Es momento de reflexionar. De hacer valoraciones. De puntuar una temporada que no ha terminado como el Real Valladolid quería. El objetivo era claro, regresar a Primera División. El método, desde el inicio, era el ascenso directo, pero sin cerrar las puertas al playoff. Al final, ni una vía ni otra, las puertas se cerraron y el conjunto albivioleta se quedará un año más en la Liga Adelante, pero el destino seguirá siendo el mismo, volver a la élite del fútbol español.

Para profundizar en esta valoración, hay que ir punto por punto. Primero, no haber ascendido no es necesariamente un fracaso. Lo sería, en todo caso, no poder haber peleado en ningún momento por ello. Haber estado todo el curso lejos de los dos puestos de ascenso directo y ni haber entrado en la promoción final. Eso hubiera sido un fracaso, pues el objetivo nunca hubiera estado cercano. Pero no ha sido así, el Real Valladolid ha estado en buena parte de la temporada en la pelea por las dos primeras posiciones, incluso las ocupó durante buena parte de la campaña. Decepcionante, sí, el no haber podido luchar por ellas en el tramo final, cuando los de Rubi se descolgaron en el último tercio de competición y siempre fue más una utopía que una realidad el alcanzar el segundo puesto.

Después, aparece el playoff de ascenso. Es decepcionante, para un equipo como el Real Valladolid, que no se haya podido conseguir una mejor posición en Liga para tener ese factor cancha a favor, que Rubi decía que no era tan definitivo, pero que lo ha terminado siendo. El conjunto albivioleta peleó en la ida, pero en la vuelta volvió a adolecer de todos los problemas que ha mostrado esta temporada. En una semana, no se pueden cambiar muchas cosas, y los errores se repitieron. Al final, venció el que tenía esa ligera ventaja de jugar la vuelta en su estadio y de haber marcado en el primer encuentro a domicilio. Eso sí es decepcionante. El fracaso hubiera sido perder la eliminatoria en Zorrilla, no dar la cara. Hubiera sido perder de goleada en Las Palmas, algo que pudo suceder si Javi Varas no llega a estar tan inspirado. Pero al final, una decepción más.

Foto: Real Valladolid

No solo los resultados

Decepcionante también han sido otros aspectos de la campaña. El poco apoyo de Zorrilla en los peores momentos del curso, solo supo responder al final, al menos eso. El mal juego del equipo en gran parte de la temporada, por no decir toda. Jugadores de los que se esperaba mucho más. Y, sobre todo, un entrenador que llegaba con la vitola de referente en Segunda, de juego pasional y de toque, y que en ningún momento lo ha logrado. Razón de ello, la desconexión Rubi-Zorrilla, y sus críticas finales.

Pero ya no hay más vuelta de hoja, mirar atrás no servirá más que para corregir errores del pasado. La temporada 2014/15 ha finalizado, y en el Real Valladolid ya solo se debería pensar en el próximo curso, que será igual o más de exigente, por eso de ser la segunda campaña seguida en Segunda División. El ascenso volverá a ser una obligación, y eso se puede afirmar sin ver aun el equipo que tendrá el conjunto albivioleta. Mejor plantilla que la actual, es complicado de repetir, pero visto el trabajo de Braulio Vázquez, incluso se podría mejorar buscando otro perfil de jugadores que han faltado esta vez.

De las decepciones se aprende. El aficionado del Real Valladolid no puede sentir que su equipo ha fracasado, pero que sí le ha decepcionado. No pudo pelear el ascenso hasta el final en Liga, ni llegar a la final por la última plaza en Primera; pero al menos lo intentó y estuvo en la brecha hasta el penúltimo escalón. El próximo curso deberá ser en el que se suba el último peldaño, en el que se asome la cabeza en la Liba BBVA, para pasar después el resto del cuerpo. Esta vez, apenas ha aparecido unos centímetros del escudo pucelano, pero como ya sucedió con el último ascenso, fue en el segundo año en el que se dio un paso al frente. Todo queda para la 2015/16, en la que seguro, volverá la ilusión a orillas del Pisuerga.

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