El domingo 11 de enero el Real Zaragoza salía vapuleado del estadio de Gran Canaria ante la UD Las Palmas. Además, de una forma escandalosa, con un gol de la UD Las Palmas con dos jugadores menos que dejó en evidencia las lagunas defensivas del conjunto blanquillo. Junto con la derrota frente al Valladolid la semana anterior, los maños atravesaban la peor situación futbolística desde la sustitución de Víctor Muñoz. El efecto Popovic parecía desvanecerse a medida que pasaban los partidos.

Sin embargo, la increíble mejora defensiva y una adaptación algo más pragmática de la filosofía de juego pretendida inicialmente por el técnico serbio, han permitido a los aragoneses hacerse con 13 de los 15 puntos siguientes que se disputaron. Dicho varapalo sufrido en las Islas ha podido suponer un punto de inflexión para Popovic y sus pupilos.

Una mejora notable

Esta racha positiva no es por pura casualidad. El Zaragoza ha mejorado todas las debilidades que le hacían vulnerable, empezando por el juego colectivo. Ranko Popovic llegó al conjunto aragonés con una idea futbolística muy determinada: el protagonista siempre tenía que ser el balón. Aunque en los primeros envites surtió efecto, los fallos defensivos seguían sin solventarse. Muestra de ello fueron las derrotas encajadas contra el Valladolid y Las Palmas.

El serbio otorgó confianza al joven Vallejo en el centro de la defensa. El canterano blanquillo ha mejorado considerablemente sus prestaciones y con la recuperación de Mario y el progreso de Cabrera (tanto de central como de lateral zurdo), han conseguido conformar una defensa inexpugnable, sin encajar un solo tanto en cinco partidos. A esto hay que sumarle la seguridad de Bono bajo los palos y el plus que siempre aporta Fernández, sobre todo en ataque.

Otra de las zonas donde los maños han mejorado notablemente ha sido en el centro del campo. El hasta hace mes y medio semi-desaparecido Basha, se ha convertido en una pieza imprescindible. El albano-suizo no solo ha demostrado que tiene una gran capacidad para robar pelotas, sino que su despliegue físico ha reforzado el trabajo del táctico Dorca, permitiendo apuntalar la zona media para que Galarreta pueda jugar de media punta (aunque en ocasiones se ha quedado en el banquillo y lo han sustituido Jaime o Álamo).

A toda esta mejora desde el centro del campo para detrás, hay que sumarle un hecho que ya se había constatado desde las primeras jornadas: la calidad y determinación de los atacantes zaragocistas. Borja Bastón está cosechando su mejor temporada (con 15 tantos en su haber), mientras que la línea de media-puntas representa una gran variedad: Pedro está demostrando que podría jugar perfectamente en Primera División; Eldin atesora magia a raudales en sus botas, aunque es menos constante que el primero; y Galarreta juega mejor pensando solamente en atacar y en ser el enlace entre la zona media y la vanguardia. A estos jugadores hay que sumarle la velocidad e insistencia de Jaime y las variantes que puede otorgar Álamo, un extremo más puro y tradicional.  

Los pupilos de Popovic mezclan plasticidad y pragmatismo según lo requiera el momento del encuentro De esta forma, el Zaragoza no ha renunciado a controlar los partidos y a desplegar un juego efectista a la par de efectivo. El mejor ejemplo de ello fue la goleada al Barcelona B (4-0). Sin embargo, esta plasticidad se combina con un pragmatismo que en ocasiones resulta totalmente necesario, como se demostró en la victoria frente al Osasuna.

La racha histórica más parecida

Si echamos la vista para atrás, no hace falta irse tan lejos para observar una concatenación de puntos similar. La racha más parecida la encontramos en la temporada anterior. Después de un comienzo dubitativo de Herrera al frente de los zaragocistas, éstos encadenaron entre enero y febrero una racha de cinco partidos consecutivos sin conocer la derrota, sumando 11 puntos de 15. Entre estos envites se cuentan dos empates frente al Murcia y las victorias frente al Alcorcón en la Romareda y las conseguidas a domicilio frente al Mirandés y el Sporting de Gijón.

Si retrocedemos algunas temporadas, concretamente a la campaña 2011/2012, vemos que el Zaragoza tuvo que vencer los cuatro últimos partidos de forma seguida para asegurarse la salvación. Fue la temporada del milagro de Jiménez. Sin embargo, no hay comparación si vamos al curso 2008/2009, donde los zaragocistas también se encontraban en Segunda División. Dicha campaña, con Marcelino García Toral tomando las riendas desde el banquillo, el Zaragoza logró evitar la derrota durante 17 jornadas seguidas (acumulando en su alforja 41 de 51 puntos), hecho que le permitió ascender en la penúltima jornada a la máxima categoría del fútbol español.