Era un día desapacible y sumamente ventoso en Palamós. Allí, en el Nou Municipal de Palamós, recinto deportivo en el que ha tenido que disputar toda la temporada sus partidos como local la UE Llagostera tras la negativa del Girona a compartir su estadio (Montilivi), comenzó la caída de un equipo pucelano, al que la dura derrota por 2-0, impensable al inicio de la temporada, le hizo mucho daño.

Fue el pasado 18 de enero. Con dos tantos en la segunda mitad del partido, uno de Sergio León con un disparo cruzado a la derecha de un Javi Varas que no pudo hacer nada más que mirar como la bola se alojaba en el fondo de su portería, y otro de Querol cuando el partido agonizaba y gracias a un gran contragolpe llevado a cabo por el equipo catalán, desmontaron la mentira de un equipo como el Real Valladolid que lejos del estadio José Zorrilla ha dado, normalmente, pocas alegrías a su afición.

Un antes y un después de Palamós

Hay, sin lugar a dudas, un antes y un después de la fecha citada con anterioridad, del desastre de los pucelanos en Palamós. Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’ achacó aquel día, y en la rueda de prensa post-partido, la derrota de su equipo a las inclemencias meteorológicas en general y al fuerte viento existente en particular. No hubo autocrítica y el también catalán, no quiso echar las culpas a ningún jugador de su plantilla. Lo que viene haciendo a lo largo de toda la temporada, vaya.

Después de tres victorias consecutivas, el Real Valladolid dio una mala imagen en Palamós

Lo cierto es que, y hablando de los partidos fuera de casa, existe un punto de inflexión, en este caso negativo, antes del encuentro ante los hombres de Lluís Carrillo. El Real Valladolid venía de ganar y de cuajar además un buen partido, sobre todo los primeros 20 minutos, en los que el equipo sentenció, ante el Real Zaragoza y en una plaza altamente complicada como La Romareda.

Después de cosechar tres partidos consecutivos con victoria, ante Barça B por 7-0, ante el Real Zaragoza 0-2 y ante el Deportivo Alavés por 2-0, el equipo ofreció la peor cara en el choque en Palamós y empezó a dejar entrever que fuera de casa era donde el equipo iba a terminar perdiendo la opción de conseguir el ascenso directo que ya tiene en el bolsillo el Real Betis y que Girona y Sporting de Gijón se van a disputar en la última jornada.

La maldición fuera de casa

La escuadra que preside Carlos Suárez mostró ese 18 de enero una imagen de equipo poco sólido que se vino abajo con el gol del conjunto catalán y que se mostró inoperante de cara, ya no solo a hacer gol, sino a crear ocasiones a un equipo que por aquel entonces se situaba en la parte baja de la clasificación.mLos partidos posteriores ante el Real Mallorca, con una actuación estelar de Jonathan Pereira con tres goles y dos asistencias y un resultado final de 1-5 y el triunfo en Los Campos de Sport del Sardinero ante el Racing de Santander no fueron más que un espejismo de cara a los partidos posteriores ante equipos de renombre que hicieron morder el polvo a los blanquivioleta.

La derrota en el Heliodoro Rodríguez López ante el Tenerife por 2-0, la humillación del Real Betis en el Villamarín, 4-0. La pésima imagen mostrada en El Toralín ante la Ponferradina, o la derrota que ponía el ascenso directo muy difícil ante un rival directo como el Girona, demostraban que el Pucela este año ha sufrido mucho lejos del Estadio José Zorrilla y que fuera de casa es donde el equipo ha dejado marchar el ascenso directo.

Con la mirada puesta en otro lado

Lo cierto es que al igual que la pachanga del otro día en Mendizorroza y ante el Alavés, el choque del próximo domingo ante esta UE Llagostera que también llega a la fecha final sin jugarse nada, es un mero trámite antes del tan ansiado primer partido de playoff que el conjunto de Rubi disputará el próximo miércoles en el santuario blanco y violeta.

El Pucela tiene mucho que perder y poco que ganar en un choque en el que no hay nada en juego

La escasa afluencia de público al estadio el domingo está asegurada y si en algún choque importante de la temporada la afición congregada en Zorrilla no ha llegado a los 10.000, en este caso y con absolutamente nada en juego el estado que puede presentar el santuario de la capital del Pisuerga puede ser sumamente triste. El partido es traicionero y puede provocar, aún sin quererlo, algún que otro perjuicio al conjunto local que tiene mucho que perder y poco que ganar. Poco que ganar porque se se hace, será un partido más como el del pasado sábado, mientras que si se pierde, el público puede desanimarse más aún de cara al tan ansiado como importante playoff.

Unidad para conseguir un objetivo

Que el equipo ha ido adoleciendo a lo largo de la temporada de una irregularidad en cuanto a juego y resultados es una realidad. Que las decisiones del entrenador cada vez son entendidas por menos personas, también es cierto. Que el equipo fuera de casa suele ser un títere en manos del rival es evidente, pero en este tramo final de la campaña hay que estar más unidos que nunca para lograr el ascenso.

Equipo y afición deben unirse y ser uno solo en la lucha por lograr colocar a un histórico como el Real Valladolid en lo más alto del fútbol español. Ya lo dijo Porfi Fisac hace unas cuantas semanas cuando su equipo, el Mywigo Valladolid tenía que afrontar también el playoff. Al final si se asciende directamente o vía playoff, es indiferente, lo que cuenta es regresar a primera, el fin, en este caso si, justifica el camino realizado con anterioridad.