Para frotarse los ojos. Un equipo que atravesaba una nefasta racha de cara a puerta, acompañada de un bajón en la tabla, se medía a uno de los más ofensivos de la categoría, el siempre vistoso y alegre FC Barcelona 'B', que en su incipiente constelación cuenta con un agujero negro capaz de resucitar a cualquier difunto: la defensa.

Rubi apostó, y acertó, con su planteamiento, ya que alineó una especie de trivote con falso '9' que trajo consigo unos murmullos que se disiparon en los graderíos tan pronto como Óscar, Jeffren y Mojica empezaban a jugar a sus anchas con las incorporaciones desde la medular de Timor, Leao y un Rubio que parecía rejuvenecido a sus tiempos bisoños. El primer mordisco a los anaranjados culés llegó en forma de balón parado y con dos ex como protagonistas: Jeffren, que botó los saques de esquina alternando pie izquierdo y derecho -algo inusitado en este deporte-, puso en la testa de Valiente un balón que este peinó para que Óscar adelantara a los suyos y diera rienda suelta al jolgorio en Zorrilla.

Las pinceladas de los Samper, Adama, Halilovic y compañía se quedaban en agua de borrajas y se derrumbaban con la primera cornada, ya que apenas un minuto después una cabalgada de Mojica subía el segundo al luminoso. ¿Se vería un espectáculo similar a la fiesta del gol de Los Pajaritos de ayer sábado?

Frenesí de goles

La fragilidad defensiva de los catalanes, más propia de un encuentro de alevines que del deporte profesional, era bien recibida por los pucelanos, que ya antes del descanso aumentaron su ventaja con un gol en propia de Macky. Sin embargo, no acabaría así la primera mitad. Hacía muchos años que en Valladolid no se veía semejante acierto, así que la sorpresa se conjugó con la alegría de que Óscar, evidenciando la pasividad de la zaga visitante, anotaba un gol prácticamente idéntico al firmado veinte minutos antes, ya que esta vez fue Rueda y no Valiente quien prolongó un córner de Jeffren.

Pasividad defensiva rival y acierto goleador fueron buena mezcla para el Pucela

La crisis de cara a puerta, de la que se llevaba hablando semanas y meses en la capital del Pisuerga, se esfumaba gracias a que, por primera vez en la temporada, las ocasiones entraban. Ese disparo que en partidos anteriores se iba lamiendo el poste, repelía el portero o golpeaba en el defensa, esta vez terminaba en las mallas para lamento del filial del FC Barcelona, tan blando que parecía que hacían pellas en las clases de defender impartidas en La Masía.

Que no pare la fiesta

El espectador, incrédulo, afrontaba el segundo tiempo sabedor de que el espectáculo estaba siendo de otro mundo, con protagonistas propios. Mojica volvía a ponerse la careta de velocista, burlando por banda a todo aquel que se le pusiera por delante, Jeffren regateaba y se iba a su antojo por ambas bandas y Álvaro Rubio osaba pisar el balcón del área rival. Sí, han leído bien, el riojano tuvo papel ofensivo en un dibujo ideado por Rubi en el que Timor y Leao ayudaron al capitán a distribuir el balón sin peligro y con criterio.

La sed de venganza no tardó en aparecer en un choque ya decidido, siendo varias las cuentas pendientes. Por un lado, el todoterreno Chica, que quizá afectado por su pasado espanyolista mostró unas inmensas ganas de marcar y seguir enterrando a la camada culé. Ya en la parcela ofensiva, eran Jeffren y Mojica los más interesados en seguir aumentando la cuenta goleadora, todo bajo la atenta mirada y asistencia de Óscar, siempre gustoso de servirles balones.

Tanto el hispanovenezolano como el colombiano se fueron felices a casa, pues firmaron su gol sin que la defensa plantada por Eusebio hiciera muchos esfuerzos por evitarlo. El resultado ya era escandaloso, la grada hacía la ola y Rubi observaba satisfecho la labor de los suyos, tan contento quizá que se le olvidó hacer cambios, puesto que a pesar de lo abultado del marcador, solo concedió algo más de 15 minutos a Omar y Bergdich, dando merecido descanso a los ovacionados Mojica y Óscar. Por si fuera poco Varas repelía cualquier intentona de los visitantes.

Tan de cara estaba la suerte para los vallisoletanos, que el recién incorporado francomarroquí firmó el séptimo gol de la noche, cómo no, sin que los zagueros culés mostrasen mucho empeño por evitarlos. Tiene trabajo por delante el equipo técnico de Eusebio si quiere que Piqué y compañía tengan dignos sucesores.

El espectáculo goleador se consumó con el pitido final, un registro que recordó al 3-8 firmado en Oviedo en 1996 y al 6-1 con el que se castigó al Rayo en la 2012/2013. Este reecuentro con la confianza de cara al portero rival debe ser la clave para que este equipo supere el bache en el que se ha visto sumido estas jornadas y recupere la capacidad ofensiva, que no estaba muerta, estaba de baja.

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Imágenes: LFP.