En un nuevo duelo entre filiales, el que se llevó el gato al agua fue el Celta B. Los vigueses, con toda la temporada en juego en estas últimas jornadas después de meterse en problemas, consiguen una victoria muy necesitada para alejarse de los puestos de descenso a Tercera y poder encarar con más tranquilidad la recta final. Por su parte, el Promesas sigue con su irregular trayectoria lejos de casa y con el mismo problema que siempre: la falta de gol.

Fue, exactamente, lo que sucedió en el primer tiempo. Un Valladolid B con soltura en su juego, sin ningún temor a sacar el cuero desde atrás y muy dominante ante el equipo gallego que, quizá por los nervios y la tensión, se vio demasiado agazapado en defensa, sin opciones a salir a la contra. A pesar de ello, el primer susto lo dio el conjunto local, con un remate de Yelko al que respondió Julio con el pie, evitando el primer tanto de la tarde. Sin embargo, el control fue visitante, como es habitual, jugando desde la primera línea del equipo y tejiendo las jugadas con paciencia y toque.

Aún así, quien llegó con claridad fue el Celta B. Primero, con un cabezazo de De Amo que rechazó Julio; y después, con un buen lanzamiento de falta directa de Señé, desviado. En los mejores minutos del Promesas, el conjunto de De la Barrera dejó escapar la opción de hacer más daño, de percutir la portería rival y poner una ventaja que no consiguió en el marcador, pero sí tuvo sobre el terreno de juego. La diferencia estuvo ahí. Tras el descanso, Toni Otero, en una de esas decisiones de entrenador que ganan partidos, dio con la tecla.

Segunda mitad celeste 

El técnico del Celta B, llegado hace un mes para salvar al filial celeste, dio entrada a Jordan  por el desaparecido Borja Iglesias, y solo tuvo que esperar un par de minutos para ver recompensado su atrevimiento. Yelko Pino, tras el buen centro de Soto, tuvo la tranquilidad para controlar el cuero, amagar y disparar, superando a Julio y situando el primer tanto en el marcador. Apenas se habían podido ver un par de jugadas en este segundo tiempo y los jóvenes –y no tan jóvenes– jugadores vigueses aprovechaban su ocasión, después del dominio visitante de los anteriores 45 minutos.

El Promesas no se amedrentó, e intentó encontrar un empate justo por lo visto en el partido. Sin suerte, como acostumbra el equipo de Rubén de la Barrera, que volvió a formar con Ángel en el lateral izquierdo y Brian en el eje de la zaga, aún estando en el banquillo centrales puros como Fran No y Alexis. Tal fue el guion, esperado y deseado para el Celta B, que trajo peores noticias para los albivioletas, que portaron la segunda equipación del curso pasado en este duelo. Señé, a la contra, redondeó el marcador para los suyos y puso la puntilla para el Promesas, triste y derrotado.

Una derrota que evidencia que el Promesas, cuando no obtiene ventajas en el marcador durante sus buenos minutos, sufre en cuanto recibe el primer tanto, que suele ser en las pocas ocasiones que tienen los rivales. A pesar de ello, De la Barrera no teme la goleada y va a por el partido. En los últimos meses, no está obteniendo buenos resultados, por lo que el magnífico primer tramo de Liga sirve a los blanquivioletas a tener en su mano la permanencia, que aunque parece segura, deberá cerrarse en una semana ante el colista de la categoría. No estará, en este partido, Ayub, que una vez más fue expulsado. Finalizando el partido, el hispanomarroquí y Javi Que protagonizaron la acción fea de la tarde en Barreiro, pues una pequeña trifulca terminó con dos rojas directas cuando el choque moría en el descuento.

Tres puntos muy necesarios para el Celta B, que toma aire y se distancia algo del descenso, y una derrota para el Promesas que no hace otra cosa que evidenciar el bache de resultados fuera de casa. La victoria, ante el Marino de Luanco, podría cerrar la permanencia de forma matemática. Pero eso será ya otra batalla para los pucelanos. 

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