El conjunto dirigido por Rubén de la Barrera afronta este fin de semana un encuentro en el que podría dejar cumplido el objetivo con el que había arrancado la presente campaña, es decir, mantenerse en la categoría de bronce del deporte rey a nivel nacional. Aun así, enfrente tendrá al Marino de Luanco, un plantel que ocupa el farolillo rojo en la tabla clasificatoria del Grupo 1 de Segunda B, y que por desgracia para sus intereses no tiene ninguna posibilidad de permanecer en dicha división. Pese a ello, no cabe duda de que los asturianos harán todo lo posible para darle una alegría a su afición, especialmente para cerrar el curso de forma satisfactoria.

Los dos equipos llegan a la cita del próximo sábado con sensaciones un tanto negativas, sobre todo porque vienen de haber caído derrotados en la última jornada del campeonato liguero. El Real Valladolid B perdió por dos tantos a cero en tierras gallegas contra el filial del Celta de Vigo, un equipo que necesitaba un resultado así para alejarse de la zona más comprometida de la clasificación. Por su parte, los marinistas fueron doblegados en su feudo por el CD Guijuelo por una diana a dos, aunque los seguidores del equipo local se mostraron muy orgullosos del rendimiento de sus jugadores al haberse enfrentado a una de las plantillas que aspira a pelear por el ascenso a la Liga Adelante.

Es evidente que el Promesas parte como favorito en la contienda frente a los asturianos, principalmente por disputarse el duelo en los Anexos al José Zorrilla y por la diferencia que hay entre ambos en la tabla, si bien es cierto que los pucelanos no atraviesan precisamente su mejor momento de la presente campaña. Esto debe trasladarse en mayor medida a los envites que los castellanos han jugado lejos de la ciudad que vio nacer a Miguel Delibes, puesto que los de De la Barrera no conocen la victoria a domicilio desde el 0-1 en el fortín del Zamora CF del pasado 18 de enero.

El Promesas se está mostrando más sólido en la capital de Castilla

No obstante, el filial del Club presidido por Carlos Suárez se está mostrando más sólido en la capital de Castilla, al margen de que los resultados, el juego y las sensaciones no han sido tan positivos como sucedió en la primera vuelta del torneo de la regularidad en la división de bronce del balompié en España. Por tanto, estos últimos cuatro partidos deben servir para mejorar si es posible la imagen exhibida últimamente, aunque no cabe duda de que la finalidad fundamental es asegurar cuanto antes la permanencia en el Grupo 1 de Segunda B.

El Promesas ha demostrado de largo tener una plantilla con credenciales para hacer algo grande en el futuro, principalmente gracias a jugadores de la talla de Iván Casado, Brian, Carmona, Jorge, Guille, Ángel o Ayub, siendo este último uno de los que más ha agradado a la parroquia albivioleta, pero que en más de una ocasión ha sufrido algún que otro contratiempo fruto de su carácter pasional para contemplar el juego. Además, hay que destacar que más de un integrante del filial del Pucela ha contado este año con la confianza de Rubi para ir convocado con el primer equipo vallisoletano, algo que ha permitido incluso que se compruebe la madurez y la capacidad de estos jóvenes futbolistas para adaptarse a cualquier tipo de situación.

Un zarpazo muy tempranero

Para recordar el compromiso celebrado en el Estadio Municipal de Miramar, conviene precisar que los pucelanos estuvieron muy seguros y motivados desde el pitido inicial del colegiado, ya que los pupilos de Rubén de la Barrera eran realmente conscientes de la importancia de dicho choque para mantener su privilegiada situación en la tabla del torneo liguero. Guille Andrés sería el encargado de asestarle el primer zarpazo a los asturianos al arrancar la contienda, en concreto en el minuto cinco, lo que provocó que el Marino de Luanco se viniera un poco abajo al verse obligado una semana más a nadar a contracorriente para sumar algo positivo.

El tanto de Guille no hizo sino reforzar aún más el dominio del cuadro blanquivioleta en el interior del terreno de juego, mientras que los asturianos no eran capaces de deshacerse de la incesante presión llevada a cabo por los de De la Barrera en todas las parcelas del campo. Los luanquinos trataron por todos los medios de devolver la equidad al electrónico intentando arrebatarle la posesión del esférico a los castellanos, pero el talento y la sangre fría de los jugadores de más calidad del Promesas impedían que el Marino de Luanco pudiera disputarle de tú a tú a los vallisoletanos la hegemonía de la pelota en el encuentro.

Carmona fue el que consiguió reafirmar aún más si cabe la superioridad del Promesas en el tapete verde, una cuestión que se tradujo en una ampliación de su diferencia en el electrónico, todo ello gracias a un tremendo zapatazo del lateral del filial ante el que nada pudo hacer el guardameta rival para evitar que acabara perforando el fondo de las mallas de su portería. Otro que quería aportar su granito de arena en el partido era Ángel, quien ya había enviado un balón al travesaño en los primeros instantes del envite, pero tampoco estuvo afortunado y no pudo dejar el partido prácticamente visto para sentencia antes del descanso.

Aunque esto no afectó en absoluto al dominio territorial que estaba realizando el Real Valladolid Promesas en el Municipal de Miramar, sobre todo porque su adversario no encontraba la fórmula o la tecla con la que desarmar el entramado defensivo perfectamente ordenado y estructurado por el míster gallego de los castellanos. El estado del terreno de juego empeoró considerablemente con el paso de los minutos con motivo de las adversas condiciones meteorológicas que se produjeron en tierras asturianas, si bien es cierto que eso no fue impedimento para que Ayub redondeara la goleada blanquivioleta (0-3) con un tanto de muy bella factura tras una acción individual magnífica. ¿Podrán los hombres de Rubén de la Barrera repetir dicha actuación y sellar la permanencia?