Empate con sabor a derrota. Tan simple, tan directo pero tan cierto. El Real Valladolid dejó escapar dos puntos en su visita a El Alcoraz por plantear una segunda parte, después de haberse adelantado en el marcador, muy rácana. Muy defensiva. Todo el segundo tiempo en su campo, esperando al Huesca en defensa para salir a la contra, cosa que hizo en muy pocas ocasiones, y siempre sin mucho peligro. Se pudo decidir el encuentro si Del Moral llega a acertar en su disparo o si Leo Franco no saca esa buena mano para tapar el disparo del jienense.

El Huesca, que no le perdió la cara al choque, trató de empatar y lo consiguió, a pesar del excelente encuentro de Kepa Arrizabalaga bajo palos. No siempre podrá salvar el meta vasco al Real Valladolid, y luchar por conservar una ventaja mínima, en Segunda, es jugar con fuego. Cualquier equipo puede empatar. Y así fue. Sin margen de reacción, el conjunto pucelano tuvo que conformarse con un punto, el tercer empate consecutivo, que le hace quedarse en tierra de nadie, más cerca del descenso que del playoff (por sensaciones). Tras siete jornadas disputadas, es algo que preocupa.

Con Rubio, más movimiento

De todas las decisiones que tomó Gaizka Garitano para el encuentro en tierras aragonesas, situar a Álvaro Rubio en el centro del campo fue una de las más acertadas. Con el riojano en el campo, el Real Valladolid tiene criterio para mover el cuero por la medular, y hasta André Leao, que lleva toda la temporada muy desacertado en tareas de construcción, aportó en esta labor. El Pucela tuvo sus mejores minutos de la temporada en el primer cuarto de hora, cosa extraña, viendo que los comienzos de partido son otro de los quebraderos de cabeza del técnico vasco. Rubio se incrustó entre centrales y dio salida al cuero, encontrando con facilidad a Óscar, Mojica y Del Moral.

Hubo asociaciones, criterio con la posesión, y varias llegadas, además del gol de Rodri. Duró 15 minutos, pero se puede considerar como uno de los brotes verdes, algo a lo que agarrarse para confiar en la mejoría que ha de llegar para pelear por algo importante este curso. Sin embargo, con la primera ocasión local, los albivioletas perdieron ese dominio y estuvieron a merced del Huesca prácticamente el resto del partido. No fue tanto el dominio de los de Tevenet hasta el descanso, pues las alternativas se sucedieron. Ahí apenas sufrió el Real Valladolid, controló bien su ventaja y pudo ampliarla con un zapatazo de Mojica desde la frontal. 

Con Rubio y Óscar entonados, el Pucela funciona 

Mención especial a Óscar. El salmantino dio ese paso al frente que él mismo se pedía durante la semana, pero al igual que el buen juego de su equipo, duró poco. Al menos se ha visto que es posible, y quizá en Zorrilla, sea más duradero. Calidad de sobra hay para ello, aunque puede que sea algo pronto para exigirlo. Sin embargo, las jornadas pasan, los puntos vuelan, y son encuentros de los que nadie quiere acordarse al final de temporada, pero que si no se cumplen objetivos, se recordarán. Lo que queda claro es que, a día de hoy, para que el Real Valladolid tenga fluidez con el balón en su posesión y un buen rendimiento ofensivo, Álvaro Rubio debe estar entonado. Pasan los años, y el '18' sigue siendo el timón. Garitano ya ha dado cuenta de ello. 

Segunda parte de encierro

Pocos, muy pocos aficionados blanquivioletas estarán contentos y orgullosos de que su equipo, con ventaja en el electrónico, se encerrara en su campo para conservarla. Esto puede suceder con el arreón final del rival, pero nunca durante toda una segunda parte. Apenas se pisó campo contrario, ni con los contraataques que se esperaba encontrar. La presión del Huesca, la mayor intensidad, y el cansancio de Álvaro Rubio, fueron los motivos de esto. El riojano perdió gas y su equipo dejó de funcionar. Y no puede ser este el motivo, un equipo no puede dejar de rendir ofensivamente cuando uno de sus hombres nota el cansancio. 

