En una carrera de fondo, siempre surgen obstáculos. Algunos son sencillos de superar, otros más complicados, y quedan menos que no siempre se consiguen esquivar y te hacen tropezar. Córdoba, para el Real Valladolid, fue uno de esos. Se trastabilló, el conjunto pucelano, pero supo levantarse y seguir corriendo, adelantando al Alcorcón por la izquierda (de Mojica, donde llegó el primer gol), y rematándolo por la derecha (de Juan Villar, para el segundo). Sin embargo, ahora llega un escollo mucho más complicado, especialmente para los de Zorrilla, pues en sus anteriores carreras, nunca han conseguido superarlo del todo.

El Toralín, campo ya maldito para el Real Valladolid. Son tres visitas en partido oficial, y ni una sola victoria. Hasta el curso pasado, dos eran las visitas, y dos los empates. No era mal bagaje, pero llegó uno de los mayores descalabros. Una derrota, contundente, sin opciones y que mostró las vergüenzas de un equipo falto de seña de identidad, de intensidad y de imaginación. Todo eso ha cambiado pues, con Garitano en el banquillo, lo que no se negocia es el esfuerzo sobre el verde, la intensidad defensiva y la concentración continua. Quien no esté con todos sus sentidos sobre el verde, no jugará.

Atención defensiva

La Ponferradina ha sufrido cambios en su equipo, y algunos muy significativos. Desde la portería, hasta la defensa, apenas quedan hombres del curso pasado. Santamaría, tras su mal paso por Osasuna, ha regresado a El Toralín y ocupará la portería. En defensa, ahora los teóricos titulares son Alan Baró e Ignasi Miquel, acompañados en las bandas por Seoane y Casado. En el centro del campo, ahí sí, continúa la pareja formada por Jonathan y Andy; mientras que el mejor futbolista de la temporada pasada en el conjunto berciano, Acorán, sigue ocupando el carril diestro de ataque. En el izquierdo, el sitio es para un viejo conocido del Real Valladolid, Alvaro Antón. No hay que olvidar, tampoco, las caras nuevas, fichajes exóticos como David Caiado y Khomchenovsky, quienes también pueden aparecer por los costados, aunque puede ser temprano para ellos, al llevar solo unos días en Ponferrada.

En la delantera, hay que recordar que Manolo Díaz suele apostar por un único punta, con otro hombre más retrasado. El adiós de Sobrino lleva a Yuri a la delantera, mientras que Berrocal o Melero podrían aparecer justo detrás. Jebor y Djordevic, más caras nuevas, abren ese ramillete de opciones que se perfeccionará con el paso de las jornadas, ya que las incorporaciones acaban de realizarse, y como sucede en el Real Valladolid y cualquier otro equipo, todos necesitan un proceso de aclimatación.

Foto: SD Ponferradina

Lo que no ha cambiado, en esta Ponferradina, es la idea de juego, y más en El Toralín. Equipo que busca dominar el cuero, pero ejerciendo una presión intensa, no dejando respirar al rival y llevando hasta el límite a cada uno de sus jugadores. Intensidad, intensidad y más intensidad. Lo sufrió el Real Valladolid la temporada pasada, fue un juguete roto en las manos de los bercianos, que se propasaron con los pucelanos, sin dejarles ni una sola opción de puntuar. Eso, ahora, es lo que debe cambiar Garitano, e idear un plan para parar a los rápidos y habilidosos futbolistas de banda en los locales, atar en corto al siempre peligroso Yuri y poder contrarrestar con su propia presión, evitando errores en la salida del cuero y aprovechando las ocasiones que vayan surgiendo.

Los fichajes entran a escena

Finalizado el mercado de fichajes, Garitano cuenta con 21 futbolistas en su primera plantilla. Para este encuentro, Bruno Varela es baja segura, al encontrarse con la selección Sub-21 de Portugal, por lo que Julio Iricíbar ocupará su lugar en el banquillo, con Kepa, y toda la polémica que envuelve su pasado en la Ponferradina y llegada a Valladolid, bajo palos. En defensa, esta vez sí parece que será Javi Moyano el titular en el lateral derecho por las molestias de Chica, que esta semana le han mantenido al margen un día. El catalán estará entre algodones gran parte del curso, y tener un hombre de refresco como Moyano, conocedor de la categoría, es todo un seguro para Garitano.

El resto de posiciones de la línea de atrás no debería variar, salvo inconveniente de última hora. Es en el centro del campo donde puede haber ya permutas. La llegada de Pedro Tiba le da al técnico vasco ese mediocentro capaz de organizar el juego y llegar hasta área rival, mientras que sitúa a otro hombre más posicional, que sujete el equipo y se mantenga concentrado ante cualquier pérdida o contra del rival. Esa demarcación, la del centrocampista defensivo, va a ser tarea de André Leao, pues hasta él mismo ha explicado en ruerda de prensa que Garitano le pide mucho más trabajo de contención que de llegada a campo contrario, aunque también debe dar salida al balón desde atrás. Una medular completamente portuguesa, pues parece que André Leao tiene algo de ventaja sobre David Timor, siempre en el caso de que Tiba se haga con un puesto en el once en su primera semana a orillas del Pisuerga. Mientras, Álvaro Rubio se va ganando la pegatina de comodín para Garitano, ya que en dos encuentros, ha actuado en dos posiciones algo extrañas para él, la media punta y el interior izquierdo.

Foto: Real Valladolid

Otras de las incógnitas, viendo que Óscar parece un fijo para el vasco, y que Alfaro y Juan Villar se han ganado el puesto por las bandas, es la delantera. Garitano alineó a Juan Villar en punta en su segundo encuentro, dejando ver que quizá no tiene toda su confianza en Rodri. Además, la llegada de dos delantero, y no uno como se hablaba, puede reforzar esta postura. Diego Rubio, que ha recalado en el Real Valladolid en plenas condiciones físicas, después de disputar ya dos partidos con el Sporting CP B, es el que más papeletas tiene para suplir al soriano en punta; mientras que Erick Moreno puede necesitar un mayor tiempo de adaptación física, dado que estaba en un periodo de inactividad. No hay que olvidar que, aunque Garitano haya mostrado su predilección por el 4-2-3-1, la posibilidad de juntar dos delanteros es toda una realidad ahora.

Así pues, un once que puede presentar cambios, aclimatarse al rival, y dejar algunos debuts de las nuevas incorporaciones. Además, también puede señalar a algunos jugadores, aunque es pronto para buscar culpables, más cuando se viene de una victoria, y cuando tampoco es algo que sea positivo para el equipo. Más que señalar, hay que recalcarlo, es poner las pilas a determinados futbolistas que pueden no estar rayando a su mejor nivel, o simplemente, crear competitividad con la entrada de nuevos compañeros, ya que nadie tiene garantizado su sitio en el campo.

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