Óscar Díaz ha sido el protagonista de esta semana en una entrevista más personal que futbolística, habitual ya en el Real Valladolid, para conocer su personalidad más alejada de los terrenos de juego. Sobre su nuevo equipo, afirmó que antes de conocer el interés, era una opción que le gustaba mucho: “Estaba esperando la llamada, sabía que si tenía que volver a Segunda, el Valladolid era un equipo que me gustaría que me llamase, también por Rubi porque había coincidido con él. No aparecía ese momento pero al final surgió”.

El madrileño es conocido en el vestuario como el más bromista, el que se encarga de poner la música y dar ánimos a todos: “Siempre he intentado ayudar al equipo intentando que la gente esté bien. Ser futbolista es el sueño de muchos niños, tenemos que aprovecharlo, ser felices. Cuando salen bien las cosas, más todavía; y cuando van para mal hay que mirar el lado bueno de las cosas y animar a todos”.

"Sigo siendo igual, no me cambia el tener 30 años. No quiero crecer"

Recordando su infancia, explicó que sus padres siempre le han apoyado, incluso cuando decidió abandonar los estudios, algo de lo que se arrepiente: “Desde pequeño, mis padres se han tragado todos los viajes. Ahora intentan ir a los campos, es más complicado, pero siguen yendo. Siempre me han apoyado. Se presentaron en el instituto y le dijeron al director que quería ser futbolista, él respondió: ¿Qué pasa? ¿Vas a ser Raúl? Me acuerdo de estas palabras. Mis padres no quisieron quitarme el sueño. Me arrepiento de haberlos dejado, pero en aquella época no era de estudiar mucho”.

En sus idas y venidas por toda España encontró a su mujer, a la que conoció en Elche, y con la que comparte su vida: “En Elche la conocía, ella trabajaba en una cafetería a la que íbamos después de entrenar. Después la contrataron para una campaña de abonos del Elche. Nos conocimos ahí”. “Tengo un Quad, siempre he sido de motos y de hacer el cabra. Soy consciente de que no puedo hacerlo, pero siempre me ha gustado”, comentó sobre sus hobbies más personales.

Pensando en el futuro a largo plazo, señaló que desearía continuar ligado al mundo del balompié: “Me gustaría tener una etapa de ayudante, para seguir aprendiendo. Luego ver si pudiera ser entrenador, si eso no me motiva, tema de representación. Espero que quede mucho todavía”.

"La situación de España es un caos, pasará pero hay que afrontarlo"

El madrileño luce cinco tatuajes en su piel, y no dudó en indicar que los borraría si pudiese: “Son los nombres de mis padres y mis niños, me los quitaba. Los tengo a diario en mi vida, no hace falta llevarlos tatuados”. “Llevamos las mudanzas bien. Siempre que cambiamos de ciudad les motivamos, para que les guste. Le damos más importancia nosotros que al final nos cuesta más a nosotros que a ellos”, declaró.

Para terminar, explicó que siempre trata de llevar a sus retoños hacia el mundo del deporte, pues es algo muy importante en su vida: “Tengo que inculcarles algo de que tengan motivación de entrenar o practicar deporte, que lo tengan como obligación”.