Difícil era esperar un encuentro bonito, futbolísticamente hablando, en Palamós. Más bien todo lo contrario, una guerra de guerrillas distribuida por todo el terreno de juego. Además, un tercer combatiente hizo acto de presencia. El viento, odiado por algunos, aunque amado por otros. Con el viento de cara, el Real Valladolid comenzó su aventura catalana. En estos primeros minutos, el conjunto pucelano intentó imponer su estilo, con el balón por bandera y el toque como arma. Poco duró. Apenas unos instantes, hasta que se vio que el conjunto de Rubi adoptaría otra cara, de esas que el técnico llama camaleónica, aunque en este caso inservible.

Los primeros ataques del Real Valladolid evidenciaron la ausencia de ideas que aporta Óscar González, pues su homónimo Díaz estuvo en el campo, pero ni para bien, ni para mal. No se le vio, eso fue todo. Los pucelanos abusaron del envío largo desde el primer momento, especialmente Peña, que cada centro que tiraba, más lejos iba del lugar donde hay que colocarlos. El Llagostera, como buen equipo ‘limitado’ que se enfrenta al Real Valladolid, cerró filas en defensa, concentró jugadores en la presión y buscó las salidas rápidas. Tres elementos sencillos pero muy efectivos.

La banda izquierda catalana, defendida por un Chica totalmente superado por Ríos, fue el carril de ataque local. Desde ahí, centros envenenados por el viento, recortes endiablados del citado jugador y opciones para el primer tanto. Gol que pudo llegar tras una mala salida de Javi Varas, pues su despeje golpeó en Valiente y fue hacia Querol, quien sin portero bajo los palos no acertó a mandarla por debajo del larguero. Historia conocida para el Real Valladolid. Campo pequeño, ausencia de juego elaborado y muchos problemas en la salida del balón. La UE Llagostera explotó esta vía una y otra vez, llevando el choque hacia donde le interesaba. Las faltas, las peleas en la medular, fueron una constante. Caían jugadores al suelo, uno detrás de otro, fruto de los múltiples lances aéreos que se producía.

El Real Valladolid tardó 45 minutos en disparar a puerta

Ya sea por el viento, o por la presión local, la única respuesta del Real Valladolid eran envíos largos desde Varas hacia el centro del campo, que se quedaban en territorio propio. Mientras, un Llagostera comandado por Querol no cesaba en su empeño de dar la sorpresa. Su rival tan solo se acercaba con tímidos saques de falta y balones largos de Peña desde la banda, tanto con pies como con manos. En una de estas jugadas fortuitas, Mojica pudo llegar hasta línea de fondo, dentro del área, unos metros antes de esta. El de Cali, como bien acostumbra, no decidió bien en el centro. Poco a poco la posesión crecía para el conjunto pucelano, pero era un dominio estéril, sin ningún peligro y sin acciones trabajadas. Se pudieron contar en dos o tres las jugadas colectivas de un Real Valladolid superado por los condicionantes del choque.

Buen ejemplo de ello es el primer disparo entre los tres palos, obra de Álvaro Rubio, que llegó a escasos segundos del pitido a vestuarios. Un chut que no entrañó problema alguno a René. Por su parte, el Llagostera siguió con la fórmula explicada, con algún que otro córner peligroso, dada la acumulación de jugadores en el área de Varas. Sn embargo, ni uno ni otro perforaron red contraria, y encaminaron el túnel de vestuarios una vez que el colegiado señaló el final. Un primer tiempo feo, agrio y peleado; sin muchas ocasiones, pero con un conjunto local muy atrevido en su presión.

Premio a la valentía

Tras el breve descanso en vestuarios, el Llagostera continuó igual. Presionando en campo rival, jugando con coherencia el balón y buscando las cosquillas a su rival. A pesar de tener el viento de cara en este segundo tiempo, los catalanes no cambiaron su idea, pues había dado frutos previamente. Javi Varas, en una tarde lejos de su nivel, producía taquicardias a su entrenador cuando erraba, por segunda vez, con el balón en su propia área. De nuevo, el equipo local rozaba el gol, pero si antes se fue por encima del larguero, ahora era Rueda quien sacaba el balón antes de que entrara. El Real Valladolid seguía perdido.

Y más que lo iba a estar, cuando Peña perdía el cuero y Sergio León, tras recortar en el lateral del área, disparaba desde el pico de la misma. Su chut, fuerte, aunque sin aparente peligro, se coló entre las manos de Varas, que culminaba así una actuación desastrosa. Apenas pasaban cinco minutos del segundo acto y el conjunto local encontraba un justo premio a su portentoso esfuerzo. Los pucelanos, obligados a reaccionar, se animaban para cambiar esa situación. Poco lo hizo, pues el Real Valladolid no encontró su juego. Mojica no desbordaba; Jeffren no disparada y Óscar Díaz solo aparecía para mandar a las nubes disparos de falta.

Ante esta situación, Rubi movió ficha, y dio entrada a Jonathan Pereira, susituyendo a Rueda. Ofensiva total, delantero por defensa. Peña al central y Mojica al lateral. Todos ordenados, a atacar. Ni por esas. El conjunto pucelano continuó abusando de los envíos largos, muy sencillos de despejar para la zaga catalana. Tampoco había jugadas trenzadas, ni Rubio ni Leao encontraban socios para por enlazar algo productivo. Y todo esto mientras Timor y Juanjo llevaban a cabo una pelea personal, que continuó hasta que el valenciano agredió al jugador local. El colegiado no vio tal y perdonó una roja más que clara.

El único peligro que creó el Real Valladolid fue a balón parado. Un saque de esquina que Pitu peinó en el primer palo lo remató Valiente, más cayéndose que saltando, por encima del larguero. Una de las pocas de este segundo tiempo. Los pucelanos encerraron a su rival, que aprovechó su gran oportunidad para matar el partido. En un contraataque rápido, entre Eloy y Querol, el Llagostera firmó el segundo. El propio Querol, de los mejores del encuentro, batió a Varas con sencillez y maestría. Los catalanes, con una participación más que seria, pero sobre todo con las ideas muy claras, superaba con contundencia a su rival, teóricamente superior.

Tampoco tuvo suerte el equipo de Rubi, pues en su mejor acción, tras una ruleta de Omar, quién lo diría, Chica estrelló un fuerte disparo al poste, con René ya superado. Acción que no arregla un mal, muy malo, encuentro del Real Valladolid. Desde el primer minuto evidenció una ausencia de aclimatación, rifando balones constantemente y escapando de su modelo de juego. El viento, como excusa, no puede servir, ya que el Llagostera jugó por raso durante la segunda parte, cuando tenía el viento en contra. Tres puntos que se le escapan al Real Valladolid, que ni al final apretó el acelerador. Oportunidad desperdiciada, tras los resultados de la jornada. Fin a una primera vuelta con sensaciones contrarias después de tres victorias que quedan empañadas.

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