Del sabor y esas sensaciones que producen generalmente los alimentos u otras sustancias en nuestro gusto. De la metáfora creada para transportar esas sensaciones al ámbito futbolístico y recordar las palabras del nuevo técnico de este Pucela que camina, renqueante, por la difícil senda del largo camino de la Segunda División del fútbol español. Del dulce que vaticinaba el de Quintanilla de las Viñas al aterrizar en la capital castellano y leonesa, pasando por el agrio que ha generado el empate ante el Leganés, y previendo un amargo en maño el domingo.

Muchos son los sabores que genera este Pucela, pero ninguno dulce. La dulzura se perdió hace tiempo en el club. Desde que Djukic estableciera la bola como centro del universo futbolístico blanquivioleta y sirviera para conseguir un ascenso y una permanencia. Después, tortazo tras tortazo hasta la crítica situación en la que el club se ve sumido coqueteando, aunque estemos en la jornada 13, con los puestos bajos de la tabla y con la amenaza del descenso en la mente de todos (fundamentalmente de Carlos Suárez). Descenso que supondría el final de un club histórico.

Tres partidos para recapacitar

15 minutos, ni más ni menos. Eso es lo que ha durado el "Efecto Portugal". El inicio del choque ante el Mirandés en el que los Rodri, Villar, André Leao y compañía, parecieron transformarse para enamorar a una afición necesitada de un dulce caramelo para volver a recuperar la ilusión por un club que navega a la deriva en las últimas fechas.

El "Efecto Portugal" duró exactamente 15 minutos

Parecía cambiar la tónica tras esos minutos, y el nuevo entrenador del Real Valladolid, mitad técnico mitad psicólogo (por la utilidad que le da al twitter), parecía haber dado con la tecla, pero nada más lejos de la realidad. Ese prólogo en el libro que empezó a escribir el burgalés acabó con victoria pero con malas sensaciones en un final de partido pobre de su escuadra.

En Almería, ante un rival en coma profundo, el Pucela volvió a mostrar una mala imagen. Pese a esto, a punto estuvieron los vallisoletanos de adjudicarse los tres puntos con un penalti que Mojica decidió tirar de aquella manera para fallarlo y evitar que el equipo encadenara una racha de dos partidos con triunfo que subiera la moral de un conjunto al que se le sigue viendo sin confianza. Hecho que quedó patente el fin de semana pasado en el encuentro ante el Leganés. Con el 1-0 la ocasión de Manu del Moral al inicio de la segunda parte fue la clave. Hubiera sido el 2-0 que provocará el bajar de brazos de los de Asier Garitano (No tiene que ver en nada con Gaizka), y el cerrar el partido. Nada más lejos de la realidad. El cuadro pepinero empató y no se llevó los tres puntos porque el partido dura 90 minutos y no 100. Malas sensaciones y tiempo para recapacitar.

Pocos cambios en el once

Más que de transición dulce, en este 'nuevo' equipo de Miguel Ángel Portugal, se podría hablar de continuidad, ya que los cambios en el conjunto pucelano son mínimos si comparamos las alineaciones del ex técnico vasco con las del burgalés y en gran parte motivados bien por las sanciones, como la de Moyano o André Leao, o por las lesiones.

Sabedores de que en la defensa está el lastre del equipo, el ex de Racing de Santander, Club Bolivar o Atlético Paranaense entre otros, ha decidido dar continuidad y apostar por algo que no funcionaba con Garitano. Lo mismo que ocurre en el centro del campo. El equipo hace aguas a la hora de construir juego y está sumamente partido a la hora de defender, con una distancia supina entre el doble pivote y los centrales.

Miguel Ángel Portugal apuesta por una continuidad que no convence

El 4-2-3-1 parece que continúa siendo innegociable, como se pudo ver la semana pasada, y si no pregúntenle a un Diego Rubio que se pasó toda la semana entrenando para ser titular (dentro del 4-4-2) y vio como un jugador lesionado el jueves fue titular el sábado desplazándole al banquillo. Hay cosas que no cuadran si se sigue apostando por lo mismo. Una de dos, o el míster no se ha dado cuenta aún del problema o lo que hay de repuesto (o de posible repuesto) no sirve para reemplazar a lo que viene actuando hasta ahora. Se empieza a pensar que es lo segundo, lo que sería aún más peligroso para el futuro del equipo.

Sin atisbo de reacción

"Más de lo mismo", "Otra vez igual", "Vaya temporada…". Estas eran alguna de las lindezas que algunos de los deprimidos aficionados blanquivioletas escribían por una de las plataformas que permiten mostrar las opiniones a través de 140 caracteres. Y lo cierto es que no les falta razón.

Con el choque ante el Leganés se volvió a ver a ese equipo apático, sin ideas, sumido en una mediocridad sumamente preocupante y que parece no tener ningún atisbo de reacción cuando nos acercamos ya, pasito a pasito, y jornada a jornada, al ecuador de esta apretada Liga Adelante.

Es pronto aún, con tres partidos dirigidos únicamente, para afirmar que la transición dulce a la que hacía referencia el comandante de la nave blanquivioleta a su llegada, es un fracaso. Sin embargo los indicios que muestra el equipo partido tras partido dan pie a vaticinar no solo el no cumplimiento de este proceso transitorio sino también la caída aún mayor del equipo. O mucho cambian las cosas o año difícil y con cambio de objetivo el que toca a orillas del Pisuerga.

Fotografías: Real Valladolid