Es cierto que hace menos de un mes que Gaizka Garitano llegó al banquillo del Real Valladolid y que es pronto para sacar conclusiones habiendo disputado solo tres partidos amistosos, dos de ellos ante rivales de menor categoría como Celta B y Pontevedra, pero no es menos cierto que al equipo se le van viendo cosas de las que adolecía la campaña pasada, y que son sumamente importantes para tener una estabilidad de cara a un comienzo de temporada que está a la vuelta de la esquina.

Señas de identidad de las que, poco a poco, el nuevo comandante de la nave blanquivioleta quiere dotar a un equipo que este año, como ha reconocido hasta el director deportivo Braulio Vázquez, se va a fijar mucho más en el colectivo que en la suma individual de buenos jugadores, con más nombre que hambre de triunfos, con los que contaba la escuadra que preside Carlos Suárez la aciaga ya temporada pasada. El camino es largo y quedan aún muchas cosas que hacer y muchos conceptos que apuntalar, pero la toma inicial parece interesante y, a tenor de lo visto en los primeros tres choques de la pretemporada, esta es la línea a seguir para que el resultado sea la consecución del tan soñado como añorado ascenso a la Primera División del Fútbol Español.

Una presión característica

Será, la que comience el próximo 22 de agosto, la sexta temporada del técnico vasco al frente de un banquillo, con solo 40 años, y muchas son ya las señas de identidad que le acompañan, lo que es síntoma inequívoco de que el ya ex entrenador del Eibar ha hecho las cosas bien con todos y cada uno de los conceptos futbolísticos o maneras de jugar en los que cree y confía.

Garitano confía en la presión, para robar y crear peligro al rival

La piedra angular es la presión característica de la que dota a su equipo a la salida de balón del conjunto rival. Sin ir más lejos, lo pudimos apreciar el pasado sábado, en el estadio municipal de Pasarón, sobre todo durante los primeros 15 minutos de la primera parte. Caye Quintana, Alfaro, Renzo Zambrano y Juan Villar, que comenzaron de inicio el partido, se esmeraban en robar el balón en zona avanzada para crear peligro sobre el marco rival. El objetivo, el de conseguir que el contrincante no se sienta cómodo nunca a la hora de sacar el balón jugado y que tenga que recurrir al balón largo con el fin de que el Pucela recupere la posesión del esférico.

Líneas muy juntas y defensa muy despierta

Otra de las premisas de Garitano es la de hacer un especial hincapié en la defensa. Sus equipos siempre se construyen por los cimientos y la zaga es, sin lugar a dudas, la parte del equipo que el entrenador vasco más se encarga de trabajar con el fin de encontrar una estabilidad clave para afrontar el objetivo del ascenso como hizo hace apenas un año con el Eibar. La cercanía entre el centro del campo, sobre todo el doble pivote y la línea de centrales a la hora de replegar es otro aspecto fundamental en el que se va a basar este Real Valladolid con el comandante bilbaíno al mando. La ayuda de los extremos, continua a los laterales, con el objetivo de crear un equipo corto y no largo entre líneas.

Una defensa despierta y comandada por un portero que ordene, como se pudo ver a Kepa Arrizabalaga en el choque ante el filial celtiña, y al que no le tiemble el pulso a la hora de pegar un grito a los Juanpe, Marcelo Silva, Samuel y compañía, que les permita reaccionar en los momentos en los que la falta de concentración se apodere de ellos.

Defensa zonal, con matices, en jugadas a balón parado

Otro de los puntos fuertes de Garitano es la estrategia. A balón parado, en contra y en la mayoría de los casos, el nuevo míster del Real Valladolid plantea una defensa en zona, incómoda para todo rival. En faltas laterales cercanas al marco pucelano, el objetivo es que la propia zaga no pise el área pequeña para dejar libre la acción del guardameta, mientras que en infracciones a 20-30 metros, las defensas del vasco se van más allá del área propia.

Garitano pone un énfasis especial en la estrategia

Defensa en zona, pero con matices, ya que esta manera de contrarrestar las jugadas de estrategia del rival, es completada con un marcaje al hombre al cabeceador más peligroso del equipo rival. En este caso, y en la foto que se adjunta, el preparador del Pucela preparaba este marcaje individual antes del primer partido amistoso de la pretemporada, en Sestao, y ante el Athletic de Bilbao, sobre Aduriz, sin duda, el jugador más peligroso por alto del cuadro de Ernesto Valverde. Una defensa, al fin y al cabo mixta, en la que prima la zona para descolocar a un equipo rival que se vea obligado a pensar y se sienta incómodo en estas jugadas a balón parado.

Confianza en las 'torres', en estrategia a favor

En ataque, y sin irnos de las acciones a balón detenido, las pantallas y las acciones que libren a las torres del conjunto pucelano, vuelven a ser las protagonistas, como se pudo apreciar el pasado sábado, y volviendo al choque ante el Pontevedra, para librar a los centrales. Hombres que van bien de cabeza como Marcelo Silva, Juanpe o Samuel.

El uruguayo, de 1,87 metros, logró la pasada campaña, con la camiseta de la Unión Deportiva Las Palmas, dos tantos, uno en liga y otro en Copa del Rey. Mientras el que, a priori, será su compañero en el eje de la zaga, Juanpe, de 1,91 metros consiguió tres, dos ante Osasuna y uno contra el Sporting de Gijón. Garitano quiere que sus centrales, además de defender, creen peligro en este tipo de jugadas, tan importantes para el preparador del País Vasco, y que tantos puntos importantes pueden dar a un equipo como el Real Valladolid en su lucha por conseguir el ascenso.

Fotografías: Vídeos-resumen del Real Valladolid