Se dice que una condición inherente al ser humano es el nerviosismo, la tensión o incluso la ansiedad antes de llevar a cabo una actuación realmente importante. ¿Quién no ha sentido la presión sobre sí mismo cuando ha tenido una importante entrevista de trabajo? ¿O qué decir de aquellos estudiantes que sufren sangre, sudor y lágrimas en multitud de ocasiones para sacar adelante sus estudios, labrarse un gran futuro y así satisfacer las exigencias de sus padres? Es evidente que la satisfacción es completa una vez que se ha cumplido el objetivo, a pesar de que el esfuerzo haya sido muy grande para conseguir el objetivo que se estaba buscando.

Como si de una orquesta se tratara, el Real Valladolid está persiguiendo en la presente temporada la consecución de la armonía perfecta entre todos y cada uno de sus engranajes con la intención de culminar la cima del Everest. El objetivo a medio o largo plazo de los pupilos de Gaizka Garitano es regresar cuanto antes al Olimpo del deporte rey a nivel nacional, si bien es cierto que deberá pelear hasta la extenuación y hasta que suene la campana para volver a formar parte de la que muchos consideran la mejor Liga del mundo. Jugar de nuevo contra equipos de la talla de FC Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid, Sevilla, Valencia o Villarreal, entre otros, es una motivación más que suficiente para tratar de llevar en volandas a la entidad albivioleta a la Liga BBVA.

Garitano aún se encuentra buscando la forma adecuada de encajar todas sus piezas

El míster del Pucela aún se encuentra buscando la forma adecuada de encajar todas sus piezas, como si de un puzle se tratara, todo ello con la mentalidad puesta en lograr un sistema de juego adecuado, que convenza a la afición y que, sobre todo, permita obtener los objetivos que se han planteado al inicio de la andadura del ex del Eibar a orillas del Pisuerga. Para ello, es de vital importancia que todos los integrantes de la expedición blanquivioleta estén comprometidos con la causa, demostrando que reman juntos en la misma dirección y que ansían verdaderamente estar una vez más en la máxima categoría del balompié español.

(Foto: Real Valladolid).

Dos piezas algo descompasadas

Y en este proceso hay dos jugadores en concreto que cobran una relevancia capital para el club presidido por Carlos Suárez. Se trata de David Timor y André Leão, los dueños y señores de la medular del Real Valladolid tanto en la época de Rubi como en la actualidad con Garitano. Tal y como señaló el entrenador vasco en rueda de prensa tras la victoria por la mínima (1-0) de los suyos en el José Zorrilla contra el Bilbao Athletic, los dos pivotes deben soltarse un poco más con el balón: "Tienen capacidad para hacer las dos cosas, son pivotes que yo llamo mixtos, capaces de jugar bien al fútbol, defender y tener presencia física, que eso es lo que me gusta a mí".

La idea es que el portugués vuelva a brillar con luz propia sobre el terreno de juego, algo que ya demostró al comienzo de su periplo en la ciudad que vio nacer a Miguel Delibes. Las primeras impresiones acerca del ex del Paços de Ferreira fueron muy positivas, especialmente porque se veía a un futbolista con mucha confianza, talento y liderazgo en el centro del campo vallisoletano. Sin duda, la parroquia castellana creía haber encontrado a su auténtico capitán, con el permiso de Don Álvaro Rubio, un hombre capaz de coger el timón con sus propias manos y liberar al Pucela del naufragio al que se había visto condenada su embarcación después de la aventura con Juan Ignacio Martínez al frente de su navío.

