Carlos Lapetra nació en plena Guerra Civil, en el año 1938. De manera accidental, lo hizo en Zaragoza, pero siempre se consideró oscense. En Huesca fue donde vivió su infancia y en la ciudad que empezó a hacer el fútbol uno de sus principales entretenimientos. Dio sus primeras patadas al balón en el colegio oscense de San Viator y de allí pasó inmediatamente al Huesca juvenil. Su primer contrato profesional fue en el Santiago, equipo de su ciudad natal.

Pero para Carlos, hasta el momento el deporte rey solo era eso, un mero entretenimiento. Su principal objetivo era el estudiar Derecho y sacar la carrera universitaria lo mejor posible. Cursó esta licenciatura en Madrid, mientras jugaba en el Gauadalajara (Tercera División), equipo en el que coincidió con su hermano Ricardo.

Debut frente al Madrid y gestación de Los Magníficos

Fue precisamente con su hermano Ricardo con el que forma parte de la primera plantilla del Real Zaragoza en la temporada 59/60. Al mismo tiempo, también recalaron en las filas aragonesas jugadores tan importantes como Santiago Isasi, Severino Reija y el delantero Marcelino Martínez. Llegaron en una campaña que estaba siendo algo complicada para los zaragocistas. Los maños tenían como objetivo primordial lograr la permanencia en la máxima categoría del fútbol español.

En sus comienzos, Lapetra lo tuvo muy difícil para jugar con el primer equipo aragonés. Su entrenador, Juan Ochoantesana, no confiaba en la juventud ni en la calidad del extremo. Sin embargo, en diciembre Ochoantesana fue despedido tras ocho partidos consecutivos sin conocer la victoria y tras un vergonzoso 5-0 ante el Oviedo. En su lugar, llegó mundo, que tuvo el honor de hacer debutar a Carlos Lapetra. Fue el 25 de enero de 1960, en Chamartín y contra el Madrid, nada más y nada menos. Esa tarde el Zaragoza cayó frente a los blancos por 2-1, pero el debut del que iba a ser el mejor jugador de la historia del club, dejó muy buenas sensaciones para el futuro.

Lapetra simbolizó lo mejor de esa gran época para el zaragocismo Tras el curso de su estreno con la zamarra blanquilla, acompañaron dos temporadas seguidas excepcionales: un tercer y un cuarto puesto, consolidando a los aragoneses entre los mejores equipos del panorama futbolístico español. En estas dos temporadas (1960/1961 y 1961/1962), acontecieron muchos sucesos importantes: la consecución del, hasta ahora, el único pichichi de la historia del Real Zaragoza, el peruano Juan Roberto Seminario (25 goles en 30 partidos); la primera victoria en el Camp Nou frente a Barcelona (con gol de Marcelino tras un gran centro de Lapetra); la eficiencia de Marcelino y de Murillo como goleadores; la consistencia de Reija; la consolidación de Yarza en la portería; etc.

Además de la consolidación del conjunto aragonés como uno de los mejores de la Liga, también fue la explosión del talento de Carlos Lapetra. El oscense siempre jugaba en el extremo izquierda, pero no era un extremo puro, clásico. Se puede decir que era un “falso extremo”, término que no existió hasta hace pocos años, ya que se acercaba mucho al centro, jugaba entre líneas y solía acudir con asiduidad desde la línea de cal hacia la media-punta, algo poco habitual para la época que descolocaba a las defensas rivales. Más que un atacante realizador, era el cerebro de la vanguardia zaragocista.

Y fue en la temporada siguiente, la 1962/1963, en la que se acabó de conformar un equipo de leyenda, en la que terminaron de conjuntar Los Magníficos. Al talento de Carlos Lapetra, se le unieron jugadores como Villa y Duca. Además, los maños llegaron a la primera final de la Copa del Generalísimo, perdiendo frente al Barcelona por 3-1 en el propio Camp Nou.

Llegan los títulos

Pero lo mejor estaba por llegar. Tanto a nivel colectivo, como a nivel individual para Carlos Lapetra. En la campaña 1963/1964 se produjo el debut de José Luis Violeta, el León de Torrero; y llegaron dos jugadores fundamentales que complementaron a la perfección el ataque: Canarios y Santos. De esta manera, los maños cosecharon unas clasificaciones ligueras admirables y se consiguieron los primeros títulos: la Copa de Ferias de 1964, y la Copa del Generalísimo en 1964 y 1966. Pero no a cualquier precio: los zaragocistas desplegaron un fútbol ofensivo que despertó admiración allá donde iban.

Se puede decir que 1964 fue el mejor año para Carlos Lapetra. Consiguió su primer título como futbolista profesional, pero no fue precisamente con la elástica aragonesa. Lo hizo con la camiseta de la Selección Española (con la que sumó un total de 13 internacionalidades) y fue la Eurocopa ante la URSS, el partido en el que Marcelino consiguió el título para La Roja tras un increíble testarazo. Lapetra jugó todo el partido y fue una pieza clave de esa Selección.

Fuente: www,heraldo.es

Días más tarde, el 26 de junio (el fútbol antes era así, no importaba el hipotético cansancio de jugar muchos partidos seguidos), Carlos estaba celebrando la consecución de la Copa Ferias tras ganar por 2-1 al Valencia. El mismo resultado se repitió en un escenario distinto y frente a un rival diferente: el Zaragoza consiguió su primera Copa del Generalísimo venciendo al Atlético de Madrid. Lapetra fue el que inauguró el marcador.

Un tercer puesto liguero, unas semifinales de la Recopa de Europa y un subcampeonato copero, fueron las hazañas de Lapetra y sus compañeros en la próxima temporada. Pero al año siguiente volvió a llegar un título a las vitrinas aragonesas: la segunda Copa del Generalísimo. Nada más y nada menos que frente al Athletic del gran José Ángel Iríbar. Carlos Lapetra realizó un partido maravilloso, desarbolando a toda la defensa vasca y anotando el 2-0 que permaneció en el luminoso.

Fatal lesión en Londres, el fin de Los Magníficos y la retirada de una leyenda

La temporada 1966/1967 supuso el principio del fin de Los Magníficos. El Zaragoza perdió la Copa de Ferias, fue eliminado en la tercera eliminatoria por una moneda frente al Celtic de Glasgow (tanto en Glasgow como en La Romareda el resultado fue de 2-0 y no hubo otro remedio que acudir a este sistema cuando aún no existían las tandas de penaltis). Pero lo peor de todo fue la eliminación por el Europa a primeras de cambio, equipo muy inferior a los maños.

Pero lo peor de esa campaña, fue la lesión de Carlos Lapetra, el referente de esa época mágica. Sufrió una grave lesión en Londres, en una eliminatoria de la Copa de Ferias ante el Everton. Desde ese momento, jamás llegó a ser el mismo jugador incisivo que desbordaba por la banda izquierda y por el que pasaban todas las acciones defensivas de los blanquillos.

Es curioso que a la vez que se fue apagando la luz y la calidad del máximo exponente de Los Magníficos, dicha época llegaba a su fin. El más magnífico de estos años, jugó su último partido en noviembre de 1968, dejando el club y el fútbol de manera definitiva en marzo de 1969. Lapetra dejaba el Real Zaragoza tras 194 partidos y 38 goles en diez temporadas, quizá las mejores diez temporadas de los maños.

Carlos Lapetra falleció de manera prematura el 25 de diciembre de 1995 a los 57 años. No sin antes haber visto a su Real Zaragoza campeón de la Recopa de Europa. Ese día no se fue solo el mejor jugador de la historia del Real Zaragoza; se marchó una leyenda, un auténtico caballero del fútbol.