En el fútbol, un alto porcentaje de que los resultados sean positivos o negativos no siempre depende de lo que se hace con la pelota en los pies. El plano anímico es un elemento que no se aprecia fácilmente, pero que los jugadores tienen muy presente a la hora de disputar los noventa minutos. Por este motivo, hay entrenadores que llegan a los clubes con más fama incluso de psicólogos que de sabios de la pizarra, ya que un buen dominio del psique puede incluso hacer olvidar carencias de táctica.

Todo grupo humano de jugadores tiene unas dotes futbolísticas mayores o menores, de un tipo o de otro, una serie de virtudes que los sacaron de jugar en campos de barrio a llegar a grandes estadios. El Real Valladolid y su vestuario no es excepción de estos atributos, ya que un repaso individual a cada uno de sus componentes invita a enarcar las cejas cuando se observa la tabla de clasificados, donde los pucelanos coquetean con los puestos de descenso.

Dos acciones, cuatro puntos

¿Cómo esperar que Manu del Moral, que ha metido goles a tropel, fallara la semana pasada con toda la portería para sí? El jienense llegó a Pucela como un jugador con renombre, pero el mal hacer grupal acaba arrastrando a las individualidades a la mediocridad de lo común. Tras sufrir lo indecible en Almería, ¿en qué momento se le ocurre a Mojica tirar un penalti, en el último momento, rasito y sin apurar al palo? El colombiano no es un prodigio de la técnica, así que mejor hubiera sido que cualquier otro hubiera lanzado esa pena máxima.

Estos dos lances, en caso de que la moneda hubiera dictado cara en favor de los castellanos, hubieran significado cuatro puntos para los de blanco y violeta. En caso de gol contra el Leganés, un 2-0 en el minuto 75 hubiera sido insuperable para los pepineros, aunque con este Valladolid nada es seguro. Tres puntos y no uno, una victoria y no un empate. Igual podría haber pasado en el estadio de los Juegos del Mediterráneo. Con el penalti de Mojica, un acierto hubiera traído un triunfo y dos puntos más.

La suerte influye en los resultadosLa igualdad en la Liga Adelante es tal que este total de cuatro pondría a los de Portugal empatados con la Ponferradina, el Numancia y el Elche con 18 puntos, con cinco respecto al descenso. Sin embargo, en la actualidad los de Zorrilla suman solo 14, a cuatro del playoff y solo a uno de los puestos de descenso. Todo por dos jugadas mal resueltas, esas dos típicas acciones en las que un jugador que no tiene miedo al fallo logra acertar y dar un salto tanto a nivel cuantitativo en la tabla como cualitativo en cuanto a la confianza del grupo.

El ejemplo de Villar

Una de las noticias más agradables del inicio de campaña pucelano la protagonizó Juan Villar. Recién llegado de un Segunda B, este alto extremo derecho se hizo rápidamente con la confianza de Gaizka Garitano a base de goles, ganas y participación. Con la sequía anotadora de las primeras jornadas, fue él el principal exponente ofensivo del Real Valladolid, tanto por sus asistencias desde la banda como por sus llegadas cuando tenía minutos como referencia en ataque, un puesto poco habitual en su pasado pero en el que dio un buen rendimiento esas primeras semanas de competición.

Su principal lastre en este primer tramo fue su papel en Soria, donde fue absurdamente expulsado por unas protestas innecesarias, aunque comprensibles, sobre el colegiado. Tras la sanción, Garitano lo castigó con un partido en la suplencia, si bien cuando volvió al equipo demostró que el Pucela no se podía permitir dejar a un lado a su número siete. A sus 27 años, el onubense hizo su estreno, más allá de presencias frugales en Primera con el Recreativo de Huelva hace ya varios cursos, en las categorías más altas del fútbol español.

El tren había llegado a su estación, y solo con ambición y hambre se logra tener asiento en él. Villar fue consciente y se postuló como mejor fichaje del verano e incluso como mejor jugador del equipo. Pese a no ser delantero, es el máximo realizador castellano, con cuatro goles, uno más que Rodri, todos ellos importantes para conseguir puntos. Estas ganas iniciales han tardado, pero finalmente se han sumado a la espiral de ineficacia y aburrimiento del Valladolid actual.

El cambio de Miguel Ángel Portugal por Gaizka Garitano no ha traído nada nuevo al club de Zorrilla, que sigue sufriendo los mismos miedos y no tiene confianza ni en su juego ni en los integrantes de las líneas. Estos futbolistas que, sin ser maravillosos, han brindado un rendimiento muy alejado del que podrían dar en caso de que la dinámica común fuese más positiva. Juan Villar o Manu del Moral son dos de los máximos exponentes de esta mala inercia, ya que el ex del Cádiz se ha ido diluyendo en las últimas semanas y el de Jaén está muy lejos de ser aquel que fue convocado por la Selección española.

La defensa de los horrores

Cierto es que de los seis componentes que tiene la zaga del Pucela, no hay ninguno de ellos que vaya a pasar a los anales de la historia por su capacidad defensiva. Moyano, Chica, Hermoso, Samuel, Juanpe y Marcelo Silva no forman una retaguardia de garantías, ya que fracasan estrepitosamente a la hora de elaborar cierto juego desde atrás y tampoco suplen estos problemas con contundencia, marcaje férreo y velocidad al corte.

Las líneas no están funcionando

Tampoco el centro del campo hace mucho para ayudar a los defensas, así que entre unos y otros propician errores en la marca y goles como el del Leganés, por no hablar del penalti cometido por Timor en Almería o el salto mal calculado de Silva en Palamós ante un inocente saque de banda. Esta combinación de infortunios se ha saldado en un Valladolid más cerca del descenso que del ascenso, algo impensable hace apenas un par de meses.

En las últimas semanas, Hermoso, Óscar y más miembros de la plantilla han incidido en la necesidad de enlazar un par de jornadas ganando, unos buenos resultados que refuerce la moral del conjunto. Si el objetivo sigue siendo salir de Segunda, por lo alto y no por lo bajo, es fundamental que los jugadores vuelvan a confiar en sus aptitudes, que son válidas para estar en la zona próxima al ascenso y no al descenso. Para ello es necesario volver a la senda de la victoria, encadenar una racha puntuando y, aprovechando la igualdad de la categoría, auparse a los puestos de playoff.