas cuatro jornadas, en Los Pajaritos ante el Numancia completando un gran partido y repartiendo la asistencia al tanto de Zakarya Bergdich que a la postre valdría los tres puntos para el cuadro pucelano.

El de Cali aporta rapidez, desborde, lucha y sacrificio y ha calado gracias a estas cualidades en la afición pucelana que le despidió de pie tras el buen papel que firmó en la victoria ante el Girona en una de las mayores ovaciones que se recuerdan en los últimos tiempos en el templo blanco y violeta.

Foto: Real Valladolid

Un centro del campo cambiado

Sorprendió Rubi con la no inclusión en el once, sobre todo, de David Timor quien tan buen papel venía desempeñando en la medular del Pucela, siendo a veces pulmón, a veces ancla, dentro del equipo.

Sastre volvía a la alineación titular, ocho partidos después acompañando a Andre Leao y el mallorquín estuvo sensacional. Salvo un lunar cuando el partido acababa de salir del cascarón en un envió hacia Óscar González que se convirtió en un regalo para el rival, lo demás lo ejecutó de manera inmejorable.

Rápido en la presión, atento en la basculación. Bien en defensa y rápido y hábil a la hora de construir y de ceder con la mayor precisión en el menor tiempo posible, que de esto trata el fútbol, el balón al compañero que mejor colado esté sobre el terreno de juego, el 16 del Real Valladolid cuajó un partido muy completo y pone, de nuevo las cosas difíciles a Rubi a la hora de conformar la alineación titular.

A su lado, André Leao, que tras el castigo en el Carlos Belmonte, parece haber entendido, que en los partidos en los que no pueda brillar, lo que sí tiene que hacer es trabajar. El luso cumplió a la maravilla y realizó una labor sucia teniendo que lidiar con un centro del campo altamente complicado como el Girona con jugadores de calidad como Granell, Eloi o Pere Pons.

Un primer puesto ansiado

Es cierto que aún es pronto para lanzar las campanas al vuelo, ya que únicamente se han disputado once entregas dentro de este libro amplio y frondoso de esta Segunda División que ostenta cuarenta y dos, pero también lo es que a todo equipo le apetece y le entra la sonrisa picarona cuando mira la tabla clasificatoria y se ve en lo más alto de la misma.

Es por ello que la alegría, a día 2 de noviembre sobrevuela el aire de la capital castellano-leonesa, porque atrás parece quedar la nefasta gestión del año pasado, las penurias vividas durante la campaña anterior y la catarsis del Benito Villamarín.

Lo cierto es que en la actualidad, con mejor o peor fútbol, el Real Valladolid es el líder sólido de la categoría de Plata del Fútbol español con 24 puntos de 33 posibles, que suma nueve partidos sin perder, y que cada partido que pasa crece ya no solo en calidad, que la tiene, si no en actitud, factor muy importante para conseguir el tan ansiado ascenso.