Las temporadas duran nueve meses naturales, aunque los caprichos del calendario conllevan que, en pleno agosto, empiecen los partidos con la excusa de que los chinos quieren ver interesantísimos encuentros de la Liga Adelante española. Ellos sabrán. El caso es que, en el mes del césar Augusto, el Real Valladolid comenzó su segunda intentona de volver a Primera tras la fallida protagonizada por Rubi. Gaizka Garitano sería el responsable de intentar hacer llegar al equipo a lo más alto.

Pocos aficionados pucelanos desconocen lo ocurrido con el preparador vasco, cuyo ocaso trajo consigo la llegada de Miguel Ángel Portugal. El burgalés, en el banquillo de Zorrilla desde la décima jornada, no conseguía que los de blanco y violeta mejoraran las atribuciones mostradas con el anterior técnico. Como mucho, ocasionales ráfagas de buen juego y una apuesta por la posesión que no se lograba saldar con puntos y buenos resultados, una patente irregularidad que se ha despejado el pasado 24 de enero de 2016.

Esta fecha puede significar un punto de inflexión para el conjunto castellano, que dio un pavarottiano do de pecho ante el líder de la categoría, un Córdoba que fue dominado y manejado al antojo del equipo local. El 2-0 final pudo ser muchísimo más amplio, puesto que entre el acierto de Razak y la falta de precisión de los atacantes hizo que el resultado no fuese especialmente abultado.

(Foto: LaLiga).
(Foto: LaLiga).

Al fin llega el fútbol

Los partidos duran noventa minutos, y es cierto que mantener un nivel durante hora y media con un balón de por medio y un adversario enfrente es francamente complicado. Durante las 21 primeras jornadas del campeonato, el Valladolid apenas había mostrado tramos de acierto y buen juego durante, a lo sumo, 15 o 20 minutos repartidos en distintos periodos de los encuentros. Pequeños asomos insuficientes para conseguir estabilidad sobre el campo y mandar con la pelota como arma.

La visita cordobesa a la meseta norte se saldó con un combinado local brillante y muy solvente con el esférico. Entre Rubio y Leao dieron un recital de lo que es tener el balón como recurso ofensivo y defensivo, capaces de dárselo a la retaguardia para hilvanar cuando el rival aprieta en la medular y, a su vez, abrir a banda o rebasar líneas andaluzas para que los atacantes busquen el marco que defiende el portero.

Mismo mérito tienen los jugadores ofensivos, pues entre Mojica, Manu del Moral, Juan Villar y Rodri Ríos se combinaron para ser un eterno tormento para el equipo que entrena José Luis Oltra. Entre la velocidad de uno, la profundidad de otro, la calidad de aquel y la garra de este consiguieron generar todo tipo de ocasiones que, en uno de los pocos aspectos que se les puede recriminar a los de Portugal, no consiguieron traducir en goles.

Desde los tiempos de Djukic no se veía nada igual en Zorrilla. Los tiempos oscuros de Juan Ignacio Martínez y el ni chicha ni limoná propio de la etapa de Rubi, amén del gris y breve paso de Garitano por Valladolid, se dejaban a un lado en la memoria de la afición para recibir de brazos abiertos a un Pucela animoso y amigo del cuero.

Uno de los elementos fundamentales de este paso adelante parte desde Kepa y no desde arriba. El portero vasco cuenta con un buen juego de pies, así que el equipo confía en él como garante de la posesión. ¿Que no hay opciones adecuadas en tres cuartos de campo? Fácil, se pasa el balón atrás y que sea el sub-21 el encargado de abrir a los laterales para que estos vuelvan a buscar alternativas. El papel de Álvaro Rubio como pivote al que encargar la responsabilidad de llevar la posesión al área contraria es fundamental.

(Foto: LaLiga).
(Foto: LaLiga).

 Un buen comienzo

Como ocurrió en el triunfo en Mallorca, cosechado de forma antagónica a la de este domingo, el Real Valladolid salió bien plantado y con ganas de dejar su impronta cuanto antes. Igual que no lo consiguió en las islas, una jugada voluntariosa de Manu del Moral significó la primera diana cuando apenas había cuatro minutos en el marcador. Esta dosis de confianza rubricó la apuesta castellana por ese modelo de buen juego, no solo con posesión abúlica, sino con la portería del adversario como objetivo.

El segundo tanto, por medio de Marcelo Silva, fue el colofón a unos 45 minutos iniciales en los que los de blanco y violeta fueron una auténtica apisonadora, capaz de atemorizar a la solemne defensa andaluza y de, a su vez, frustrar cualquier arrebato de sus jugadores de ataque. El respetable aplaudía, jaleaba y gozaba con los ataques pucelanos, cuya imagen parecía de otro equipo y no el que cada quince días acude a jugar al balompié a la Avenida del Mundial 82.

El paso de los minutos levantó la actuación cordobesa, con un listón fácil de superar, pero igualmente a la expectativa del conjunto de la capital castellano y leonesa. La rotunda superioridad local supo adaptarse a unos verdinegros más estirados en el verde, así que se podrían haber relamido ante los espacios dejados en defensa visitante. No pudieron llegar más goles, pero el 2-0 bastó para confirmar la aplastante dictadura pucelana.

(Foto: LaLiga).
(Foto: LaLiga).

Lo menos bueno

Como ya se ha dicho, solo los mejores de la historia son capaces de encadenar 90 minutos de brillantez. Hay espacios para que el oponente, que también tiene derecho, goce de alguna ocasión o presente sus credenciales. No obstante, enfrente estaba el líder de la división. Los de Oltra percutieron sobre la defensa vallisoletana, una línea endeble en demasía a lo largo de la campaña y que progresivamente se va afianzando, aunque aún no lo suficiente.

Pero detrás de estos cuatro zagueros hay un tal Kepa Arrizabalaga, cuyo apellido se atraganta al igual que sus guantes interrumpen las ocasiones del delantero que se acerca a sus dominios. El meta vasco sufrió un pequeño bajón de rendimiento hace unas semanas, pero a su gran papel en Mallorca ha añadido una lección de portero grande: salvar al equipo en las pocas llegadas que recibe.

Como hacía Víctor Valdés en su día en el FC Barcelona, capaz de hacer dos paradones a los dos únicos disparos que llegan a su portería, el '1' propiedad del Athletic Club deshizo con tres intervenciones muy meritorias a otras tantas acciones peligrosas a cargo de los cordobeses, en cuyas filas se encuentran futbolistas del calibre de Florin Andone o la perla de la Fábrica blanca Raúl de Tomás.

Con sus vuelos impidió que ese miedo que siempre merodea el estadio vallisoletano se adueñara de los allí presentes, aunque invita a no olvidar que en el mercado de invierno el Real Valladolid precisa un central de garantías para acometer la segunda vuelta de la Liga en condiciones, más aún con el aval del triunfo sobre el líder. A su vez, es una inyección de moral para el joven Kepa, que como buen arquero sabe que es una posición muy sensible y susceptible de verse dominada por los nervios.

Este 2-0 no trae consigo solamente tres puntos, pues en ese caso el balance sería idéntico al del bodrio perpetrado en el antiguo Son Moix siete días atrás. En este caso, los de Portugal se presentan formalmente como un candidato a lo más alto. Atributos, por lo menos, tiene, igual que capacidades futbolísticas. Si se consigue mantener la esencia mostrada ante el Córdoba y no se vuelve a caer en el vórtice de irregularidad y desgana percibida hasta el momento, el Pucela es un firme opositor a una de las seis primeras plazas de la tabla.