A pesar del crédito que el de Vilasar de Mar se ha ganado, con los 42 puntos que a día de hoy tiene el Real Valladolid en la tabla clasificatoria y que le mantiene con opciones a todo de cara a conseguir el tan ansiado ascenso, el partido del pasado domingo ante el Club Deportivo Lugo ha abierto de nuevo una brecha y sobre todo, un debate en el seno de la familia pucelana que gira en torno a Joan Francesc Ferrer "Rubi", ¿Por qué cambiar lo que va bien?

El encontrar un sistema básico tras el 7-0 ante el Fútbol Club Barcelona B, el dejar a Jeffren en el banquillo, sacando a la palestra a un Omar cuyo crédito parece agotado en el estadio José Zorrilla o el jugar a la expectativa del rival, en ocasiones de equipos de menor entidad, vuelven a encender la mecha y a señalar al comandante de la nave blanquivioleta como el culpable de todo ello.

Bergdich, de ser clave a coger las maletas

Todos recordamos el inicio de campaña del franco-marroquí y su buen hacer durante los primeros partidos de la temporada. En estas primeras diez jornadas, el ex del Lens francés consiguió hacer cuatro goles repartidos en tres partidos, uno ante el Sporting de Gijón en El Molinón, otro ante el Numancia que valió tres puntos y dos ante el Albacete que sirvió también para que el Real Valladolid consiguiera la victoria por 3-4 en el Carlos Belmonte.

El ya, ex jugador del conjunto blanco y violeta, pasó de ser un fijo en el once del técnico de Vilasar de Mar, a caer en el olvido con la entrada de este nuevo año 2015. Ante el Real Zaragoza, Zakarya jugó los últimos minutos con la camisola del cuadro de la capital del Pisuerga, un total de 15. A partir de ahí ni contra Alavés, Llagostera, Real Mallorca y Lugo, Bergdich sería de la partida.

Un jugador como el ya ex 21 del Pucela, falto de técnica y en ocasiones, de disciplina táctica, pero que se vaciaba en cada partido y que pasó de la noche a la mañana de jugar, ser un fijo y un futbolista determinante a ser condenado al ostracismo y acabar en tierras italianas para jugar en el Genoa hasta final de esta campaña 2014-2015. Una decisión difícil de entender.

Sin un esquema estable

Volvamos al pasado y situémonos en el día 21 de diciembre, del ya año pasado. “Rubi”, influenciado por la llegada al estadio José Zorrilla de un equipo como el Barça B al que el preparador catalán conocía muy bien, por haber pertenecido a su cuerpo técnico un año antes, decidió cambiar de sistema y pasar del clásico 4-2-3-1, utilizado desde el principio de la temporada, a un 4-3-3 o 4-5-1, dependiendo de cómo se mire, reforzando la medular de su equipo.

Timor, André Leao y Álvaro Rubio, este último y hasta la fecha solo había disputado 395 minutos en 17 partidos, salieron de partida con el fin de frenar el buen juego de toque del filial culé que está dirigido por un viejo conocido de la afición vallisoletana, Eusebio Sacristán.

Desde ahí, el técnico del Real Valladolid no ha mantenido este esquema que tan buen resultado dio aquel día en partidos posteriores, sin ir más lejos en el choque del pasado domingo ante el Club Deportivo Lugo de Quique Setién. Rubi volvió al 4-2-3-1, que tan buen resultado dio en el Iberostar, gracias en gran parte a la actuación estelar de Jonathan Pereira que hizo tres goles y dio dos asistencias.

Rubi volvió al 4-2-3-1, que tan buen resultado dio en el Iberostar

El Pucela, a pesar de encontrarse en una posición franca para abordar de aquí hasta el final de temporada el objetivo del ascenso, adolece de un estilo y un esquema estable que le identifique y que sea estable a lo largo del peregrinar por esta difícil categoría de plata del fútbol español.

Timorato fuera de casa

Además, el equipo de Rubi se muestra vulnerable y sobre todo timorato cada vez que sale lejos del Nuevo Estadio José Zorrilla. Muestra inequívoca de ello son las derrotas en campos de rivales de inferior nivel, la última de ellas, hace apenas dos semanas en Palamós y ante la Unión Deportiva Llagostera en un día extremadamente ventoso como apuntó el técnico de la escuadra pucelana.

Las derrotas en Anxo Carro, ante el Lugo por 1-0 en la segunda jornada de liga, en Butarque ante el Leganés por el mismo tanteo, o en El Sadar ante un Osasuna en horas bajas, además mostrando una pésima imagen, abren la duda y el debate acerca del buen hacer o no de Rubi en lo que a los planteamientos a domicilio se refiere.

El Real Valladolid lejos de su santuario es un equipo timorato, sin garra y adormecido en ocasiones

El Real Valladolid lejos de su santuario es un equipo timorato, sin garra y adormecido en ocasiones y su entrenador tiene que entrar de oficio y cortar por lo sano este efecto Jekyll y Mister Hyde que le entra cuando abandona tierras pucelanas. Hay que atajar este problema que puede poner en serio peligro la obtención del objetivo que no es otro que el ascenso a la máxima categoría del fútbol español.

Nadie dijo que iba a ser fácil

El insulso empate del domingo pasado ha dejado entre la afición blanquivioleta un aire de pesimismo focalizado en el hecho de que ni su equipo, ni su entrenador, encontraron la solución a una situación que se va a plantear muy y mucho en Zorrilla de aquí a final de temporada.

Muchos de los equipos, considerados pequeños, que restan por visitar la capital del Pisuerga, van a venir a encerrarse y a jugar con la paciencia de un Real Valladolid que sabe que este año más que nunca no puede fallar si no quiere que se le vayan los otros cuatro equipos que le acompañan en lo más alto de la tabla (Las Palmas, Real Betis, Sporting de Gijón y Girona).

Nadie dijo que el camino iba a ser fácil pero las indecisiones y los cambios de parecer por parte del entrenador pueden empezar a generar duda tanto en el equipo como en la afición lo que puede ser un germen para el devenir de este en su lucha por conseguir el ascenso.

Fotografías: Real Valladolid