Sin embargo, Leão fue perdiendo presencia y dominio en la medular del Real Valladolid con el transcurso de las jornadas, lo que provocó que en multitud de ocasiones el graderío que tanto le había alabado cambiara completamente de parecer sobre el luso. Es cierto que el ser humano, por naturaleza, tiende a magnificar los malos recuerdos y a no quedarse con lo positivo, algo para lo que parece no haber una solución científica ni demostrable, pero es verdad que el portugués se encontraba sin ningún atisbo de duda en un momento complicado a nivel profesional en la capital de Castilla. A pesar de ello, Gaizka Garitano ha depositado sobre él su absoluta confianza, debido a que está plenamente convencido de que tiene que convertirse en el auténtico líder del medio campo albivioleta.

(Foto: Real Valladolid).

Objetivo: engrasar la máquina

Sobre la misión de hacer jugar mejor al equipo tanto con balón como sin él, pero principalmente cuando el Pucela tenga en sus dominios la manija del choque a través del control del esférico, apuntó lo siguiente acerca del jugador que luce el dorsal número '8' en la casaca a rayas blancas y violetas: "Leão tiene capacidad para ello, tirar hacia delante y tiene libertad para hacerlo". El míster blanquivioleta es muy consciente de que todavía tiene mucho que trabajar y entrenar para armar su estructura sólida y perfecta, la misma que se vio durante la primera vuelta de la pasada campaña en la Liga BBVA a los mandos del Eibar. Una cosa está clara: Garitano no cesará en su empeño de conseguir que los castellanos formen un bloque compacto y prácticamente inexpugnable, haciendo de su estadio un verdadero fortín, con la finalidad clara de volver a la siempre codiciada Primera División española.

Timor tiene potencial y cualidades de sobra para triunfar en el mundo del balompié

Si el papel de André Leão es fundamental en este esquema, no lo es menos el de su pareja de baile. Timor ya ha demostrado con creces que tiene potencial y cualidades de sobra para triunfar en el mundo del balompié, además de para ganarse un sitio en la memoria y el recuerdo de todos los seguidores que semana tras semana siguen impacientes las andanzas de su Real Valladolid en la Liga Adelante. El que fuera jugador de Osasuna es un hombre más llegador que su socio portugués, ya que cuenta con una mayor proyección ofensiva que su camarada y un potente disparo que siempre incomoda a los guardametas rivales, quienes se echan a temblar y se inquietan cada vez que ven al valenciano armar el cañón que tiene en su pierna izquierda.

(Foto: Real Valladolid).

El luso tiene que ser el guardián del centro del campo pucelano, el jugador que impida que los rivales puedan percutir entre la zaga blanquivioleta, además de ser el nexo de unión entre la medular y la delantera vallisoletana. Por su parte, David Timor es un futbolista que no se caracteriza por tener la visión de juego tan desarrollada como Leão, pero se puede afirmar con total rotundidad que es el compañero adecuado para que André se sienta perfectamente custodiado y rodeado en cualquier instante en el campo. Dos futbolistas extraordinarios, que se complementan y se entienden a las mil maravillas, al menos sobre el papel, pero que deberán dar un salto cualitativo importante si desean que el Real Valladolid vuelva a estar en el sitio que se merece.

Tampoco se puede pasar por alto que en el banquillo están dos jugadores muy válidos para suplir al portugués y al valenciano. Uno de ellos es Álvaro Rubio, el gran capitán de los pucelanos, el eterno ídolo de una afición que está deseosa de ver cómo el riojano lidera una vez más el armazón castellano para la consecución del objetivo del ascenso. El otro hombre que espera su oportunidad desde un segundo plano, y que a buen seguro acabará siendo un actor principal de la función albivioleta, es Pedro Tiba.

(Foto: Real Valladolid).

Compatriota de André Leão, el luso ha llegado cedido procedente del Sporting de Braga para convertirse en un hombre importante para Garitano y compañía, avalado además por un Braulio Vázquez que está realizando una gran labor al frente de la dirección deportiva del Pucela. La próxima función para los vallisoletanos será este domingo, desde las 17:00 horas, en Los Pajaritos contra el Numancia, en la que será una nueva oportunidad para ver si la sinfonía blanquivioleta logra la armonía que el público tanto añora.