Probablemente si le preguntéis a alguien que haya seguido la actualidad zaragocista en los 30 sobre Lerín se referiría a él como un portero “alto, fuerte, capaz de asustar a los rivales más temidos, seguro en los balones altos, con un gran despeje de puños y valiente”. Seguramente fue todo eso lo que hizo que fuese preseleccionado por la selección española y que le insistiesen en Francia para solicitar la nacionalidad francesa.

Andrés Lerín nació en Jaurrieta (Navarra) el 7 de diciembre de 1913 y con 14 años ya defendía la portería del Tudelano CF, en Tercera División. Después llegó al CD Escoriaza y de ahí al Español de Arrabal.

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Un alto y sus Elefantes

En 1932 y tras la creación del Real Zaragoza, Lerín llegó al equipo maño para convertirse no solo en el primer guardameta de su historia, sino también en el portero de los gloriosos “Alifantes" (aféresis de “elefantes” debido a que pocos jugadores medían menos de 1’90).

Andrés no debutaría hasta el 13 de noviembre de 1932 en un encuentro contra el Irún en el estadio de Gal. El equipo irunés brillaba gracias a una delantera en la que destacaban Luis Regueiro y Elicegui. El Irún ganaba por 7-0, cuando Julián Osés, portero titular de los maños en aquel momento, cayó lesionado. El encargado de sustituirle fue nuestro protagonista, Lerín consiguió asustar a la delantera rival, de hecho, la primera vez que intentaron aproximarse, el guardameta le dio tal envite al goleador de la tarde que hizo que diese una voltereta y no se volviese a acercar al área zaragocista. Pero Lerín no solo frenó la goleada, si no que además consiguió ser titular indiscutible de ahí en adelante.

En aquellos momentos, la afición rival no recibía “muy bien” a los equipos visitantes. De hecho, en semifinales de ascenso a Segunda, el equipo dirigido en aquel momento por Felipe Dos Santos se enfrentaba al Valladolid tras haber ganado en el partido de ida por la mínima. Los pucelanos se pusieron rápidamente 1-0 en el marcador y al rato los visitantes consiguieron empatar. Tras esto, Anduiza cayó lesionado después de una fuerte entrada, por lo que Lerín, enfadado por la agresividad, le aseguró a Gómez: “Vamos a empatar a delantero centro” y así fue, un par de minutos más tarde el pucelano Sañudo cayó lesionado. Pero la verdadera batalla empezó cuando a falta de unos minutos, Anduiza consiguió empatar y tras el pitido final los aficionados invadieron el campo, el principal objetivo fue Lerín, que de hecho tuvo que salir del estadio gracias a un coche policial.

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​Fue en 1935 gracias a la incorporación del “Negro” Olivares cuando acabó de completarse la primera alineación recordada por todos: El Brozas; La Telefónica, Vacucas; Mocazos, Fraylon, Chulipandis; El Señorito, Chupitos, Chipirón, Zamarras y El Zagal o lo que para ellos, tan amigos como compañeros, era lo mismo: Lerín; Gómez, Alonso; Pelayo, Ortúzar, Municha; Juanito Ruiz, Amestoy, Olivares, Tomás y Primo.

Pero la leyenda adquirió nombre propio cuando “El Brozas”, en un partido disputado el 5 de mayo contra Júpiter escuchó una frase plasmada por Miguel Gay en el Heraldo de Aragón y recordada aun en día, al oír decir a unos aficionados catalanes “¿Cómo les vamos a ganar si parecen alifantes?”.

Separados por granadas

La Guerra Civil consiguió separar a un equipo que estaba hecho para jugar juntos, de hecho, en la campaña 1939-1940 solo seguían siendo titulares Primo, Amestoy, Ruiz y Pelayo dirigidos por un Alifante que quedó mutilado por la guerra: Tomás Arnanz.

La guerra fue todo un calvario para Lerín, ya que debido a su adhesión a la República tuvo que huir a Francia, allí jugó tres temporadas en el Perpignan CF dando grandes resultados y donde le llegaron a proponer solicitar la nacionalidad francesa para que de esta forma pudiese jugar con la selección.

Tras solucionar sus problemas políticos y con su consiguiente inhabilitación, volvió a Zaragoza en la temporada 1942-1943 pero el recibimiento no fue especialmente cálido por parte de los zaragocistas que no dejaban de criticarle por su pasado, de hecho, El Brozas aseguraba que incluso los niños por la calle le hacían muestras de desprecio y le llamaban “rojo”. Esta situación le llevo a disputar únicamente cuatro encuentros por lo que a final de temporada se marchó a Gijón. Pero eso no hizo que la gente se olvidase, ya que llegaron muchas cartas anónimas intentando impedir el fichaje del guardameta.

Lerín "El Maño"

Lerín llegó a Gijón en la campaña 1943-1944, allí pasó de ser “El Brozas” a ser “El Maño”, llamado así por sus compañeros debido a su pasado zaragocista. En Asturias nuestro protagonista fue igual de importante ya que de su mano consiguieron lograr el primer ascenso del club. De hecho, en esa temporada solo recibió 19 goles en 26 partidos, lo que le sirvió para ser el guardameta menos batido por delante de Eizaguirre (en aquel momento portero del Valencia y la Selección Española), también le llegaron a otorgar el Balón de Plata. Pero no todo fueron buenos momentos con la indumentaria rojiblanca ya que en un partido contra el Murcia, un encontronazo con Alonso hizo que le tuviesen que amputar la pierna al delantero murciano. Y de hecho esa fue su próxima parada: Murcia, lugar en el que Andrés estuvo desde 1945 a 1947 y donde su presencia fue prácticamente continuada en las alineaciones.

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"El Maño" volvió a casa

Tras haber pisado Gijón y Murcia, Lerín volvió a Zaragoza, lugar en el que jugó hasta que, con 38 años decidió colgar las botas. Pero su andadura a orillas del Ebro no acabó ahí, Lerín siguió a disposición de su club, nuestro club. Y allí ejerció prácticamente de todo: masajista, delegado, entrenador

De hecho, como segundo entrenador nos dejó unas cuantas anécdotas. Una de ellas en un partido contra Osasuna en el cual el Real Zaragoza consiguió la victoria en el último minuto, lo que hizo que nuestro protagonista al saltar de alegría se golpease contra el marco de una puerta. Más tarde le quitaría importancia diciendo: “Tres puntos que me llevo yo y dos el equipo son cinco, ya estamos en Primera”.

Andres Lerín, el guardameta al que se recuerda con cariño en todos los lugares donde jugó, el primer “1” del Real Zaragoza, el guardameta del primer ascenso del Sporting, “El Maño”, “El Brozas”, el portero de los Alifantes, falleció el 19 de Noviembre de 1998 en Zaragoza, una tierra que a pesar de no haber nacido en ella también era suya.