Si Álvaro Rubio fue el acierto, no leer el encuentro en la segunda parte, fue un grave fallo de Garitano. El Huesca dominaba y acumulaba hombres en ataque, especialmente por banda, donde fue muy superior a los defensas laterales visitantes. El técnico vasco debió ver que Javi Moyano estaba muy superado por Darwin Machís, que necesitaba ayuda para cerrar el carril derecho. Con el equipo metido atrás y queriendo salir a la contra, una buena opción hubiera sido conformar un doble lateral con Javi Chica ayudando a Moyano, y la frescura del catalán saliendo rápido. Del Moral apenas ayudó ahí, y se le notó cansado, además de que ocupó más zonas centrales que de banda. Lo mismo sucedió con el costado de Hermoso, que ultimamente está pagando caro el ser debutante en la categoría. Mojica, por la izquierda, sí prestó más atención a las incorporaciones de los atacantes locales. 

Garitano no vio la superioridad del Huesca por la banda de Moyano

Para completar este análisis de la segunda mitad, hay que fijar la vista en la pareja de centrales. Timor y Juanpe respondieron muy bien por alto, en los envíos lejanos y centros laterales del Huesca. Ahí, ni un solo fallo. Aunque en el gol no estuvieron acertados, tampoco se les puede achacar la culpa del mal despeja de Kepa, sí quizá de no dejarle una visión perfecta en el envío cerrado desde la esquina. Donde concedieron muchas facilidades fue en la frontal, reculando en exceso cuando los delanteros locales llegaban con el cuero controlado. Eso se tradujo en disparos lejanos, más y menos peligrosos. El Huesca se fue viniendo arriba a raíz de estas ocasiones, y al final llegó ese gol que parecía tan cercano. Todo hay que decirlo, si Machís no llega a encontrar portería, muy posiblemente el Real Valladolid se habría llevado tres puntos de El Alcoraz, y se hablaría de victoria sufrida y peleada con oficio. No hay que esconder las vergüenzas, el conjunto pucelano no estuvo a la altura en el segundo tiempo, y ese encierro defensivo, esa conformidad con defender una ventaja mínima, costó caro. Ni Kepa pudo impedirlo. 

Inicio desilusionante

Han pasado siete jornadas, y por el momento, el mejor jugador del Real Valladolid es Kepa Arrizabalaga. El portero. Como suena. Eso solo es signo de debilidad defensiva e inoperancia en ataque. O lo que es lo mismo. Cuesta mucho hacer gol y se reciben con facilidad. En cifras, seis goles anotados y siete recibidos. Números que no invitan al optimismo. Estar en el decimocuarto lugar de la tabla, cuando ya se han superado casi dos meses de competición, evidencia que el conjunto pucelano no está en un buen momento. Y debe solucionarlo cuanto antes, pues esta Segunda División se presenta más igualada que nunca, y aunque el playoff se encuentre a tan solo dos puntos, el ascenso directo ya está a cuatro, y el líder, a siete. 

La excusa o la razón del mal inicio albivioleta puede residir en la plantilla, muy nueva, y en las dificultades que esto lleva. Pero estando en octubre, hay que empezar a funcionar. O, al menos, a no descolgarse mucho de la zona alta para poder asaltarla en el año nuevo. A eso debe agarrarse el Real Valladolid. A seguir compitiendo, a volver a ganar, sea como sea, y experimentar pequeños brotes verdes cada partido. De El Alcoraz hay que quedarse con los primeros 15 minutos de juego. En el próximo choque, que sea media hora buena de fútbol. En el siguiente, toda una parte. Creciendo poco a poco, pues mimbres hay, calidad existe, solo hace falta ponerla a funcionar.