Se vivió un ambiente como pocas veces se ha visto en el habitualmente frío Estadio de Los Pajaritos. El horario, que invitaba a la fiesta del fútbol, la proximidad entre las ciudades de los dos equipos, dos aficiones hermanadas y dos equipos que se plantaron en el verde de Soria con la intención de tener el balón.

Numantinos y maños partían con los mismos puntos, si bien con trayectorias algo distintas. Los de Anquela ya cuentan seis jornadas sin ganar y por ello han pasado de ostentar una plaza de play-off a complicarse la permanencia; con el punto de hoy se quedan, igual que los maños, a 5 del descenso, pero a falta de que jueguen los rivales. Los de Víctor Muñoz mostraron atisbos de mejora desde que llegó el nuevo míster, si bien esto no se había reflejado en los resultados hasta que ganaron al Eibar la jornada pasada.

Así las cosas, el partido comenzó muy vivo, con un Numancia que presume de saber tocar el balón, sello del técnico jiennense Juan Antonio Anquela. Los sorianos tenían claro la zona más fácil de explotar en la defensa blanquiazul: la espalda de Laguardia y los balones en profundidad en la banda derecha del ataque, la del lateral Rico. Natalio se puso las botas subiendo por su banda, ya que Rico se metía hacia dentro para ayudar a los centrales, algo confusos ante la movilidad de David, Vicente y Enrich. El Real Zaragoza, por su parte, salió a presionar a todo el campo para robar el balón y servirse de la velocidad de Víctor, Montañés, Luis García y Roger. Muñoz optó por el juego directo, con hombres bien abiertos en banda que llegaran al área con el balón controlado.

Así, el equipo local tuvo el dominio y los mayores acercamientos en los primeros minutos, pero sin problemas para Leo Franco. Sin embargo, la más clara le llegó al Zaragoza, en una contra bien ejecutada con cuatro hombres en el 17’, si bien el chut final de Víctor desde la derecha no acabó en gol. Los visitantes aprovecharon el envite para intentar pillar a la defensa soriana adelantada, pero solo un remate de Álvaro en un saque de esquina pasó cerca del marco de Biel Rivas. No sospechaba el Zaragoza que la defensa que se despistaría sería la suya: en el 34’, un balón alto desde la línea de mediocampo, que incluso dejaron botar, se lo llevó Vicente a la espalda de Laguardia para anotar el primero, con una vaselina preciosa al primer toque que hizo las delicias de la grada.

La derrota momentánea espabiló al Zaragoza, que remontó en 10 minutos. El primero vino de un justo penalti de Akapo sobre Roger, cuando el delantero controlaba el balón en un lateral del área. Luis García anotó la pena máxima de fuerte disparo arriba. Apenas cuatro minutos después, cuando agonizaba la primera mitad, al capitán le venía la inspiración, dando un pase perfecto a la carrera de Roger, que se limpiaba al defensor y a Rivas y alojaba el balón en la malla.

La segunda mitad transcurrió prácticamente igual en sus primeros compases. La voluntad ofensiva del Numancia, ahora por debajo, se mantuvo, llegando de nuevo por su banda derecha. Pronto llegó una gran ocasión para Julio Álvarez de falta, que pasó a centímetros del larguero. Los sorianos acabaron encontrando fortuna por medio de una gran jugada personal de Natalio, que pasó entre las piernas de Rico el balón, poniéndola para que Sergi Enrich la introdujera, de nuevo ante una despistada zaga blanquiazul. Desde que llegó el empate, los dos equipos empezaron a dar por bueno el punto, y cambiaron su manera de jugar.

Los cambios tampoco hicieron mucho por alterar el juego. En la faceta ofensiva se jugaba al pelotazo, a intentar bajarla, pero las defensas, temerosas de encajar el tercero, se pusieron firmes, o más bien bruscas. Unos y otros fomentaron que el partido se consumiera con el resultado del empate, que no sirve a ningún contendiente para alejarse en exceso del descenso.

Si los equipos de más abajo suman, el empate podría acabar teniendo un sabor amargo para los dos conjuntos. La nota de color la pusieron los cerca de 1500 aficionados zaragocistas que, en las gradas de Los Pajaritos, se unieron a los sorianos para crear un fenomenal ambiente.