Llegaban Real Zaragoza y Unión Deportiva Las Palmas a La Romareda con la imperiosa necesidad de sumar los tres puntos para seguir con sus aspiraciones. Los maños, para conseguir meterse en la zona alta de la tabla y pelar por hacerse un hueco en los puestos de playoff. Los isleños, para continuar acechando los primeros puestos y no empezar a desinflarse en la lucha por el ascenso.

Los maños, con las bajas de Roger y Henríquez en defensa, presentaban el esquema esperado. Suárez y Luis García se colocaban en punta para sustituir a los delanteros zaragocistas, dejando a Montañés y Álamo caer a las bandas. Mientras, en el centro del campo Arzo seguía acompañando a Bakero, y Rico volvía al lateral izquierdo.

Primeros minutos de auténtica locura

Ambos conjuntos llegaban de perder sus partidos en la jornada anterior, por lo que ganar se convertía todavía más en una prioridad. Sin embargo, y pese a jugar el equipo zaragocista en casa, era Las Palmas quien llevaba el control del partido en los primeros minutos. Tocaba el balón con mimo, acercándose a la portería de Leo Franco, hasta que, a los seis minutos, Vicente conseguía el primero. De nuevo, al Real Zaragoza le acechaban los fantasmas de los goles de los primeros minutos. Un calvario a lo largo de toda esta temporada.

Con el gol, los zaragocistas se quedaron groguis y, en vez de empezar a cambiar su juego, se volvieron más pequeños sobre el verde. Esto lo aprovecharon los amarillos para hacer más daño y marcar el segundo tan solo cinco minutos después. Minuto 11 de la primera mitad, y el Real Zaragoza ya perdía 0-2 ante el desánimo de una afición que no se podía creer lo que estaba viendo.

Sin embargo, la locura de los goles iniciales no iba a quedarse ahí y el Zaragoza despertó. Instantes después, en el minuto 14, Montañés recibía un centro de Arzo desde la derecha y, en posición dudosa, batía a Barbosa con un potente disparo. Resultado de ese gol, llegaba el 1-2 al luminoso y el equipo aragonés se venía arriba.

Partido de idas y venidas

Con la revolución inicial, en los minutos siguientes, el partido pasó a convertirse en un choque de constantes idas y venidas. Los dos equipos querían tener el control y, en muchos momentos, fruto de esos nervios, las imprecisiones eran patentes por parte de ambos. Pese a ello, Las Palmas conducía el esférico con más criterio por todo el campo, aunque el Real Zaragoza creaba también peligro en los metros finales.

En una de esas llegadas, a punto estuvo de llegar el empate. Los zaragocistas salían rápido, Suárez recibía un balón y se iba casi hasta la línea de fondo para terminar pasando atrás, al corazón del área, pero nadie acertaba a rematar y la ocasión se perdía.

Pese a que no había un claro dominador del juego y las constantes faltas pitadas en contra, el equipo blanquillo no se rendía, y buscaba la igualada con ahínco. Ésta casi llega en el minuto 32, cuando Montañés recibía un balón en la izquierda y se internaba hasta el centro del área para disparar. El balón golpeaba en un defensa y el rechace a punto estaba de convertirse en el segundo gol zaragocista, pero un providencial Barbosa mandaba el esférico a córner.

El equipo canario veía amenazada su momentánea victoria y quería más. De esta forma, contaron con dos ocasiones de peligro, que llevaron la tensión (más aún) a las gradas del Municipal. Por fortuna para los aragoneses, en la más clara, Laguardia llegaba a despejar el pase atrás de Masoud, para evitar el gol

En los minutos previas al descanso, no sucedió mucho más. Tan solo llegó el susto, ya que Álamo tenía que ser atendido al recibir una patada en la cara que, perfectamene, pudo haberle costado la expulsión a Castillo, pero el ábritro no pitó nada.

Segunda parte de dominio aragonés sin premio

Tras el descanso, el equipo maño salió muy enchufado, sabedor de la importancia de empatar pronto para intentar cosechar algún punto. Javi Álamo no pudo continuar y entró en su lugar Esnáider, ante el contento de la afición. Con el cambio, Luis García pasó a ocupar la banda y Esnáider se colocó como segundo punta, por detrás de Suárez.

Un Real Zaragoza luchador e intenso se hacía dueño del partido. El equipo de Víctor Muñoz intentaba llegar a la meta defendida por Barbosa desde todas las posiciones, pero eran Montañés, Suárez y Esnáider los que llevaban verdadero peligro, creando multitud de disparos y centros al área, labor en la que también destacaban Rico y Fernández.

El equipo aragonés se mantenía unido y sabía a lo que jugaba, hecho ante el que Las Palmas solo podía esperar su oportunidad para matar el partido en algún contragolpe o jugada a balón parado. En una de esas jugadas, Tana salía rápido a la contra y dejaba solo a Figueroa ante de Leo Franco, pero el disparo del jugador amarillo se iba directo a las manos del guardameta argentino

El cansancio empezaba a hacer acto de presencia sobre el césped y, pese a que los aragoneses seguían insistiendo para conseguir empatar el partido, los movimientos eran algo más lentos. Pese a ello, la entrada de Víctor Rodríguez aportó algo de velocidad y chispa arriba, y los maños seguían llegando con más peligro que los insulares.

Fruto de ese bajón físico, en los últimos minutos, el fútbol se volvió más rácano y el Real Zaragoza no consiguió el merecido empate. Un mal comienzo le condenó, pese a remar durante 80 minutos por lograr, al menos, un punto, y ve como con esta derrota se alejan, de manera casi definitiva, los puestos de playoff de ascenso.